Hace tan sólo unos días recibí un simpático E-mail con fotografía adjunta de mi entrañable amigo José Martín en el que lamentaba mi escasa, por no decir nula, participación en el Blog que mantengo siempre abierto. El aludía a posibles compromisos con otros menesteres que momentáneamente me mantendrían más ocupado que de costumbre; y no le falta razón.
Los hijos gemelos de mi primo hermano Luis, de quienes no tenía noticia alguna desde hacía unos treinta años, contactaron casualmente conmigo precisamente a través del Blog y en compañía de sus padres, este último mes de Diciembre, decidimos coincidir todos en mi propia casa con el fín de festejar la Navidad y reanudar así la entrañable familiriadad que en realidad nunca perdimos del todo pero que los avatares de la vida había dejado en suspenso durante aquel crepúsculo de nuestras mutuas existencias por los que muchos y por distintos motivos, en un momento dado, pasamos y que al parecer resultan ser tan inevitables.
De niños, los gemelos Luis y Javier quedaban con frecuencia absortos oyendonos tocar la guitarra a su padre y a mí. Lo que nunca llegué a saber hasta esta última Navidad es que, con el paso del tiempo, aquellos niños acabarían estudiando la carrera de guitarra clásica en el Liceo de Barcelona, precisamente gracias a la afición que despertara en ellos mi forma de concebir las obras de Albeniz, Tárrega, Lauro, Villalobos, Leo Brower,entre otros.
Ni que decir tiene que antes de la comida del día 25 con la que celebramos nuestro reencuentro, los gemelos, hoy con cuarenta y tres años cada uno, nos deleitaron a todos los familiares presentes ese día con un excelente y excitante concierto de guitarra clásica..
Yo ya llevaba unos cinco años sin tocar apenas la guitarra, dedicado como he estado últimamente a mis compromisos con la Facultades de Hª del Arte y Bellas Artes respectivamente; sin embargo, poco antes de despedirnos, Luis extrajo de una muy usada carpeta una sencilla partitura de Leo Brower cuyo título es "Un día de Noviembre" y sabiendo de mi simpatía por este compositor de origen cubano, lanzándome luego un velado reto que yo advertí al instante, me dijo:
-La próxima vez nos gustaría escucharla de tu parte. Y en ello estoy de nuevo, recuperando ansioso no sólo la técnica de ejecución sino, además, todo el repertorio guitarrístico abandonado a lo largo de este último lustro.
Un abrazo, Pepe.