RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

lunes, 19 de febrero de 2018

ASOCIACIÓN NACIONAL DEL RIFLE (NRA)

En realidad y por si no lo saben, al contrario de lo que por aquí siempre predecimos, las armas de fuego, al menos en Estados Unidos de América, que nosotros sepamos, nunca las carga el diablo a no ser que la temible Asociación Nacional del Rifle americano (NRA), como ya haya ocurrido otras tantas veces, le hubiera encargado a su siniestro colaborador y ayudante en el infierno a hacerlo expresamente mortal, aludiendo de forma fútil e interesada a que, -como hemos podido escuchar recientemente a un congresista-, “a un hombre malo armado sólo se le combate con otro hombre bueno pero también armado”.

Si supiéramos exactamente cuántos hombres malos armados existen hoy en EE.UU resultaría muy fácil prever también cuántos hombres buenos armados serían necesarios para combatirlos con la eficacia que exige la ley pero lo que en realidad pretendería dicha asociación con aquella desafortunada frase y en virtud de sus particulares intereses económicos ya conocidos, es que el 50% de la población estadounidense armada fuera  perversamente mala y frente a ella el otro 50% igualmente armada fuera eficazmente buena; de ese modo estaría más que garantizada su inmensa clientela y a mucho mayor escala, si cabe, la discutida por nosotros venta indiscriminada de armas; sobre todo si se tiene en cuenta que cada uno de los perversamente malos o cada uno de los eficazmente buenos pueden llegar a poseer hasta un número ilimitado de armas de cualquier tipo al amparo de lo que establece en USA la segunda enmienda de su Constitución.

Lo que haría falta saber con exactitud es en qué consiste, según los americanos, ser un hombre malo y por qué precisamente lo es.

Parece ser que la distinción no está todavía tan clara como pudiera parecer, sobre todo si se tuviera que tener en cuenta la juventud y las precarias condiciones socio-ambientales que seguramente habrían afectado de manera indiscriminada a la personalidad de Nikolas Cruz y cuyas consecuencias le habría llevado erróneamente a cometer en el colegio de segunda enseñanza Stoneman Douglas, de donde había sido expulsado con anterioridad, la mayor matanza escolar en USA hasta ahora, cobrándose gratuitamente la vida de diecisiete estudiantes y herido a otros quince más.


SUEÑOS DE NIÑO

La despiadada realidad termina siempre por volverse contra uno cuando con toda la ilusión del mundo, mientras fuimos niños, esperábamos ansiosos que nuestros sueños de toda la vida se cumplieran tarde o temprano tal y como tan a menudo habíamos previsto a lo largo de nuestra infancia, durante las benignas noches de estío refrescadas por los alisios.

Conducíamos vehículos transparentes, fabricados con alambre, por senderos de sueños posibles, sostenidos por esa ingenuidad infantil del que se sabe ganador, del que, en el futuro, se sentirá orgulloso y seguro de sí mismo a bordo de uno de verdad. 

Pero lo cierto es que la realidad suele superar con creces nuestras más insignificantes expectativas de futuro, por lo que siempre será preferible mantener la ilusión infinita que te proporcionan los sueños aparentemente posibles, mientras tu humilde cochecito de alambre aguarda junto a tu cama con la mínima esperanza de que tus sueños no se hagan nunca realidad en cada amanecer.

Aquella realidad que siempre esperabas sobrepasará con mucho tus más modestas ambiciones. Sin embargo, habrás necesitado sentarte sobre aquel sueño niquelado de tu vida a sabiendas de que nunca podrás verlo realizado porque, precisamente, ese tan esperado anhelo tuyo se habrá convertido con el tiempo en una  verdad tan contundente que ya jamás podrás alcanzar pero que, sin embargo, si que te permitirá, a pesar de todo,  la ocasión de acariciarla cuando, cuanto y cómo quieras.

Y siguiendo la costumbre, ahí estuve yo, frente a ti, haciendo casi realidad aquello con lo que casi siempre soñaste.

N.R. El Rolls Royce de la foto perteneció, si mal no recuerdo, a Austin Baillón, comprador en su día de la Casa de la Aduana del Puerto de la Cruz y el niño pudo haber sido uno de los muchos del barrio de La Ranilla 

CON FALDAS Y A LO LOCO


En los años 70 no parecía necesario enseñar tanta carne con el fin de reivindicar un derecho perseguido como el de la libertad sexual de cada uno. Sin embargo, durante los carnavales del Puerto de la Cruz, esta reivindicación se conseguía a menudo con una exquisita elegancia no exenta de aquel glamour en boga de los años 60 del pasado siglo y que nos trae a la memoria a aquella mítica película de 1959 dirigida por Billy Wilder e interpretada entre otros por la inolvidable Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon  titulada CON FALDAS Y A LO LOCO.

Quizás no estuvieran entonces reivindicando sólo el derecho al que hemos hecho alusión al principio sino también denunciando el drama que supone para cualquiera la explotación sexual indiscriminada a cargo del proxeneta de turno representado en este caso por el caballero del bigote.

Aunque no recuerdo sus nombres, todos ellos, en aquellos años, estaban directamente vinculados al Puerto de la Cruz en el sector de la hostelería aunque nunca desdeñaron la magnífica ocasión que se les presentaba cada año de participar, a su manera, en aquel divertido desfile de carnaval a lo largo de la avenida de Colón. De manera que el llamado hoy día del ORGULLO GAY algunos ya lo celebraban entonces sin ambages de ningún tipo.

ROLES FEMENINOS



Aunque lo imaginamos, a ciencia cierta nunca sabremos del todo que será lo que le mueve a un varón para, aunque sea durante unas horas, jugar el pacífico rol de mujer.

Será menester consultar a Freud o escrutar por nuestra cuenta en las profundidades del alma humana para tratar de comprender el fenómeno.

En muchos casos y tratándose de Carnaval se me antoja que un puñado de novios o maridos, respectivamente, lo que tratan es ridiculizar o poner en tela de juicio las torpezas, manías o debilidades de  sus respectivas cónyuges.

Durante los carnavales del Puerto de la Cruz tuve ocasión de fotografiar este fenómeno, por otra parte, tan arraigado en el seno de estas particulares fiestas que anteceden a la celebración de la Cuaresma. En las fotos podremos distinguir a distintos ciudadanos del pueblo jugando en plenas condiciones físicas y mentales el rol de, con toda posibilidad, de sus auténticas parejas sentimentales. Algunos de ellos los recuerdo. De izquierda a derecha y de arriba abajo puedo citar a algunos:
Superior izquierda: uno de los hermanos Galindo, a continuación Jorge Bittar

Centro: primera foto. Un joven muy conocido que durante casi toda su juventud trabajó en el supermercado de Gundemaro. A continuación un popular y conocido vecino de la Orotava que trabajó en la parada de las Guaguas. Es el mismo de la última foto inferior.

ANTONIO PLASENCIA, ALIAS "EL PIRULÍ"

A Antonio Plasencia, el primero por la derecha en la foto, se le conocía por el alias de El Pirulí y vivió en el callejón de La Pirulina, en la calle Mequinez. Fue figura clave durante años en las fiestas patronales del Puerto de la Cruz como organizador y animador de los concursos infantiles de pesca. Estuvo durante casi toda su vida vinculado también al futbol infantil. Según algunos testigos hoy ya mayores, Antonio se dedicó en su día a la compra de chatarra, razón por la cual muchos niños de entonces acudían a él para venderle algunos metales, musgo seco y botellas vacías a cambio de algún dinero que ellos agradecían profundamente.

Se consideraba un gran devoto de la Virgen del Carmen y de ello dan testimonio hoy su mujer Manuela y sus hijos Pedro, Toño, Meli y Cándido.

Mario “El Ruso”, a quién aprecio en particular, me ha referido una vieja anécdota que merece la pena contarla aunque sólo sea por la popularidad manifiesta de sus personajes:

“En un tiempo en que el popular, adinerado y, sin embargo, tacaño Piqui Fernández jugaba de lateral derecho en el Puerto Cruz, El Pirulí era  por entonces el encargado, entre otras muchas cosas, de limpiar y repararle las botas, de hacerle una infusión de té con limón y mucha azúcar antes de los partidos, etc., etc.

Cierto día, el mentado Piqui necesitó, al parecer, un especial favor de El Pirulí a cambio de un saco de papas traído por el millonario desde su finca. Antonio cumplió sin dudar su compromiso pero el saco de patatas prometido nunca apareció.
A partir de aquel momento, siempre que Piqui Fernández le pedía un nuevo favor, El Pirulí, desconfiado, respondía muy serio: cuando me traigas el saco de papas”

EL MALECÓN DEL MUELLE (Puerto de la Cruz)

Bajo la oscura superficie de sus aguas, el Atlántico que baña el Puerto esconde también un cielo límpido y profundo que cada noche el mar se ocupa en arrojar sobre la superficie desgarrada del malecón en forma de húmedas láminas de color azul donde los niños, luego a sus anchas, navegarán durante todo el día en cortas singladuras de ida y vuelta a bordo de frágiles embarcaciones de hojalata con fechas de caducidad siempre determinadas por el destino.

En realidad navegarán sobre el trozo de cielo mojado que les tocó en suerte ese día, en la misma ciudad que les vio nacer, siguiendo el probable incierto rumbo que diseñaran para ellos sus padres antes de su nacimiento. Se sentirán seguros del gobierno de sus naves y nada hará presagiar un inminente y fatal naufragio pero tal vez, por su todavía escasa experiencia, no sabrán aún que, desgraciadamente, cuentan con un soberbio, peligroso y encendido enemigo de excepción: el Sol.

Con el paso del tiempo y el ascenso de las temperaturas, aquel trozo de cielo húmedo mil veces surcado a diario en singladuras de ida y vuelta, irá evaporándose lentamente hasta desaparecer por completo durante el curso de unos cuantos días y sus expectativas de avezados patrones marineros tendrán que posponerse para jornadas más aciagas, cuando el mar embravecido vuelva a arrojar de improviso, sobre la misma desgarrada superficie del malecón, nuevas láminas de firmamento impávido que facilite otra vez una feliz travesía por unos días.

En el futuro, debidamente formados como patrones, no dispondrán ya de la suficiente imaginación necesaria como para para cruzar un charco con una lata. Será entonces cuando decidan surcar los mares, precisamente, bajo aquel otro cielo que el Atlántico, mientras fueron niños, como un regalo, les arrojara a trozos durante la noche sobre la siempre desgarrada superficie del malecón del muelle donde hoy atracan seguras sus grandes embarcaciones.


miércoles, 14 de febrero de 2018

JODER LA PAVANA

En principio hoy trataremos de hablar de música, Pero antes permítanme que, a priori, aparente pecar de grosero, cuando no de soez, -si así lo prefieren-, porque en mi ya lejana juventud y sólo en el ámbito de Canarias, que no de la península, corría por entonces una divertida expresión muy popular  que parece haber pasado de moda, sinónima de fastidiar, incordiar o dar la lata y que ahora parece haber renacido al albur de tanta reiteración informativa y que no era otra que la de “joder la pavana”.

En concreto no se sabe con exactitud el origen del término pavana pero existen dos posibles orígenes:
1º) Del italiano padovano (procedente de la ciudad de Padua)

2º) Del español pavo, en alusión a los elegantes movimientos de esta ave y danza habitual en la corte española del Siglo XVI cuyas novedosas maneras formales fueron trasladadas en su día a Italia.

Pues bien, el término pavana hacía mención, como ya hemos mencionado antes, a una danza cortesana de compás binario (2/2) o cuaternario (4/4), indistintamente, muy de moda en Europa durante el Renacimiento. 


Pero yo me pregunto hoy: ¿Quién o quiénes tendrían interés en joder la pavana? ¿Los propios músicos? ¿Los danzantes? ¿El público?
A mí se me antoja que pudo haber sido un patoso danzante quién con su manifiesta torpeza diera al traste con la elegante coreografía que era menester para el lucimiento general, pero ¿Lo haría a propósito? Eso nunca lo sabremos. Lo que si sabemos hoy y es lo que realmente me preocupa en la edad contemporánea que me ha tocado vivir es que de nuevo parece que vuelve a estar vigente aquel término, aparentemente olvidado por lo menos para mí, dándose además la especial circunstancia de que la mayoría de políticos, empresarios, corruptos imputados, deportistas, entidades financieras, etc., etc., no cejan, como otrora ocurriera en el Renacimiento, aunque esta vez a propósito, en continuar jodiendo la pavana una y otra vez, sin tiempo limitado.

Dale que te dale y siempre lo mismo.  

martes, 13 de febrero de 2018

CAMADA PORTUENSE



Estos otros ya no son tan niños  pero en común sienten lo que todos los amigos de cualquier pueblo marinero practican a esa edad, el amor por la mar y las relaciones de fraternal amistad.

Se trata de adolescentes que han sido sorprendidos en comandita por el objetivo de mi cámara. Yo diría que se encuentran en su medio ambiente natural. Siempre les envidié esa familiaridad con la mar que yo nunca tuve de niño. Mi infancia transcurrió a más de ocho kilómetros del litoral de Santa Cruz, en La Cuesta.

Esta numerosa camada es probable que sí rebase hoy los sesenta años pero la pretensión de mi objetivo, trayéndolos aquí, es que intenten reconocerse a si mismos, a esa edad, cuando todo parecía tremendamente fácil, supuestamente posible.

Desde Alemania, un ranillero de pro conocido como Zamorita ha creído reconocer a algunos de los que también fueron sus compañeros de infancia: al “7 pajas”, Cadeo, Ruben y Pepeche y sentado el 3º por la izquierda, Alex Pagés. 

MARGARITA RODRÍGUEZ ESPINOSA

Cuando en el año 1962 me matriculé de 5º de Bachillerato en el Colegio de Segunda Enseñanza del Puerto de la Cruz, yo ignoraba por completo que la que habría de ser, entre muchos otros, nueva compañera de curso hubiera sido elegida el año anterior Reina de las Fiestas del Puerto de la Cruz. Estoy refiriéndome a Margarita Rodríguez Espinosa.

Una vez recién llegado al Puerto, fue en las aulas de aquel entrañable colegio, hoy clausurado, donde hice mis primeros amigos y debo decir, en honor a la verdad, que guardo un recuerdo inolvidable de todos y cada uno de ellos: de los hermanos Figueroa, Jesús, Layo, Rafa Cobiella, Silvia, Carmita, Carmen Rosa Torrents, etc., etc. y, por supuesto, de Margarita Rodríguez, con la que aún hoy mantengo una sincera y profunda amistad a pesar de la distancia que nos separa.

Nunca pareció Margarita ser consciente de su propia belleza y quizá precisamente por ello jamás la explotó en su exclusivo favor pero para todos nosotros resultaba obvio su atractivo. De modo que a la manera filosófica de Platón, las características de la suya resultaba ser la belleza combinada de elementos psíquicos y sociales. Una belleza basada en la virtud, la verdad y no sólo en lo estético sino en valores morales y cognoscitivos. En definitiva, Margarita se convertiría sin proponérselo en la novia ideal que cualquiera de todos nosotros hubiera deseado. mismo.

Éramos muy jóvenes pero por encima de todos nosotros y a pesar de su todavía discreta edad destacaba en especial la sólida madurez de Margarita. Su carisma resultaba incuestionable, hasta el punto de que a menudo acudíamos a ella para solicitarle consejo u opinión sobre todo aquello que en materia escolar, social o incluso filosófica resultaba motivo de preocupación para cualquiera. Recuerdo en especial las diatribas filosóficas compartidas con Tomás Méndez a las que yo me sumaba sólo como convidado de piedra dada la profundidad con que para nuestra edad trataban el tema.

Sin pretenderlo siquiera, Margarita se había convertido o, -más bien diría que en nuestro propio beneficio,- la habíamos convertido en líder de aquella todavía inocente cruzada juvenil necesitada de urgencia  de una filosofía de vida que aún estaba gestándose en las aulas de aquel colegio de secundaria  mientras continuábamos estudiando pero que ya en Margarita daba muestras de una solidez fuera de lo común.

Su solidaridad, su siempre acertado criterio y sobre todo su interés por intentar resolver los problemas sociales más acuciantes de la sociedad que nos tocaba vivir entonces no habían sido aprendidos únicamente al amparo de las aulas del colegio sino que también era fruto de una educación familiar generosa de la que su padre, Don José Rodríguez, resultaba principal artífice por cuanto su militancia política, que tantos problemas le había causado durante la dictadura, defendía unos valores éticos y morales que terminarían por calar profundamente en las almas de cada uno de sus hijos.

La influencia también ejercida por su tío Agustín Espinosa García, vinculado a los movimientos de vanguardias europeos a través de su obra literaria surrealista y la de su primo el Dr. Luis Espinosa García-Estrada así como la del historiador José Agustín Álvarez Rixo, acabaría conformando una personalidad de extraordinaria madurez que hoy le resulta indispensable y sumamente valiosa para explorar e investigar sin complejos en la obra literaria de cada uno de ellos.

A estas alturas del texto, no me gustaría que pasaran inadvertidas dos distintas características de la personalidad incuestionable de Margarita Rodríguez: su finísimo sentido del humor y su también finísimo oído musical. Del primero es muy difícil poner ejemplos de forma literaria pero del segundo, del musical, sí que puedo hacerlo por haberlo vivido y disfrutado personalmente cuando en una fiesta de fin de curso celebrada nada menos que en el Teatro Tophan, Margarita y Carmen Rosa Torrents deleitaron a todos los asistentes con un fantástico recital a dos voces con acompañamiento de guitarras. Aquel mismo día, dirigida entonces por Don Jesús “El maestro” y muy decentemente interpretada, entre otros, por los alumnos Jesús y Layo, fue representada con gran éxito de público y crítica la obra teatral de Molière, “El enfermo imaginario”.

En Julio de 2008 seguí con suma atención su alocución del pregón que le fue encargado por el Ayuntamiento para las Fiestas patronales del Puerto de la Cruz de aquel año. En él ya ponía de manifiesto su vivo interés por mejorar la educación de los jóvenes dando también a conocer su serio compromiso social en favor de la mujer trabajadora.

En esporádicos encuentros mantenidos a lo largo de los años en Barcelona en presencia de su hermano José, también gran amigo mío, hemos hablado largo y tendido sobre la eficacia de la influencia ejercida de aquellas primeras enseñanzas durante nuestros primeros años de estudiantes en plena dictadura y las repercusiones que éstas habrán podido tener hoy en nuestra educación y compromiso social.

En cualquier caso, aparte de otros muchos, sí que me consta el absoluto compromiso social contraído por Margarita en su madurez. Prueba de ello es la Presidencia ostentada en AMALGAMA (Asociación de mujeres del Pto. De la Cruz) además del trabajo realizado en favor de la Biblioteca que  en Los Realejos hoy lleva su propio nombre.

La Profesora de Lengua y Literatura, Catedrática de Enseñanzas Medias en esta especialidad, Margarita Rodríguez Espinosa, amiga felizmente jubilada, no creo que hoy día hubiera aceptado de buen grado aquella propuesta de candidata a  Reina de las Fiestas del Puerto de la Cruz de 1961 con la que abro este artículo dedicado a su persona. El contexto resulta bien diferente. 

lunes, 12 de febrero de 2018

EL AMIGO DEL LIMPIABOTAS

No resultaba nada fácil fotografiar a estas personas en esas condiciones sin padecer un sensible estremecimiento en el momento pero ellos por si solos representaban con toda crudeza la mayor incongruencia pública de un opulento Puerto de la Cruz que entonces nadaba en la mayor abundancia de su historia aunque sin que por parte de las autoridades locales de la época prestaran atención alguna a un ejemplo de abandono social más que evidente durante aquellos años en los que me tocó ejercer de fotógrafo.

No me interesó nunca la postal como recurso artístico, aunque también las tengo. La denuncia en sí misma de alguien que no podía vivir con la suficiente dignidad intentaba yo convertirla en retrato de un sector de la sociedad que, ante mi objetivo, me preocupaba mucho de que, precisamente, aparecieran dignamente fotografiados en su hábitat diario y natural. En este caso concreto, en las proximidades del muelle, lugar donde a menudo se daban cita los casos más extremos. Los veía a diario y el drama para mí consistía en no saber quiénes eran ni como se llamaban cada uno de ellos y yo, tímido en esas cuestiones, por tal de no herir susceptibilidades, ni siquiera preguntaba; simplemente disparaba.

Puedo asegurar sin reservas que tampoco eran casos aislados. Poseo documentos gráficos que demuestran que eran muchos más aunque también sería de recibo afirmar que no todos ellos eran vecinos del Puerto de la Cruz.

Hoy he escogido al azar una de esas muchas fotos que obran en mi poder, representativa de esa temática social que como denuncia iba acumulando en mis archivos. En ella puede apreciarse perfectamente la mirada de uno de los dos. Del otro, sólo puedo asegurar que solía ganarse la vida como limpiabotas y luego de su precaria jornada laboral aprovechaba la proximidad del mar para dormir la siesta: o en el muelle, como en este caso o en San Telmo, donde también lo había fotografiado a menudo.