




DEDICADO A CARMEN COELLO POR SU VALENTÍA (a quien pocas veces sus padres dejaron que se desplazase al Puerto)
En representación de la mayoría de mujeres de aquella generación, capítulo aparte merecen estas jóvenes del Puerto de la Cruz, amigas entre sí y con una cualidad estética en común: su dulce sonrisa.
Unas sonrisas que durante muchos años, los de la adolescencia, iluminaron las débiles esperanzas de tantos jóvenes del Puerto que, con el tiempo, terminarían convirtiéndose en los novios formales de sus lindas propietarias para, finalmente, consolidarse como auténticos maridos (formales y auténticos para la Iglesia).
Sonrisas que tuvieron que competir duramente frente a las de un enemigo común extranjero que, sin proponérselo, usurpaban su derecho también de insinuación, de aproximación y, finalmente, ¿porqué no decirlo?, de conquista. Dificil competencia, en definitiva, frente a un invasor generalmente llegado de paises libres y democráticos cuyo único objetivo e inocente delito sólo consistía en el divertimiento por encima de todo y en la experimentación del placer por aquello desconocido mientras, desconcertadas, nuestras atractivas chicas permanecían silenciosas, sonrientes pero aún enconsertadas en contra de su propia voluntad y de su natural encanto y prisioneras en su elemental entorno y maravilloso feudo por unas costumbres ancestrales, bien preservadas a su conveniencia por aquel régimen imperante y demasiado arraigadas en el seno de tanto clero inquisitorial como para ser burladas con total y absoluta impunidad.
Sin embargo y a pesar de todo, esa dulce sonrisa perseveró más allá de la inacabable dictadura para traducirse con la democracia en un signo de legítima autoestima, de defensa y de libertad e independencia entre nuestras mujeres canarias y a las que yo, desde este humilde Blog, rindo un sincero y calusoro homenaje.
Unas sonrisas que durante muchos años, los de la adolescencia, iluminaron las débiles esperanzas de tantos jóvenes del Puerto que, con el tiempo, terminarían convirtiéndose en los novios formales de sus lindas propietarias para, finalmente, consolidarse como auténticos maridos (formales y auténticos para la Iglesia).
Sonrisas que tuvieron que competir duramente frente a las de un enemigo común extranjero que, sin proponérselo, usurpaban su derecho también de insinuación, de aproximación y, finalmente, ¿porqué no decirlo?, de conquista. Dificil competencia, en definitiva, frente a un invasor generalmente llegado de paises libres y democráticos cuyo único objetivo e inocente delito sólo consistía en el divertimiento por encima de todo y en la experimentación del placer por aquello desconocido mientras, desconcertadas, nuestras atractivas chicas permanecían silenciosas, sonrientes pero aún enconsertadas en contra de su propia voluntad y de su natural encanto y prisioneras en su elemental entorno y maravilloso feudo por unas costumbres ancestrales, bien preservadas a su conveniencia por aquel régimen imperante y demasiado arraigadas en el seno de tanto clero inquisitorial como para ser burladas con total y absoluta impunidad.
Sin embargo y a pesar de todo, esa dulce sonrisa perseveró más allá de la inacabable dictadura para traducirse con la democracia en un signo de legítima autoestima, de defensa y de libertad e independencia entre nuestras mujeres canarias y a las que yo, desde este humilde Blog, rindo un sincero y calusoro homenaje.
Buena representacion de la belleza isleña que has puesto en el blog.
ResponderEliminarAl paso del tiempo mucho no han cambiado las formas nuevas aunque las que se ven estén de otra manera.
Muchas gracias, me ha gustado mucho
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