RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

miércoles, 13 de diciembre de 2017

REZADORAS


El proceso gripal por el que aún estoy atravesando me ha vapuleado sin compasión alguna. Me ha zarandeado de tal forma que me he visto obligado a arrojarme entre las frescas sábanas, -que cambiaba cada día,- durante más de dos semanas, sin conseguir siquiera erradicar la fiebre que, todavía hoy, me sigue produciendo intensos escalofríos.
Como consecuencia de las violentas palpitaciones en las sienes, he sufrido además la desagradable sensación de que me hubiera crecido el cerebro, aprisionado fuertemente tal y como llegué a creer contra la caja craneal, contra los parietales en concreto, de tal modo que también los párpados habrían soportado una inusitada tensión hasta el punto de albergar sospechas de que los globos oculares escaparían escandalosamente, de un momento a otro, del interior de sus cuencas. Por si esto fuera poco, el considerable espesor de la mucosidad en la nariz había venido provocándome una intolerable pertinaz sinusitis, incapaz de retirarse con simple agua de mar inhalada varias veces al día.
La sordera que produce tamaño embotamiento hacía que mi mujer perdiera la paciencia conmigo al tener que repetirme las cosas una y otra vez. Por último, las articulaciones que te permiten accionar los maxilares se encontraban tan rígidas que apenas he podido abrir la boca para probar bocado.
Retrocediendo muy atrás en el tiempo, siendo yo aún muy niño pero en las mismas circunstancias en las que, desgraciadamente, hoy me encuentro, las madres de aquellos años acostumbraban a solicitar la presencia de una eficaz rezadora, que en la mayoría de los casos y tratándose de La Cuesta, donde por entonces vivíamos, solían acudir desde La Higuerita, La Finca España, el Valle de Tabares o, incluso, de Geneto.
A su llegada, la madre del enfermo cuidábase siempre de poner en antecedentes a la rezadora sobre el estado de salud, -en este caso-, del niño, aparte de también advertirle que la criatura había sido ya convenientemente bautizada.
-Pues, déjeme a solas con él, solicitaba la rezadora.
Después de desnudarle el pecho y el vientre, la mujer invocaba de inmediato a una serie de santos de toda su confianza y con voz trémula, monocorde,  tranquila y sin variaciones, arrancaba con una serie de largas oraciones encadenadas, solicitando de todos ellos su eficaz intervención en favor de “….la salud de una inocente criatura que no ha tenido culpa alguna del pecado original contraído por nuestros primeros padres y del que nos sentimos tan arrepentidos, etc., etc.”

Mientras en su mano izquierda sostenía un amuleto o cuando no una estampita religiosa, las yemas de los dedos de su otra mano, a tiempo con el rezado, se deslizaban suavemente acariciando en su trayecto la piel de la frente primero, el pecho después y, por último, el vientre, sin cesar nunca en dudar de la inocencia del pequeño. Luego regresaba en sentido contrario y llegando a la frente dibujaba cada vez la señal de la cruz como garantía de su propia eficacia como rezadora. Así una y otra vez.
Después de un cierto tiempo, variable según los casos y sin explicación aparente, una intensa sudoración terminaba por cubrir del todo el cuerpecito del pequeño, desprendiendo a su vez un tenue y tibio vaho traslúcido que a medida que se alejaba lentamente, acariciando en su trayecto los perfiles del escaso mobiliario de la estancia, terminaba por fundirse en la penumbra sombría del fondo. Se había obrado el milagro.
Después de un largo silencio, cuando la madre intuía que todo había ya terminado, regresaba entonces junto al lecho donde su hijo le esperaba ya sonriendo. La rezadora aconsejaba entonces frotar al niño con un paño húmedo de agua fresca y después de cobrar por el rezado de acuerdo a la precaria situación económica de la familia del enfermo abandonaba el lugar de inmediato y en silencio.
Con la novedosa llegada al mercado español del popular VICKS VAPORUB, excepto algunos, ya casi nadie volvió a confiar la salud de sus hijos a las por entonces más que eficaces rezadoras en aquellos lejanos años de posguerra.
LEA LAS INTRUCCIONES DE ESTE MEDICAMENTO Y CONSULTE AL FARMACEÚTICO
¿Cuántas veces habré oído yo este consejo sanitario?
Luego de descartar definitivamente los consejos farmacéuticos me dirigí a la Seguridad Social. El diagnóstico del médico resulto ser GRIPE SEVERA y para combatirla me recetó un nuevo pulverizador nasal dos veces al día (mañana y noche) y dos inhalaciones cada vez por cada una de las fosas nasales. Al parecer se trata de un novedoso medicamento a base de fluorato de fluticasona que descongestiona la nariz con un solo par de aplicaciones. Eso sí, para el resto de los dolores lo de siempre IBUPROFENO, también un par de veces al día pero sólo en caso de dolor.
Hoy ya me siento mejor.

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