Miembro del Servicio Secreto de Inteligencia Británico destinado en Tenerife.
Al llegar, Stanley no pareció sorprenderse de la preocupada expresión de su amigo Livingstone. Tampoco imaginaba que el hombrecillo con el que se cruzara hacía sólo unos minutos al final de la calle pudiera haber sido el causante de tanta amargura.
-¿Que hay de nuevo, Stanley? -preguntó Livingstone aparentando despreocupación.
-Nada nuevo, Livingstone, excepto la presencia, al final de esta misma calle, de un individuo muy peculiar con el que me he cruzado viniendo hacia aquí y que no sé por qué extraña razón ha despertado tanto mi curiosidad.
-¿De baja estatura, con sombrero y abrigo negros, tal vez?, -inquirió de nuevo Livingstone.
-Efectivamente. Pareció reconocerme pero no estoy del todo seguro. Noté que al cruzarnos me miraba pero esta maldita niebla desdibuja tanto los perfiles................ -y dejó la frase en suspenso como invitando a su amigo a que la completase-.
-Se hace llamar Malcolm y antes de tu regreso ha estado hablando unos minutos conmigo. Me ha revelado algo a lo que, personalmente, no concedo ningún crédito pero que debe tener un punto de coincidencia con mis peregrinas sospechas; aunque no sé exactamente con qué o con quién.
-¿Y que le ha confesado?, -preguntó Stanley ahora visiblemente preocupado-. Livingstone dudó unos instantes antes de revelarle a su amigo el contenido de la cruda confesión. Sin embargo, resolvió ponerle inmediatamente al corriente de tan grave situación. No se encontraba ya en disposición de ocultarle por más tiempo lo que él, desde un principio, había rechazado categoricamente; aún así, se lo hizo saber:
-Que Lady Ginebra, en realidad, se trata de una doble agente, -dijo casi murmurando y guardando grandes pausas entre las palabras-.
-Esta situación presenta, por el momento, dos distintos interrogantes, -continuó Livingstone mientras se aproximaban a la entrada del Hotel-. En primer lugar, el hecho de que a dia de hoy no estemos completamente seguros de si Lady Ginebra y T.G. sean en realidad la misma persona; en segundo lugar, si cabe la remota posibilidad, como parece ser probable, de la presencia en escena de una supuesta tercera mujer.
-¿Otra mujer? -interrumpió bruscamente Stanley-. A decir verdad, -prosiguió Stanley-, Sir Lancelot me confirmaba ayer haber visto a Lady Ginebra del brazo de un hombre en Londres. Naturalmente, no doy crédito a tal información pero me preocupa profundamente el hecho de que este falso testimonio esté tomando tanto cuerpo en detrimento de la absoluta lealtad y confianza que me inspira nuestra queridísima amiga.
-No es posible, -exclamó Livingstone-. ¿Conoce Vd. a un tal agente TELVI, destinado en Tenerife? -preguntó con ansiedad a su amigo.
-He oido hablar de él en alguna ocasión, ¿Por qué me lo pregunta, Livingstone? -inquirió con benevolencia Stanley-.
-Pues bién, el tal TELVI, hombre de toda mi confianza -relató ufano Livingstone-, asegura conocer a una mujer de nombre WELCOME PEREZ y de origen español que, posiblemente, por despecho hacia nuestra querida amiga haya maquinado esta grave calumnia para tratar con ella de involucrar a Lady Ginebra en una falta de alta traición a la Corona y conseguir de ese modo desprestigiar del todo su más que reconocida trayectoria como Agente Secreto del Servicio de Inteligencia Británico para África y Canary Islands; aunque desconocemos todavía con qué otro desagradable propósito-.
Llegados a este punto de la conversación, Stanley y Livingstone entraron en el discreto Hotel y, antes de retirarse a sus respectivas habitaciones, aún tuvieron tiempo de tomar asiento en los cómodos butacones dispuestos en el Hall para tratar con más tranquilidad de poner fín a tantas especulaciones sobre la auténtica identidad y gran dedicación de la que parecía ser la eficiente y siempre bellísima colega Lady Ginebra.
-Puntualicemos, -insistió Stanley ante dos tazas humeantes de té chino-. Al parecer, por lo que ya sabemos, Lady Ginebra podría tener una supuesta hermana conocida como T.G., propietaria y comandante, respectivamente, de la célebre nave CUÉLEBE en la que nosotros mismos hemos viajado "en el tiempo" tan a menudo. Lady Ginebra y T.G. podrían muy bien ser la misma persona pero que a nosotros, por el momento, no nos lo parece. Y por último, a decir del agente TELVI, contamos con la presencia de WELKOME PEREZ quién podría muy bien ser la misteriosa mujer a la que se refiere Sir LANCELOT y que hubiera sido vista en Londres de brazo de un hombre haciéndose pasar por Lady Ginebra. Este individuo podría tratarse probablemente del Ministro de Asuntos Exteriores del Parlamento Británico a quién WILKOMEN PEREZ le hubiera hecho creer que ella no era otra que la mismísima Lady Ginebra, mientras ésta, según las informaciones que nos constan, permanece ocupada en Tenerife en preparar toda la infraestructura necesaria que precisará nuestra furtiva presencia en la isla dentro de las próximas semanas.
Ambos hombres apuraron sus respectivas tazas de té pensativos y en silencio. Stanley, levantándose, exclamó:
-Retirémosnos, Livingstone. A partir de mañana nos queda una larga y dura travesía hasta Canarias.