Siempre albergué la esperanza, más que la certeza, de que antes de morir no tendría que sufrir las amargas consecuencias derivadas de una nefasta tercera guerra mundial y espero que así sea a pesar de contar todavía con setenta años de vida. Poco después del selecto ataque con misiles de crucero, la madre de todas las bombas ha sido también probada y lanzada con suma eficacia sobre Siria, con el gran éxito obtenido y difundido por todos los medios de comunicación internacionales, pero las posibles consecuencias de esta chulesca provocación de advertencia de Trump, lamentablemente, están aún por llegar. Espero y deseo que Kim Jong-Un no se dé por aludido a pesar de las serias advertencias de sus ensayos en materia termonuclear y que Putin, reservado como siempre, se digne a tomar a broma la tan descarada prepotencia americana de costumbre.
Al parecer, la paciencia estratégica de EE.UU respecto de Corea del Norte ya se ha agotado del todo pero la resignación a la que nos tendríamos que ver avocados cientos de millones de personas frente a esta nueva situación que desgraciadamente no podríamos evitar, resultaría directamente proporcional al sufrimiento padecido por todos y cada uno de nosotros en caso de un inminente conflicto bélico internacional.
Al parecer, la paciencia estratégica de EE.UU respecto de Corea del Norte ya se ha agotado del todo pero la resignación a la que nos tendríamos que ver avocados cientos de millones de personas frente a esta nueva situación que desgraciadamente no podríamos evitar, resultaría directamente proporcional al sufrimiento padecido por todos y cada uno de nosotros en caso de un inminente conflicto bélico internacional.
Mientras tanto, la azarosa vida cotidiana nacional sigue dependiendo de los avatares de nuestra más que modesta política interna, incluyendo los herrumbrosos tres clavos que todavía nos desangran, -a pesar de la ya pasada Semana Santa-, y que, como es ya costumbre desde hace años, continúan aún enhiestos en el ancho madero que se supone es el Estado: el clavo de Euskadi al Norte, el de Cataluña al Este y, por último, el de Gibraltar al Sur. Sin embargo, me consuela muchísimo saber que estos tres problemas domésticos nuestros todavía por resolver definitivamente, parecen ser bastante inferiores a los que puedan derivarse de ese otro gran conflicto bélico internacional que, por el momento, nos mantiene a todos en vilo.
¿Viviremos para contarlo?
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