RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

lunes, 24 de abril de 2017

GUANCHES

Quedé perplejo frente a aquella extraña representación que figuraba en la pulida superficie de los brillantes azulejos que placaba el vertical respaldo de los sólidos bancos que por aquel entonces, -década de los 50 del pasado siglo-, en el popular parque de García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife, invitaban a los paseantes a sentarse y descansar.

-Son guanches, -me soltó mi madre, -ante mi total estupor-, sin ninguna otra información complementaria que aclarase mis serias dudas al respecto. Quizá la ocultación de más datos sobre aquella extraña representación doméstica aborigen no sólo se debiera a un desconocimiento total antropológico sino, más bien, a un cierto miedo atávico de un lejano pasado, para ella completamente desconocido, del que nunca había participado ni le había siquiera correspondido y que a mí mismo me había sido ocultado, sin razón aparente aunque con mucha sutileza, durante mis años de escuela primaria en el Colegio San Fernándo de La Cuesta. 

La política llevada a cabo entonces en materia de educación por parte del régimen franquista se preocupaba mucho más de implantar en los planes de estudios asignaturas como la llamada Formación del Espíritu Nacional , Historia Sagrada, Gimnasia, etc., que de dar a conocer en clase, a los niños tanto canarios como peninsulares, el origen de nuestro rico patrimonio cultural primitivo sin usurparnos el relato objetivo de los graves acontecimientos que se produjeron en las Islas durante la conquista por parte de la Corona de Castilla.

Ya de adulto, siempre lamenté mucho más, en materia de Historia, esta inhibición oficial docente franquista respecto de mis orígenes que las graves consecuencias derivadas de la propia conquista, contra la que, naturalmente y como es obvio, nada pude hacer en su día para evitarla aunque, paradojicamente, ni siquiera hubiera sido posible mi nacimiento y, mucho menos, que hoy llevara el común apellido de  López.

Sin embargo, -y no voy a extenderme más sobre el particular-, para ser sincero, sí que aún continúa doliéndome mucho la incongruente nomenclatura que algunos de los pueblos del Norte de Tenerife más característicos conservan todavía porque, en tal sentido, a la memoria histórica del pueblo guanche continúa sin habérsele hecho la suficiente justicia. Me refiero a los bellos municipios de La Matanza y La Victoria de los que a tanta confusión se prestan sus nombres, no sólo por parte de los numerosos peninsulares que visitan la isla sino también por los muchos propios isleños que la habitan, tal y como pude comprobar el año pasado durante mis veraniegas vacaciones en el Puerto de la Cruz.

La Historia, como también sería en el caso concreto de Canarias, ha sido y será siempre escrita, desgraciadamente,  por los vencedores.


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