No se si mi propia existencia en ocasiones se me antoja estrecha o sí por el contrario el poroso recipiente, que al parecer contiene la memoria, exuda lo suficiente como para haber malogrado algunas viejas emociones que algunos amigos me han ayudado a recuperar por sorpresa durante mis últimas vacaciones en el Puerto de la Cruz. Es el caso de un encuentro no tan fortuito porque alguien que también hizo el servicio militar conmigo en el año 1968 me anunció su conocido paradero a aquella hora de la mañana cada día y el lugar no era otro que la parte posterior del remodelado y popular Bar Dinámico en la Plaza del Charco y el personaje tampoco era otro que el que fuera capitán en el CIR 15 (HOYA FRÍA), CARLOS RAMOS ASPIROZ.
Para los indisciplinados, -como la mayoría de reclutas que éramos entonces,- contagiados algunos por los avatares de los movimientos en Europa del llamado Mayo del 68, el capitán RAMOS, de la décimo primera compañía, resultaba temible, sin que llegásemos a admitir del todo que lo que en realidad siempre se espera de un caballero militar fuera disciplina, uniformidad, elegancia, dotes de mando y la autoridad propia que conllevaba su rango. Como suele suceder, la mayoría se daría cuenta de esas virtudes castrenses una vez abandonaron el campamento. Yo lo comprobé in situ ya que por mis dotes de dibujante llegué a colaborar activamente en una revista gratuita y mensual, creada por él, llamada en principio ATLÁNTIDA. Una vez me hube licenciado, la revista cambió de nombre entre los años 1974-1976 para pasar a llamarse HESPÉRIDES.
El entonces capitán RAMOS también resultó ser el creador en el CIR 15 de una unidad militar de PENTATLÓN MILITAR que no sólo compitió a nivel nacional con relevante éxito sino que también lo hizo en BRUSELAS Y RIO DE JANEIRO con notable participación. Los hombres que formaban parte de aquella unidad de élite se enfrentaban en el campo de tiro de entrenamiento a un serio problema que, en principio, no parecía difícil de resolver por cuanto su puntería a 200 metros estaba más que demostrada, pero disparar a esa distancia sobre una diana de un metro cuadrado de superficie teniendo a su mismísimo capitán apoyado en uno de los lados del blanco resultaba, cuanto menos, muy embarazoso además de un serio compromiso para sus aspiraciones individuales. Él mismo siempre fue un claro ejemplo de las virtudes castrenses que esperaba de todos sus subordinados.
En ese encuentro nada fortuito y que mantuvimos dos días distintos y en el mismo lugar durante mi breve estancia en el Puerto de la Cruz me comunicaría que mucho después de que yo abandonara la isla, fue requerido por el entonces Ministro de Defensa del Partido Socialista, Narcís Serra, para formar parte de su Gabinete de Prensa. Ni que decir tiene que, desde entonces, su rango ha aumentado considerablemente en el escalafón pero no me corresponde a mí pregonarlo.
El león ya no resulta tan fiero como antes lo pintaban aunque sigue manteniendo una excelente melena, una extraordinaria erudición, una suprema elegancia y un finísimo gran sentido del humor que le caracteriza entre sus contertulios. Yo ya tengo 71 años y mi capitán algunos más
Para los indisciplinados, -como la mayoría de reclutas que éramos entonces,- contagiados algunos por los avatares de los movimientos en Europa del llamado Mayo del 68, el capitán RAMOS, de la décimo primera compañía, resultaba temible, sin que llegásemos a admitir del todo que lo que en realidad siempre se espera de un caballero militar fuera disciplina, uniformidad, elegancia, dotes de mando y la autoridad propia que conllevaba su rango. Como suele suceder, la mayoría se daría cuenta de esas virtudes castrenses una vez abandonaron el campamento. Yo lo comprobé in situ ya que por mis dotes de dibujante llegué a colaborar activamente en una revista gratuita y mensual, creada por él, llamada en principio ATLÁNTIDA. Una vez me hube licenciado, la revista cambió de nombre entre los años 1974-1976 para pasar a llamarse HESPÉRIDES.
El entonces capitán RAMOS también resultó ser el creador en el CIR 15 de una unidad militar de PENTATLÓN MILITAR que no sólo compitió a nivel nacional con relevante éxito sino que también lo hizo en BRUSELAS Y RIO DE JANEIRO con notable participación. Los hombres que formaban parte de aquella unidad de élite se enfrentaban en el campo de tiro de entrenamiento a un serio problema que, en principio, no parecía difícil de resolver por cuanto su puntería a 200 metros estaba más que demostrada, pero disparar a esa distancia sobre una diana de un metro cuadrado de superficie teniendo a su mismísimo capitán apoyado en uno de los lados del blanco resultaba, cuanto menos, muy embarazoso además de un serio compromiso para sus aspiraciones individuales. Él mismo siempre fue un claro ejemplo de las virtudes castrenses que esperaba de todos sus subordinados.
En ese encuentro nada fortuito y que mantuvimos dos días distintos y en el mismo lugar durante mi breve estancia en el Puerto de la Cruz me comunicaría que mucho después de que yo abandonara la isla, fue requerido por el entonces Ministro de Defensa del Partido Socialista, Narcís Serra, para formar parte de su Gabinete de Prensa. Ni que decir tiene que, desde entonces, su rango ha aumentado considerablemente en el escalafón pero no me corresponde a mí pregonarlo.
El león ya no resulta tan fiero como antes lo pintaban aunque sigue manteniendo una excelente melena, una extraordinaria erudición, una suprema elegancia y un finísimo gran sentido del humor que le caracteriza entre sus contertulios. Yo ya tengo 71 años y mi capitán algunos más
No hay comentarios:
Publicar un comentario