RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

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jueves, 2 de agosto de 2018

LOS LUNES AL SOL


No era necesario telefonearles desde Cataluña. Una vez llegado al Puerto de la Cruz, me bastaba simplemente con asistir un lunes a media mañana hasta la terracita frente al mar de esa esquina prodigiosa que daba al muelle y que ofrecía el Bar CAYAYA para reencontrarme, como cada verano, con mis viejos amigos de juventud. 


“Los lunes al sol” seguía siendo nuestro lema y fieles a una vieja tradición ahora perdida por las circunstancias, coincidíamos allí los de siempre: Aurelio Camacho, Paco Pérez, Defrosterus, Rafael Cobiella y en ocasiones Jesús Baixas que, como yo mismo, solía desplazarse en verano desde Tarragona con la misma finalidad que todos los demás.

Los nuevos tiempos y las circunstancias nos irán empujando de tal manera tierra adentro que nuestros encuentros se irán sucediendo sin remisión cada vez más alejados del mar que nos vio nacer y eso significa un mal augurio para un fantasioso como yo que cree firmemente que de tanto alejarme de la costa, acabaré, llegado el momento, cayendo sin querer al hoyo destinado para mí en algún recóndito lugar del interior de la isla. 

Por eso creo que ciertos establecimientos como el de CAYAYA no deberían abandonar nunca a su suerte a todos aquellos clientes suyos que encontraron la senectud acudiendo cada lunes a su cita con el destino bajo el sol y frente al mar y donde, con el tiempo, hubiéramos encontrado la muerte plácida frente a un nítido horizonte atlántico y ante una espumeante jarra de cerveza fresca aún sin consumir.


miércoles, 1 de agosto de 2018

¡ADIOS!, CAYAYA


Entre una foto y otra ha pasado la friolera de unos cuarenta años; sin embargo hoy me siento decepcionado al saber por unos amigos míos catalanes que CAYAYA ha pasado a llamarse y en otro contexto muy distinto ALE-HOP y que como por arte de magia o como sucede en la pista de un circo ha pasado de ser un BAR-RESTAURANTE a una tienda de BOLSOS Y COMPLEMENTOS en un abrir y cerrar de ojos: ¡Ale-hop!

Desde esa terracita minúscula que exhibe la foto en color dela izquierda he tomado muchísimas instantáneas mientras degustaba un café cargado o, en su defecto, una cerveza bien fría pero también la foto de la derecha en blanco y negro nos muestra además el entonces diminuto bar de Juan que en aquellos tiempos solía abrir muy temprano no sólo para satisfacer de carajillos y otros licores a los pescadores que se hacían a la mar tan temprano sino también para tratar de abastecer de suculentos bocadillos de caballa a toda una joven legión de noctámbulos que solían amanecer en el muelle tras el cierre de las numerosas discotecas del Puerto de la Cruz.

CAYAYA disponía también de una singular clientela que llamaba poderosamente la atención y prueba de ello es el ejemplo de este peculiar parroquiano a quién no pude dejar de fotografiar mientras yo degustaba un cortadito largo de café frente al mar.

¡ADIOS, CAYAYA!

martes, 31 de julio de 2018

PISCINAS MARTIANEZ Y MÚSICA


¿Quién diría hoy en día que este lugar correspondíó al litoral de Martianez justo en la zona donde, más o menos, se ubicaba el Charco de la Coronela y donde aprendí a nadar?

Se trata del comienzo de las obras de las Piscinas de Martianez, diseñadas por Cesar Manrique, a dónde me desplacé entonces para hacer un reportaje fotográfico de estos dos excelentes músicos sudafricanos que a la sazón actuaban en la popular discoteca BALI del Puerto de la Cruz, cuyo propietario, un simpático holandés, había contraído matrimonio con una joven del Puerto cuyos padres vivían hacía la mitad de la calle Blanco.

En otra de las fotos que también ilustra este reportaje, puede apreciarse aún, a la izquierda, las instalaciones de las piscinas de San Telmo que como ya apunté en otra ocasión pertenecieron al británico Mister Gilbert y que quedarían fusionadas algo más tarde en el proyecto de Manrique.

No me gustaría terminar sin antes hacer mención a lo que la música en vivo supuso para los jóvenes del Puerto y cuyo mayor exponente entonces lo representaba la mítica discoteca Bali donde, entre otros muchos, actuaron el excelente grupo de color BLACK FIRE y estos otros dos jóvenes a quien les rindo un sentido homenaje por todo lo que significaron sus magníficas versiones de SIMON & GARFUNKEL que tanto me gustaban.

En ocasiones, este tipo de músicos se daban cita en el club de jazz BLUE NOTE propiedad del excelente músico alemán OTTO ARTZMANN y donde a menudo se podía disfrutar de una auténtica JAM SESION a cargo de todos ellos.

viernes, 27 de julio de 2018

PLAYA DE MARTIANEZ Y CINTRA PIRATA


No podría precisar ahora a que edificio corresponde la cornisa en la que posa mi querido hermano ya fallecido y desde la que se aprecia la Playa de Martianez en la época en la que todavía se encontraba la edificación de planta circular del que en un principio fuera llamado CINTRA PIRATA y desde donde se dominaba el Atlántico.

La parte inferior de la edificación rectangular anexa a la planta circular correspondía a las cabinas donde poder cambiarse de ropa. La parte superior estaba destinada a terraza donde en ocasiones, sobre todo los domingos, se podía disfrutar de música en vivo a cargo de grupos locales. La última planta de la edificación circular formaba parte de la discoteca.

Toda esta zona de playa estaba dominada entonces por un popular guarda-playa portuense de nombre Juan quién para su edad presentaba un aspecto fornido del que presumía muy a menudo y al que no le gustaba demasiado la presencia en la playa bajo su jurisdicción de los nativos isleños que acudía a varar sobre una simple tabla de madera aprovechando el incesante oleaje que se producía en ese punto concreto de la costa. De modo que sus íntimos amigos lo formaban los turistas que a la vista de su bronceado cuerpo musculado, eran los primeros en acreditar que el clima de la isla y su temperatura eran los elementos indispensables que obraban el milagro en aquel hombre que ya empezaba a rozar la sesentena. Podría decirse que, a la sazón, Juan actuaba como un verdadero reclamo publicitario en favor de la salud en un lugar sano y tranquilo como el Puerto de la Cruz. 

jueves, 26 de julio de 2018

LA FUENTE DE MARTIANEZ


"El acantilado de Martianez, al pie de la fuente del mismo nombre, se ha visto sensiblemente dañado”. Eso es parte de“ todo lo que declara en su blog mi buen amigo Salvador García que  ha llamado poderosamente mi atención y llenado, a la vez,  de gran preocupación por cuanto dicho paraje significó para mí desde el punto de vista fotográfico allá por la década de los 70. Hablo de una época en la que aún no se había construido el túnel de la carretera del Este y que por lo tanto el acantilado de Martianez permanecía todavía virgen.

Al parecer, la rotura de una bomba de hormigón ha desencadenado el desastre ecológico denunciado por Salvador García con el impacto que su vertido ha producido en el acantilado de Martianez y que resultaba visible desde Colón y la Barranquera.
 Por si sirve de algún consuelo, ilustro este artículo con algunas fotos de entonces, de cuando la fuente era un lugar de paz y sosiego para sus visitantes.

lunes, 23 de julio de 2018

C/. DE LAS LONJAS Puerto de la Cruz













Con tres fotos distintas de la misma época y aparentemente tomadas a la misma hora, he compuesto este fotomontaje en el que se aprecia cómo se estructuraba este fragmento de la calle de Las Lonjas del Puerto de la Cruz, allá por los años 70.

martes, 17 de julio de 2018

LA PILA DE LA PLAZA DEL CHARCO

La memoria me confirma que algo no va del todo bien en el Puerto. Y no lo digo sólo yo sino también mi buen amigo Salvador García Llanos cuando se queja públicamente de la mutilación gratuita de ciertas tradiciones ligadas a las Fiestas en honor de la Virgen del Carmen del Puerto de la Cruz como ha sido este año la abolición de la EXPOSICIÓN DE MINIATURAS Y REPRODUCCIONES A ESCALA DEL MUELLE en la popular pila de la Plaza del Charco, presidida por esa elegante ñamera que aún vive desde antes de mi adolescencia hasta nuestros días y que no son pocos. Aún conservo documentos gráficos de los tiempos en los que el DINÁMICO era el DINÁMICO; y si lo afirmo de este modo es porque todo aquel que hoy día tenga mi misma edad o aproximada, estará de acuerdo conmigo en tal aseveración sin menoscabo de parecer insolente aunque sí con la suficiente edad como para no prestarle como se merece la importancia que tiene tal tradición.

De tal modo que hoy me parece más que oportuno ofrecer un testimonio gráfico que no tiene vuelta de hoja a pesar, o quizá por ello, de ser en blanco y negro y de cuando el DINÁMICO, como ya he dicho antes, era el DINÁMICO, con su terraza a plain air y con la incomparable y fresca sombra con que nos obsequiaban los frondosos laureles de Indias. 

EL LIDO Y LAS PISCINAS SAN TELMO

Mucho antes de que comenzaran las obras de las hoy piscinas de Martianez diseñadas por el artista canario ya fallecido Cesar Manrique, inmediatamente después de la ermita de San Telmo y ya en la Avenida de Colón, se encontraban las llamadas piscinas de San Telmo, cuyo propietario, creo recordar, era un británico afincado en la isla y de nombre Gilbert, Sr. Gilbert para más señas, a quienes sus empleados le rendían una pleitesía tan fuera de lo común que a mí me costaba mucho poder entender. Sea como fuere, el tal Gilbert había diseñado un complejo lúdico que aparte de las propias piscinas contaba además con una discreta y pequeña sala de fiestas llamada EL LIDO de SAN TELMO y sobre cuya pista muchos jóvenes de entonces asistíamos a bailar las tardes de los domingos a los compases de la orquesta de Leopoldo Ortí y cuyo vocalista no era otro que Rafa, un cantante del Puerto con una voz envidiable.



La foto que ilustra este artículo está tomada desde la avenida de Colón un día de mala mar pero a una hora que yo tenía perfectamente estudiada por los contraluces que se originaban en San Telmo y que ofrecían un espectáculo inigualable de contrastes y esplendor que me permitían jugar con ese ambiente que propiciaba además del oleaje, la casi imperceptible salinidad suspendida en el espacio iluminado.

La turista sentada en ese espacio desierto de las piscinas de San Telmo no ha dudado ni un momento a la hora de disfrutar de tamaño capricho de la Naturaleza mientras yo, a sus espaldas, captaba la bella escena desde la avenida de Colón.

SIEMPRE EL PUERTO

Esta sencilla composición fotográfica representa un sector de la calle de Las Lonjas del Puerto de la Cruz. La terraza al mar que anuncia la rupestre inscripción en la pared de la lonja de LOS GALINDOS corresponde a la del restaurante de entonces de la Cofradía de Pescadores y a la que se accedía a través de una vetusta escalera de madera después de franquear el quicio de la puerta que se intuye a continuación pero que no se ve. Por aquel entonces, década de los años 70, la terraza era más bien diminuta aunque también daba al mar y la comida,  sencilla pero gustosa, servida sobre honestos manteles de hule. Generalmente a base de pescado guisado o a la plancha y a precios asequibles. 

Desde aquella década el Puerto de la Cruz ha cambiado mucho  pero a la sazón también era igual de atractivo porque antes o después de comer allí, a la ida o a la vuelta, podías tropezarte en el muelle con un espectáculo gratuito de juegos infantiles difícil de olvidar y que ponía de manifiesto la extraordinaria habilidad de la juventud ranillera en perfecta comunión con la mar. Tal y como representa esta otra fotografía, con la Aduana parcialmente restaurada al otro lado del muelle. 

domingo, 10 de junio de 2018

CHANO MIRANDA Y LA BANDA MUNICIPAL DEL PUERTO DE LA CRUZ



Si hoy traigo a colación la publicación de esta antigua foto de archivo se debe principalmente a dos motivos bien distintos que, en mi modesta opinión, mueven a la reflexión. Por un lado, la entonces militarización de la Semana Santa en España y por el otro la ausencia de conciertos a cargo de la Banda Municipal del Puerto de la Cruz en la popular Plaza del Charco.

Los niños en general, siempre deseosos de poder tocar un instrumento, se sentían sumamente atraídos por pertenecer a cualquier banda de tambores y cornetas habidas en casi todos los pueblos isleños que le ofrecieran la más mínima posibilidad, aun a pesar de tener que padecer los rigores que en verano supone llevar consigo un pesado casco, polainas, guerrera abrochada hasta el cuello además de cargar con el instrumento elegido (foto 1). El enorme escudo metálico del pecho destinado a guardar las baquetas del tambor da una exacta idea de la época a la que pertenece la fotografía en cuestión.

Pero también existían otras bandas como las municipales, donde los niños, aparte de tener la ventaja de no parecer militarizados, podían elegir su instrumento favorito mientras aprendían solfeo y técnicas de digitación o embocadura.

Por lo que puede apreciarse en la foto que encabeza el reportaje, los niños del primer plano forman parte de la banda de cornetas y tambores de la CRUZ ROJA. Sin embargo, todos los otros que con uniforme azul caminan tras ellos pertenecen a la Banda Municipal del Puerto, en la época cuyo director era conocido popularmente por el nombre de CHANO y que en la foto aparece con aire un tanto circunspecto al tratar, con toda seguridad, de dirigir un repertorio algo más sombrío que de costumbre, como los destinados a los lentos acompañamientos de SEMANA SANTA.

Algunos jóvenes que conocí más tarde se sintieron sumamente agradecidos a la oportunidad que el director CHANO les concedió al enfrentarlos a unos instrumentos como el saxofón, el clarinete o la trompeta de los que más tarde serían auténticos virtuosos.

De modo que: ¡Muchas gracias, CHANO, por las tantas horas de música disfrutadas bajo tu desenfadada batuta mientras bajo la sombra que ofrecían los magníficos laureles de Indias del Bar Dinámico, en la preciosa Plaza del Charco, degustaba las más frescas cervezas de los años 70!

jueves, 24 de mayo de 2018

EL RANCHO GRANDE


A ciencia cierta nunca supe quién o quiénes fueron los primeros propietarios del conocido todavía como RANCHO GRANDE sito en el Paseo de San Telmo del Puerto de la Cruz. Se dice que este paseo es uno de los más transitados de todas las localidades turísticas españolas; algo que yo no pongo en duda si atendemos al documento gráfico que muestro en esta crónica.

Lo que sí sé es que los últimos propietarios del local han sido, desde hace ya años, un matrimonio alemán afincado durante mucho tiempo en el Puerto de la Cruz y, tal vez, a partir de entonces es cuando José Martín, hoy jubilado, entraría a formar parte de su plantilla, proveniente del clausurado GOLDEN CLUB, donde había estado prestando sus servicios durante algunos años y en cuyas instalaciones sellamos nuestra inquebrantable amistad hasta el día de hoy.

El RANCHO GRANDE, cuyo nombre nos evoca una muy popular canción mejicana, poseía una característica peculiar que lo hacía único en el paseo: su terraza en voladizo sobre el mar, lo que facilitaba seguir disponiendo de todo el ancho de la calzada para uso peatonal. Las fotos que muestro aquí pertenecen a esa época en la que aún se conservaba tal terraza. Una terraza que te permitía tomar un delicioso aperitivo suspendido sobre el oleaje embravecido del Atlántico batiendo una y otra vez contra la Punta del Viento algo más arriba.

En una de esas manifestaciones gráficas puede apreciarse al fondo la que fuera terraza sobre la Punta del Viento del Restaurante DIANA, en cuyos bajos se ubicada el mítico GOLDEN CLUB, ambos coetáneos de la popular terraza del RANCHO GRANDE.

lunes, 21 de mayo de 2018

GENERACIÓN FEMENINA AÑOS 70

Excepto algunas, las chicas en general, -a las del Puerto de la Cruz me refiero,- no estuvieron del todo ajenas a aquel movimiento beat desatado allá por años 50 y posteriormente, -tal y como he venido afirmando en mi crónica anterior (GENERACIÓN 70)- refrendado por las manifestaciones juveniles de Mayo 68 francés cuyos ecos llegarían a España de la manera que ya me he explicado en el texto de ayer. 



El turismo  de entonces en el Puerto de la Cruz tuvo también una influencia directa en el modo y la forma en que la población iría aceptando un nuevo estilo de vivir, de vestir y, sobre todo, de pensar que paulatinamente también acabaría contagiando a un cierto sector de la juventud portuense, muy interesada por todo el proceso que se estaba llevando acabo de un cambio social y el rechazo a unos valores decimonónicos cuya influencia todavía pervivía y que devino marcada por el aparato de la Iglesia y la dictadura militar.

Algunas de aquellas jovencitas, excepto las que por desgracia hayan ya fallecido, podrán reconocerse entre el puñado de retratos femeninos que también hoy ilustran esta crónica como anticipo de un reconocido homenaje por mi parte hacia todas ellas por el desinteresado favor que para mí supuso en su día colocarse frente al objetivo de mí ya también vieja cámara.

sábado, 19 de mayo de 2018

MI GENERACIÓN



Nuestra generación, entre otras muchas cosas, se distinguió sobre todo por lucir cabellos largos o si lo prefieren, melenas. En realidad consistía en un acto de estética juvenil casi espontáneo heredado de los distintos postulados de la llamada generación beat americana de finales de los años cincuenta y que años más tarde se fundirían con las corrientes reivindicativas del llamado Mayo del 68 francés  que también empezaban a proliferar entre la juventud española a pesar de la soterrada represión en tal sentido por parte del todavía régimen franquista. 

Aunque no toda la población juvenil de la época tuvo en cuenta el espíritu del fenómeno cultural que significó el rechazo a los valores clásicos de la sociedad americana y sí al derecho de libertad sexual y al uso de las drogas auspiciadas por la intensa producción literaria de Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Willians S. Burroughs, muchos de aquellos jóvenes sólo se quedaron con la estética que posteriormente se concretaría, gracias a la influencia y al legado literario de aquellos autores, en el movimiento contracultural hippie.

La juventud del Puerto de la Cruz no fue ajena del todo a la dimensión adquirida por aquel movimiento contracultural. Aunque no toda ella adoptó tal filosofía de vida, sin embargo sí que compartió lo que de estética representaba aquel movimiento en cuanto a música, forma de vestir y, sobre todo, al lucimiento de un cabello largo que entonces no estaba bien visto por las autoridades franquistas, en especial por la Guardia Civil que no se fiaba ni un pelo de aquellos “melenudos” de los que hoy muestro los retratos de diez de ellos que he tomado como ejemplo, aunque conservo muchos más; y todos del Puerto de la Cruz y que por su total desinhibición cito por orden alfabético de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Defrosterus, Diego Encinoso, Francis, Jesús Baixas, Joaquín, Marcos Bello, Mario Torres, Pepe Reyes, Rafa, Tino.

viernes, 18 de mayo de 2018

MOMO

No me gustaría dejar pasar tanto el tiempo sin rendirle un sincero homenaje a un gran amigo mío y de muchos otros portuenses que seguramente hoy en día le sigan recordando como se merece en virtud de sus humanas cualidades y que, desgraciadamente, perdería la vida aún muy joven, cuando todo el mundo creía aún en su recuperación.

En aquel entonces todos estuvimos inmersos en una agitación social, política y económica que a muchos les pillaría por sorpresa, totalmente desprevenidos, y de los que algunos no pudieron zafarse a tiempo dada la peligrosa proliferación de ciertas substancias introducidas entonces en el Puerto de a Cruz, aprovechando no sólo la inocencia de muchos jóvenes sino, además, una clandestinidad difícil de detectar debido a la escasa infraestructura en ese tipo de delincuencia contra la salud pública.

A pesar de haber trabajado juntos, me resulta lamentable no haber podido saber nunca su verdadero nombre aunque yo siempre le conocí por MOMO y para mí era más que suficiente. Le fotografié todas las veces que pude y él se sintió siempre muy agradecido por las copias que en su día le regalé a cambio de que me prestara su imagen para un buen retrato.



Le recordaré vestido de militar, bajo el uniforme de Infante de Marina, degustando un zumo en la plaza del Charco antes de tomar el último autobús que partía desde el muelle del Puerto de la Cruz hasta Santa Cruz y que le depositaría definitivamente en su cuartel. No sé si aquella fue la última foto que le tomé entonces pero sí puedo asegurar que fue la única en la que le fotografié en compañía de su simpática, bella y única compañera, entonces enfermera y de la que lamento no recordar tampoco su nombre pero de la que estoy seguro se sentirá emocionada al saber que muchos aún le tenemos en nuestra memoria y en el corazón además de en imágenes como las que en su honor hoy muestro en esta crónica. 

jueves, 17 de mayo de 2018

LA OJE en el Puerto de la Cruz

Hoy, a través de la información facilitada por mi gran amigo Mario Torres, puedo abundar en los detalles que rodean las circunstancias del falansterio en el que fue convertido aquel gran espacio que también albergaba a la OJE en el piso superior y por cuyo nombre se conocía al edificio en cuestión.

Según Mario, a la derecha de la entrada se encontraba el popular bar de Manuel “El Rolón” cuyos dulces, en particular los de moka y chocolate, expuestos en sus vitrinitas procedían de la Esquina Redonda y que en ocasiones y al descuido solían sisar sin remordimiento alguno. A la izquierda de la entrada y siempre a tenor del relato de mi buen amigo se encontraba la carpintería del padre de Ángelo, de apellido Barroso, y que según testimonios fidedignos, también hacía trabajos para el Ayuntamiento de entonces. El tallercito de reparación de calzado ubicado en el patio correspondía al Espolín quién con su familia y algunas otras fueron repartidas a raíz del incendio del Parque de San Francisco entre la OJE y los empaquetados de YEOWARD, hoy actual Ayuntamiento.



Para tener acceso a las dependencias de la OJE y disfrutar de sus instalaciones además de poder jugar al ping-pong o a básquet, resultaba necesario disponer del carnet que acreditara tu pertenencia a la organización a pesar de que algo más tarde muchos de sus afiliados acabaran formando parte de las filas del PSOE, partido que terminaría ganando las primeras elecciones democráticas en el Puerto de la Cruz con el joven Paco Afonso como alcalde al frente del Ayuntamiento de la ciudad y cuyas fotos pueden apreciarse como testimonio documental en este misma crónica.



Entre otros, celebran el triunfo el propio Paco Afonso y Celestino Padrón.


miércoles, 9 de mayo de 2018

LIMPIABOTAS O BETUNEROS DE LA PLAZA DEL CHARCOen el PUERTO DE LA CRUZ


En Julio de 2016, es decir, hace ahora dos años y durante unas vacaciones en el Puerto de la Cruz tuve ocasión de conocer a un peruano que de manera casi testimonial ocupaba un lugar en el extremo de la Plaza del Charco, aunque no en su interior, que da al muelle y donde exhibía las herramientas con las que en un periodo determinado de su vida se ganaba la vida dedicándose a ello de lleno y cuya profesión no era otra que la de limpiabotas o betunero.

A lo largo de mi infancia, sobre todo en Santa Cruz, resultaba muy común verles deambular en busca de clientes a lo largo de las muchas terrazas de bares abiertas a la calle a la voz de ¡limpia! ¡limpia! arrastrando siempre la primera “i” con una cierta desgana. Sin embargo a alguno de ellos les recuerdo llevando además de la caja y el banquito, un cojincito con el que colocado bajo las rodillas evitaban el roce de estas con el suelo mientras las posaderas reposaban cómodamente en el banquito. Era otra forma de permanecer de rodillas ante el cliente pero a la vez descansando.

Cuando me establecí en el Puerto de la Cruz aquella antigua profesión continuaba en auge aunque, en honor a la verdad, debo decir que la postura del limpiabotas no era la misma que la mencionada antes. El banquito resultaba tan grande como la caja, lo que permitía tener las piernas estiradas aunque, eso sí, algo flexionadas, tal y como muestro en las fotos que ilustran este artículo. Quizá tal postura se debiera a que no eran precisamente limpiabotas ambulantes sino que ocupaban un sitio fijo en la inigualable Plaza del Charco que aún sigo recordando y cuando puedo también visitando.

Agustín y Francisco Pacheco eran hermanos y durante los años que viví en el Puerto de la Cruz siempre permanecieron en su puesto diario de trabajo. Luego se sumarían otros pero entonces había trabajo para todos ellos.

Aparte de los hermanos Pacheco, también conocí a otros dos cuyos nombres no recuerdo pero que también formarían parte de todo aquel complejo emocional que contribuiría a conformar la personalidad de un espacio público fundamental como sigue siendo hoy la Plaza del Charco.

Desde el punto de vista del cliente, betunarse los zapatos tenía en sí algo de ritual, algo así como afeitarse los sábados en la barbería. Frente a un vermut y una ensaladilla rusa en cualquier terraza de Santa Cruz, para una determinada élite social resultaba indispensable, sobre todo si coincidía con el fin de semana, que te lustraras los zapatos convenientemente porque además quedaba bien visto presumir de aquel lujo casi colonial de que alguien lo hiciera por ti y además en público y bien.

sábado, 5 de mayo de 2018

1ª FIESTA BÁVARA DE LA CERVEZA EN EL PUERTO DE LA CRUZ Año 1975


Albergo ciertas dudas respecto a sí la primera gran carpa que acogía la Fiesta Bávara de la Cerveza fue montada en el Parque de San Francisco tal y como afirman los responsables del diario LA OPINIÓN.

Lo que sí no cuestiono es la invitación que, al parecer, en 1973 el CIT le propuso a la orquesta bávara de nombre Banda Lustgen Engerländer de la ciudad de Leinach, comarca de Würzburg (Baviera) a participar en una serie de conciertos en el Puerto de la Cruz como preámbulo a la que años más tarde sería la 1ª Fiesta de la Cerveza que se celebraría en 1976, según LA OPINIÓN, en el Parque de San Francisco.

Creo recordar que aquella enorme y novedosa carpa de rigurosa estructura metálica fue montada por primera vez en el ahora recinto ferial del muelle del Puerto de la Cruz y no en el Parque San Francisco como asegura LA OPINIÓN.

Además de la banda bávara mencionada con anterioridad, un bellísimo cuerpo de baile femenino ejecutaba, al son de la música folclórica interpretada, unas alegres y sugerentes danzas bávaras de gran vistosidad. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar además que una excelente orquesta de Montenegro (Los Montenegrinos) amenizaba las largas noches de fiesta con magníficas interpretaciones de conocidas melodías bailables.

Por si fuera poco y como atracción de primer orden, se contó además con la presencia del popular cantante español Micky (Micky y los Tonys) quien ya se había hecho popular en Alemania gracias a una pegadiza canción suya titulada Fernando.

De la organización del conjunto de actividades y contratación del numeroso personal indispensable se encargó una pareja alemana de muy dudosa reputación administrativa y comercial residentes desde hacía años en el Puerto, de tal manera que una vez terminado el evento, el personal contratado tuvo serias dificultades en cobrar el salario convenido haciendo cola cada día, como yo mismo, ante la oficina improvisada en una calle del Puerto dispuesta a tal efecto.

También yo quedé afectado por el supuesto fracaso económico que supuso aquel primer evento ya que con el único propósito de poder cobrar mi trabajo fotográfico por el que había sido previamente contratado tuve que pasar por la exigencia, sin haber sido pactada, de la entrega de los cientos de negativos utilizados en el reportaje a lo largo de una semana con lo que sólo pude salvar los que hoy presento aquí.



jueves, 3 de mayo de 2018

FERVOR RELIGIOSO


Pese a contar ya con una afluencia turística de muy distintas confesiones de capital importancia, la población autóctona del Puerto de la Cruz nunca perdió el fervor religioso que también le caracterizaba. El más popular, por su condición de pescadores, sea quizá el profesado aún hoy en día a la Virgen del Carmen, sin desmerecer en absoluto el dedicado al del Gran Poder de Dios ni tampoco el consagrado a la Purísima y, tal vez, en última instancia, el ofrendado a San Telmo. Se trata de una devoción católica popular y sincera cuya manifestación callejera despierta también un inusitado interés de los turistas por tamaño fervor religioso. Un fervor religioso que cuando fueron tomadas estas fotos empezaba ya a correr paralelo a otros usos y costumbres hasta entonces inéditos importados hasta las islas por los europeos del norte.

En cualquier caso, los portuenses vivieron siempre con naturalidad esta dicotomía de costumbres religiosas que no afectarían para nada a las celebraciones religiosas futuras, arraigadas de tal forma a través de tantas generaciones que resulta imposible desterrarlas por completo a pesar de la crisis por la que atraviesa la Iglesia Católica en materia de credibilidad.


Las esperanzas de muchos isleños puestas en sus imágenes favoritas resultan de tal peso que difícilmente las promesas vertidas por la clase política en favor del bienestar de sus militantes y votantes podrán superar en crédito a las que les deparan sus santos preferidos ante los que se encomiendan en sus rogativas diarias.

lunes, 23 de abril de 2018

TSUNAMI


Si observamos detenidamente la foto, esta variación del nivel del mar en el litoral del Puerto de la Cruz de no recuerdo que año, no podría ser calificada de pleamar al no parecer que la causa, como se creyó en un principio, fuera como consecuencia exclusiva de la fuerza de la gravitación. Más bien parece un tsunami que aquel día causó numerosos desperfectos en el paseo de San Telmo y en las piscinas del mismo nombre regentadas entonces por el Sr. Gilbert
.
Por poner sólo un ejemplo, la descomunal fuerza del oleaje contra el litoral conseguiría abrir unos boquetes tan grandes en la superficie del paseo de San Telmo que, a través de ellos, por cada embestida producida por el violento oleaje, se originaban unos geiseres de varios metros de altura que arrojaban cientos de litros de agua de mar sobre los aledaños del paseo.

El nivel del agua del mar resultaba tan alto que todo el complejo de las piscinas de San Telmo quedó sumergido bajo las turbulentas aguas del enfurecido Atlántico. La plancha de hormigón corrido que servía de cubierta a todas las casetas para el cambio de vestuario de los clientes, fue levantada de golpe noventa grados, hasta dejarla en posición perpendicular al plano del suelo después de haber reventado las puertas cerradas de madera que las protegían.

Los vehículos aparcados en la margen del litoral de la Avda. de Colón fueron arrastrados por los sucesivos golpes de mar hasta los jardines del lado opuesto del Bar Oasis Playa y el Hotel Valle Mar.

Como ejemplo del desastre ocasionado por tamaña marea, tan sólo con ver la destrozada bandera roja de precaución, da una idea concreta de las grandes dimensiones alcanzadas aquel día por lo que entonces desconocíamos como un auténtico tsunami.