Independientemente de que la llamada “huelga a la japonesa” sea considerada una leyenda urbana, su objetivo no era otro que el aumento de la producción para forzar una bajada de precios de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda. En definitiva, se trataba, sobre todo, de causar un claro perjuicio a las empresas, quienes además de sufrir una caída de precios de sus productos, se verían obligadas a hacer frente a los sueldos de los trabajadores al no dejar éstos de asistir a sus respectivos puestos de trabajo.
Por lo tanto, si tomamos al pie de la letra las intenciones de llevar a cabo una “huelga a la japonesa” por parte de la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina y la de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, cabe preguntarnos ¿A quién beneficia o perjudica el espíritu de tal propuesta? ¿Beneficia al Gobierno en perjuicio de la mujer trabajadora? ¿Beneficia a la mujer trabajadora en perjuicio del Gobierno?
Cuando se altera con tanta precisión el espíritu de la letra de ciertos postulados se corre el riesgo de hacer el más espantoso ridículo. Es como tomar el rábano por las hojas, que es lo mismo que interpretar, por conformismo, mal una cosa; hacerlo sólo en virtud de su apariencia y sin profundizar en ella, por lo que es muy aconsejable “atajar el problema de raíz” para que no te quedes con las hojas en la mano y el rábano continúe enterrado.
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