Domingo fue fotografiado por mi durante la celebración del bautizo de su sobrina. A pesar de que no se me daban bien las bodas ni los bautizos, en ocasiones el compromiso era inevitable. Con mayor o menor fortuna llevaba a cabo mi trabajo y ello me permitía seguir viviendo según los límites que yo mismo me había impuesto que no eran otros que subsistir dedicado a lo que realmente me gustaba por vocación: fotografía y música.
El último domicilio que le conocí a Domingo fue en la Carretera del Toscal donde me sorprendió mucho una especie de vivero de cactus a los que soy aficionado. Siempre que planto alguno en el jardín de casa me acuerdo mucho del suyo. Aquí el clima no es tan benigno y en invierno hay que protegerlos de los rigores del frío.
A Domingo y a su mujer Esther les guardo un sincero afecto, sobre todo, por el sentido del humor que a menudo derrochaban.
Desde Cataluña les deseo un Feliz 2011
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