Aprovechando el descenso de temperatura en nuestro país, la jueza que llevaba el caso del máster de Pablo Casado -y por ser éste aforado en calidad de diputado-, ha decidido, en vista de un posible delito cometido por el presidente del PP, enviar toda la documentación relacionada con el mismo al Tribunal Supremo
Hasta hace unos días, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, manifestaba que el caso del máster de Casado constituía una simple anécdota en relación a la importancia que significa la presidencia de un partido y posiblemente la futura presidencia del Gobierno.
Cuando se carece de tiempo pero no del dinero suficiente como para pagar el alto precio que significa para otros un máster, al Sr. Teodoro García le parece algo anecdótico que el Sr. Casado haya decidido comprarlo, sin más, sin tan sólo siquiera asistir a clase mientras que otros muchos jóvenes que al parecer también carecen de tiempo por tenerlo empleado en un trabajo generalmente precario, carecen además de la facilidad de contar con esos cinco mil euros para pagarlo y obtenerlo en las mismas condiciones.
Pero la arrogancia de Casado carece de límites porque, según él, no por ello estaría en absoluto dispuesto a dimitir en el seno de su partido.
¿Quién tiene verdadero interés en airear de nuevo el caso del máster? se preguntan los varones del PP sin atreverse siquiera a mirar hacia adentro. Es lógico pensar para todos aquellos que no pertenecen al partido que el dichoso máster ha significado un fraude académico del que Casado no sería el único responsable pero quizá, por todo lo que ello implica, Sáenz de Santamaría se haya negado hasta ahora a sentarse cómodamente en la silla de esa vocalía destinada para ella en el gabinete del presidente.
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