Yo llegué al Puerto sabiendo nadar lo justo. No quiero decir que me hubiera desplazado desde Santa Cruz a nado, no; es que apenas si sabía nadar cuando, recién llegado, conocí a José Antonio. Un año más tarde podía presumir de saber nadar decentemente gracias a lo que de él aprendí o, mejor dicho, a todo cuanto él me enseñó.
Cuando no en San Telmo, en las piscinas del Sr. Gilbert. En ambos lugares ejercía de lider de las aguas y era preferible, si se quería evitar una agustiosa "aguadura", aprender a nadar bién cuanto antes de la misma manera que lo hacía la mayoría.
Con cierto orgullo puedo hoy afirmar que TATO supo apiadarse del patito feo que yo significaba para un joven de su envergadura y experiencia en el mar.
Lamento tanto su fallecimiento como cualquiera de sus íntimos amigos y familiares. Me consuela, sin embargo, saber que aún conservo estas dos fotografías sobre su flamante motocicleta.
DESCANSE EN PAZ
Zoilo López, Barcelona, 30 de Diciembre de 2008
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