RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

sábado, 4 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS. Trás los pasos del barón HUMBOLDT

LADY GINEBRA durante la fiesta ofrecida en su honor por el barón Herr HUMBOLDT.

Lo más probable es que Lady Ginebra, tal y como se le había hecho creer en un principio, esperara que el anunciado desembarco de sus compañeros se produjera en alguna solitaria bahía próxima a Santa Cruz de Tenerife, sin embargo, en previsión de que su bella colega pudiera ser intencionadamente seguida hasta la costa sur por parte del Servicio de Contraespionaje alemán, Livingstone y Stanley habían tomado la inteligente precaución, -ante esta probable eventualidad-, de utilizarla como señuelo aunque sin su conocimiento previo, optando, en última instancia, por cambiar el lugar de desembarco en el extremo opuesto de la isla.

El resultado de este repentino cambio obedecía tan sólo a la inquietante sospecha que ámbos hombres albergaban respecto de que Lady Ginebra pudiera haber sido invitada a casa del barón, precisamente ese mismo día, con el único propósito de alejarla lo más rápidamente posible del supuesto lugar indicado para el esperado desembarco con lo que Livingstone y Stanley hubieran quedado entonces totalmente abandonados a su suerte y sin el suficiente y necesario apoyo logístico prometido que requería el éxito de tan complicada operación además de completamente indefensos frente al que consideraban su peor y más encarnizado enemigo. De cualquier modo, Lady Ginebra, sin proponérselo siquiera, les habría ahorrado aquel probable peligro haciéndoles, sin querer, el enorme favor de haber aceptado la gran influyente invitación a tan concurrida cita.

Lo lamentable de ese repentino cambio consistía en la inesperada renuncia involuntaria al exquisito "cus-cus" al que Lady Ginebra les tenía ya acostumbrados y con el que solía obsequiarles en cada uno de sus amistosos o profesionales encuentros.

El cofre, depositado por obra del leal y diligente asistente de su colega y hallado posteriormente por los dos hombres cerca de la pequeña rada de Garachico, donde finalmente habían decidido desembarcar, contenía, además de instrucciones precisas destinadas para la acción inmediata, armas, munición, mapas, brújulas, así como avituallamiento necesario para un par de semanas de subsistencia como mínimo, tiempo estimado que consideraban tardarían en encontrarse finalmente con su contacto en Santa Cruz.

viernes, 3 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS (trás la localización del barón Herr Humboldt)

LA FRAGATA: taberna existente hoy dia en memoria de aquel histórico desembarco. Ante su puerta, la chalupa que condujo hasta la playa a Livingstone y Stanley. (Puerto de la Cruz).

Mientras tanto, en un lugar no especificado de Santa Cruz de Tenerife, capital de la isla, un anónimo y silencioso emisario había hecho entrega, en propia mano aquella misma mañana, al eficiente leal asistente personal de Lady Ginebra, de una discreta aunque lujosa invitación en sobre cerrado y lacrado dirigida secretamente a su jefa mediante la cual se le rogaba encarecidamente su honorable asistencia a las 20,30 horas del día siguiente a una recepción organizada por un puñado de altas personalidades de la aristocrácia canaria y que tendría como especial escenario una mansión del siglo XVII próxima al acantilado de Los Gigantes y propiedad del enigmático y enemigo acérrimo de la coronas británica y española, respectivamente, barón Herr Humboldt. Tal invitación hacía especial hincapié en la importancia de su presencia en beneficio de sus supuestos intereses personales.


Lo que con toda seguridad ignoraba el barón Humboldt es que esa misma noche, amparados por la creciente oscuridad reinante, desde una elegante fragata con pabellón inglés fondeada a una milla de la bahía de Garachico, se botaba por la amura de estribor una chalupa que, oculta trás el propio casco del navio, llevaba a bordo una dotación compuesta de tres hombres: Stanley, Livingstone y un remero, Popeye, experto marinero del Queen Mary además de dos fláccidos monigotes (machangos en el argot) estrategicamente tumbados en el fondo húmedo de la embarcación.

Alguien desde la costa podría encontrarse ojo avizor por lo que el remero, sentado en medio de la pequeña embarcación, bogaba suavemente y en silencio intentando no chapotear demasiado contra la superficie del agua mansa. Stanley permanecía sentado en proa y Livingstone en popa pero, en todo caso, los tres, expresamente, bien a la vista.

Trás una corta travesía, la barca con sus cinco ocupantes a bordo quedó varada en una empinada y recoleta playita de arena negra protegida de los posibles curiosos por un escarpado y alto acantilado de roca volcánica De ella desembarcaron sólo dos hombres que se perdieron rápidamente en la espesura que les ofrecía la oscuridad de la noche. El tercero y los monigotes (machangos en el argot) permanecieron aún un tiempo más que prudencial a bordo hasta que el marino estuvo del todo convencido de haber culminado la misión encomendada con el éxito esperado. Acto seguido, sentó a los dos muñecos (machangos en el argot) en el lugar que ocuparan antes Livingstone y Stanley y remando ahora enérgica y despreocupadamente regresaron de nuevo a bordo del Queen Mary.

Si alguien desde la costa hubiera visto a tres hombres a bordo de una lancha en dirección a tierra, también se habría percatado de la presencia de los mismos tres hombres de vuelta a la fragata. En eso consistía el engaño. Curarse en salud le llamaban a eso.

.....continuará


jueves, 2 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS. (continuación del relato del pasado Lunes 30)

Miembros de la tripulación del Queen Mary (fragata de tres palos). Se trata del piloto y del contramaestre, ámbos de origen vasco.

¡¡Tierra a la vista!!, -gritó repetidas veces el vigía de turno desde la cofa del palo mayor del Queen Mary.

Una tenue mancha vertical y plana se hacía cada vez más visible en lontananza. Para el ocaso faltaban aún un par de horas pero ya el azul del cielo comenzaba a teñirse de aquel otro caliente color naranja que, por estas latitudes, precede siempre a la fascinante hora del crepúsculo. La temperatura, muy benigna; ni demasiado frio ni tampoco demasiado calor. A la repentina voz del vigía, la marinería, vocinglera como siempre, había cruzado a toda prisa la cubierta para acodarse comodamente a lo largo de la amura de estribor tratanto cada uno de descifrar el valor absoluto de aquella mágica silueta suspendida sobre la delicada línea del horizonte. Alguien que en otras ocasiones habría ya navegado sobre aquellas tranquilas aguas del Atlántico, se dirigió con autoridad al resto de la tripulación para advertirles: ¡TENERIFE!.

Durante tan larga travesía sobró tiempo para crear y tener a punto el día del desembarco dos muñecos (machangos en el argot) a tamaño natural confeccionados con trozos de viejas velas y restos de enmohecidas maromas de diverso diámetro. Los encargados de vestir a la desmadejada y blanda pareja pusieron toda la imaginación de la que eran capaces como para terminar coronándoles con dos viejos pero soberbios sombreros de fieltro encontrados en el interior de un baul abandonado en un rincon del sollado, provocando las carcajadas de la concurrencia. A pesar del empeño con que se tomaron su entretenido y, en apariencia, divertido trabajo, ignoraban por completo el destino que les esperaba ya no solo a ellos mismos sino además a aquellos otros dos inanimados monigotes (machangos en el argot) recién terminados hoy con tanto esmero. Lo único que sí sabían por ahora sus creadores es que, una vez convenientemente pintados y por orden expresa del capitán, fueran cuidadosamente depositados en el fondo de una de las chalupas salvavidas de babor dispuesta a tal efecto sobre cubierta del barco; y así lo hicieron.

Aquella misma tarde, el capitán, cuyo verdadero nombre, por razones obvias de seguridad, ocultaba bajo el atractivo "alias" de EL NEGRO, mando reunir con urgencia a la totalidad de la tripulación sobre cubierta, ante el castillo de proa. Cuando hubieron cesado los murmullos provocados por la sorpresa entre la agitada tripulación, dirigiose entonces, categoricamente a ellos, en una breve pero contundente alocución en los siguientes términos:

-¡Marineros!: -gritó amenazante EL NEGRO con un profundo vozarrón castigado por más años de rancio aguardiente que por menos de excelente ron antillano- no os hagais ilusiones respecto a la posibilidad de poder desembarcar mañana-.

Después de una larga pausa que aprovechó para medir mejor el alcance exacto de sus certeras palabras, prosiguió:

-Una determinada y secreta misión nos lo impide, incluso a mí mismo. Por lo tanto espero de todos Vds. la máxima colaboración y total discreción por el éxito de la delicada misión que la Royal Navy nos ha honrado en confiarnos. Así es que, esta noche, nos mantendremos al pairo y antes del amanecer fondearemos en una rada próxima, a unas millas escasas de donde nos encontramos ahora-.


Y dando por termina su concisa pero eficaz arenga, ordenó con autoridad:

-¡Ahora, todos a sus puestos!


....continuará

miércoles, 1 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS.[anterior al Lunes 30 (2)]. EL BENEFICIO DE LA DUDA

Miembro del Servicio Secreto de Inteligencia Británico destinado en Tenerife.

Al llegar, Stanley no pareció sorprenderse de la preocupada expresión de su amigo Livingstone. Tampoco imaginaba que el hombrecillo con el que se cruzara hacía sólo unos minutos al final de la calle pudiera haber sido el causante de tanta amargura.

-¿Que hay de nuevo, Stanley? -preguntó Livingstone aparentando despreocupación.

-Nada nuevo, Livingstone, excepto la presencia, al final de esta misma calle, de un individuo muy peculiar con el que me he cruzado viniendo hacia aquí y que no sé por qué extraña razón ha despertado tanto mi curiosidad.

-¿De baja estatura, con sombrero y abrigo negros, tal vez?, -inquirió de nuevo Livingstone.

-Efectivamente. Pareció reconocerme pero no estoy del todo seguro. Noté que al cruzarnos me miraba pero esta maldita niebla desdibuja tanto los perfiles................ -y dejó la frase en suspenso como invitando a su amigo a que la completase-.

-Se hace llamar Malcolm y antes de tu regreso ha estado hablando unos minutos conmigo. Me ha revelado algo a lo que, personalmente, no concedo ningún crédito pero que debe tener un punto de coincidencia con mis peregrinas sospechas; aunque no sé exactamente con qué o con quién.

-¿Y que le ha confesado?, -preguntó Stanley ahora visiblemente preocupado-. Livingstone dudó unos instantes antes de revelarle a su amigo el contenido de la cruda confesión. Sin embargo, resolvió ponerle inmediatamente al corriente de tan grave situación. No se encontraba ya en disposición de ocultarle por más tiempo lo que él, desde un principio, había rechazado categoricamente; aún así, se lo hizo saber:

-Que Lady Ginebra, en realidad, se trata de una doble agente, -dijo casi murmurando y guardando grandes pausas entre las palabras-.

-Esta situación presenta, por el momento, dos distintos interrogantes, -continuó Livingstone mientras se aproximaban a la entrada del Hotel-. En primer lugar, el hecho de que a dia de hoy no estemos completamente seguros de si Lady Ginebra y T.G. sean en realidad la misma persona; en segundo lugar, si cabe la remota posibilidad, como parece ser probable, de la presencia en escena de una supuesta tercera mujer.

-¿Otra mujer? -interrumpió bruscamente Stanley-. A decir verdad, -prosiguió Stanley-, Sir Lancelot me confirmaba ayer haber visto a Lady Ginebra del brazo de un hombre en Londres. Naturalmente, no doy crédito a tal información pero me preocupa profundamente el hecho de que este falso testimonio esté tomando tanto cuerpo en detrimento de la absoluta lealtad y confianza que me inspira nuestra queridísima amiga.

-No es posible, -exclamó Livingstone-. ¿Conoce Vd. a un tal agente TELVI, destinado en Tenerife? -preguntó con ansiedad a su amigo.

-He oido hablar de él en alguna ocasión, ¿Por qué me lo pregunta, Livingstone? -inquirió con benevolencia Stanley-.

-Pues bién, el tal TELVI, hombre de toda mi confianza -relató ufano Livingstone-, asegura conocer a una mujer de nombre WELCOME PEREZ y de origen español que, posiblemente, por despecho hacia nuestra querida amiga haya maquinado esta grave calumnia para tratar con ella de involucrar a Lady Ginebra en una falta de alta traición a la Corona y conseguir de ese modo desprestigiar del todo su más que reconocida trayectoria como Agente Secreto del Servicio de Inteligencia Británico para África y Canary Islands; aunque desconocemos todavía con qué otro desagradable propósito-.

Llegados a este punto de la conversación, Stanley y Livingstone entraron en el discreto Hotel y, antes de retirarse a sus respectivas habitaciones, aún tuvieron tiempo de tomar asiento en los cómodos butacones dispuestos en el Hall para tratar con más tranquilidad de poner fín a tantas especulaciones sobre la auténtica identidad y gran dedicación de la que parecía ser la eficiente y siempre bellísima colega Lady Ginebra.

-Puntualicemos, -insistió Stanley ante dos tazas humeantes de té chino-. Al parecer, por lo que ya sabemos, Lady Ginebra podría tener una supuesta hermana conocida como T.G., propietaria y comandante, respectivamente, de la célebre nave CUÉLEBE en la que nosotros mismos hemos viajado "en el tiempo" tan a menudo. Lady Ginebra y T.G. podrían muy bien ser la misma persona pero que a nosotros, por el momento, no nos lo parece. Y por último, a decir del agente TELVI, contamos con la presencia de WELKOME PEREZ quién podría muy bien ser la misteriosa mujer a la que se refiere Sir LANCELOT y que hubiera sido vista en Londres de brazo de un hombre haciéndose pasar por Lady Ginebra. Este individuo podría tratarse probablemente del Ministro de Asuntos Exteriores del Parlamento Británico a quién WILKOMEN PEREZ le hubiera hecho creer que ella no era otra que la mismísima Lady Ginebra, mientras ésta, según las informaciones que nos constan, permanece ocupada en Tenerife en preparar toda la infraestructura necesaria que precisará nuestra furtiva presencia en la isla dentro de las próximas semanas.

Ambos hombres apuraron sus respectivas tazas de té pensativos y en silencio. Stanley, levantándose, exclamó:

-Retirémosnos, Livingstone. A partir de mañana nos queda una larga y dura travesía hasta Canarias.




EXPEDICIÓN A CANARIAS [anterior al lunes 30 (1)]. EL BENEFICIO DE LA DUDA

Foto del supuesto MALCOLM cedida por el prestigioso Servicio Secreto de Inteligencia Británico y tomada, con toda seguridad, durante la reconocida Romería de la Orotava en Tenerife (Canary Islands).
Este corto episodio de dos pequeños capítulos (ver el siguiente, su continuación), se produjo unos dias antes de partir de Plymouth a bordo del Queen Mary. Lo reproducimos por la vital importancia que tendrá en el transcurso de la narración .
Como todos Vds. han tenido ocasión de comprobar, Stanley y Livingston se encuentran a punto de arribar a la costa de Canarias.

Mientras esperaba pacientemente a su buen amigo Stanley, Livingstone, -parado ante una afilada esquina de una oscura calle de Plymouth próxima al puerto-, se vió repentinamente abordado por un hombrecillo de minúscula estatura surgido de la espesa y pertinaz niebla británica, tocado con un diminuto sombrero negro y parapetado tras los sucios cristales de unos anteojos de montura metálica que dejaban entrever unos ojillos maliciosos en medio de un rostro cubierto hasta la nariz por el cuello alto de un espeso y largo abrigo de color también negro- y que cuando, por fín, estuvo frente a él, afirmó en tono de sensible duda.

-Livingstone, supongo.
-El mismo -aseveró Livingstone sin apartar en ningún momento la vista del hombrecillo.
-¿Puedo hablar en serio con Vd.? -preguntó con cierta timidez el desconocido.
-Lo siento mucho, pero me temo que eso es completamente imposible. Jamás suelo hablar en serio con nadie y menos aun con desconocidos -argumentó Livingstone esbozando una media sonrisa postiza que no logró convencer del todo a su interlocutor-.
-¿Podría Vd., al menos, prestarme un minuto de atención? -volvio a preguntar el personaje-.
-¡Naturalmente! Eso sí que es posible, caballero, porque oir, lo que se dice oir, si que oigo perfectamente en serio. A ver, dígame, ¿de que se trata?.

Sacando despacio la mano derecha abierta del abrigo y llevándosela hasta la comisura opuesta de la boca con la palma vuelta al exterior y abriendo mucho los ojos, el hombrecillo susurró:

-Me temo que Lady Ginebra os engaña, señor. Dispongo de suficiente información para creer que se trata de una doble agente -y acto seguido enmudeció repentinamente-.

Livingstone no salia de su asombro. Alguien a quién seguramente no conocía le había localizado expresamente aquella noche y en aquella afilada esquina, -antes de partir-, para hacerle partícipe de lo que parecía ser una traición en toda regla por parte de su entrañable y bella amiga Lady Ginebra.

Pretendiendo no dar crédito al recién llegado, Livingstone preguntó:
-¿Como puedo fiarme de Vd?, señor...............
-Malcolm, llámeme Malcolm. Así es como me conocen aquellos quienes recurren a mí servicio de información -dijo extendiéndole mientras se alejaba-, una diminuta tarjeta blanca en la que sólo figuraba un escueto nombre y un número garabateado de teléfono.

Minutos más tarde, aparecería Stanley. Livingstone tomó la precaución de no alarmar, por el momento, a su distinguido amigo haciéndole saber la conversación mantenida aquella noche con el enigmático intruso. No le parecía necesario adelantar determinados acontecimientos de tal relevancia sin conocer antes la verdadera identidad del tal Malcolm.

continuará ............

lunes, 30 de marzo de 2009

POR LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO

Solo un sector de LA SANTA MADRE IGLESIA vista por Zoilo López
En cierta ocasión y coincidiendo con uno de mis numerosos viajes universitarios a Roma como Licenciado en Historia del Arte, conseguí sorprender sin querer, -en los lavabos públicos del Museo Vaticano-, al mismísimo Santo Padre masturbándose sin piedad, compulsivamente, como un poseso, frente al gran espejo que cubría toda una pared del enorme cuarto de baño del recinto.
-¿Pero que hace, Santo Padre?, ¿no comprende la cantidad de vida que esta Vd. despreciando en este preciso momento?, -le amonesté.

-¡Per favore!, ¡prego!, no me moleste Vd. ahora, Sr. Licenciado. Ya hablaremos cuando acabe lo que, muy en breve, estaré a punto de descubrir -respondiome jadeando el Vicario de Cristo en la Tierra.

Armado de una Santa Paciencia que ni p'a qué, hube de aguardar aún alrededor de, aproximadamente, quince minutos más hasta que su sagrada eyaculación pusiera fín a aquel bochornoso espectáculo tan dantesco como soberbio y tan morboso a la vez.

Con una descarada expresión de placer, corrigiéndo con ámbas manos la posición ladeada del blanco bonete sobre su oblonga cabeza, acudía ahora a mi encuentro con una hipócrita sonrisa mal dibujada en su rostro e interrogándome desde la media distancia acerca de cual era la naturaleza real de mi pregunta y a que se debía el honor de tan inoportuna visita.

-¿No cree Vd. Santo Padre que la masturbación, sobre todo la masculina, es tanto como contribuir a un acto de negación a la vida y por ende susceptible de ser tan criticada y en la misma medida en la que pueda serlo también, siempre según la prescripción de la Iglesia, la interrupción voluntaria del embarazo entre las mujeres?.

-De ninguna manera, -repondió categoricamente Su Santidad. El onanismo, -prosiguió- no constituye necesariamente en sí mismo un desprecio por la vida por cuanto el vientre femenino no participa directamente de él y en consecuencia etc., etc., etc...................

Con ámbas manos enlazadas y cruzadas por las palmas a la altura del pecho, hablaba y hablaba sin parar, como si del más eminente de los ginecólogos del mundo conocido se tratara, en lugar de hacerlo pausada y cristianamente tal y como como debiera corresponder al más alto dignatario que en realidad era de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Cuando por fín hubo guardado silencio, volví a la carga más bién con una acusación formal que con una benevolente nueva pregunta:

-¿No siente Vd. vergüenza alguna de su propio comportamiento al ser sorprendido in fraganti públicamente, beneficiándose de un placer que solo debiera corresponderles o estarles exclusivamente destinado a la mayoría de los hombres que, por culpa de Su Santidad y temiendo dejar embarazadas a sus propias mujeres, deben de recurrir a aquello de lo que Vd. también se aprovecha en beneficio propio?. Admita Su Santidad, -continué persuasivo,- que las mujeres puedan ser libres de una vez por todas y para siempre de poder elegir la propia interrupción de su embarazo de la misma manera que ellas admitirían que fuera Vd. libre de ir masturbándose sin cesar y sin recato, cuantas veces al día lo estime oportuno, clandestinamente o en público, de día o de noche si fuera preciso, por las cuatro esquinas de sus lujosos palacios, por cualquiera de los muchos rincones de las memorables capillas, incluida la SIXTINA o por todas esas románicas nauseabundas cloacas y pestilentes barrocos retretes cuyos tronos la Santa Madre Iglesia preside y que con tanto mimo pone a nuestra entera disposición para destinarlos adecuadamente a nuestras más perentorias necesidades entre las vastísimas y lujosas dependencias de las que se compone su hermética y piramidal Ciudad Santa sobre la que se asienta el firme estado del Vaticano.

EXPEDICIÓN A CANARIAS. continuación

Una semana más tarde de que lo hubiera hecho su entrañable y bella amiga, cierta diáfana mañana de un soleado día de primavera, Stanley y Livingstone también zarparían desde el mismo puerto de Plymouth una vez que aprehendida de sus fieles confidentes inglesas toda la información válida habida y directamente relacionada con el delicado asunto que les ocupaba últimamente levaran, por fín, anclas rumbo a Canarias. Por equipaje solo llevaban lo estrictamente imprescisdible por tal de afrontar la primera quincena en las islas. A partir de la segunda, sería cometido de Lady Ginebra aprovisionarles de todo cuanto fuere necesario a fín de llevar a cabo, con las máximas garantías posibles, una campaña que, en principio, se presentaba laga y dura (como la "picha" de un novio, según Stanley) pero de la que estaban seguros de salir del todo airosos.

Ya en alta mar y habiendose perdido definitivamente tras el horizonte el desdibujado perfil del litoral de la accidentada costa británica, el Queen Mary navegaba rumbo sur empujado plácidamente por los suaves vientos alisios que soplaban de empopada y continuamente en dirección a la línea del ecuador. Si los cálculos eran correctos y los vientos les fueran además favorables, a una velocidad media de unos veinte nudos, la distancia hasta las costas de Canary Island podría muy bien ser cubierta, sin dificultad alguna, en menos de tres meses, aproximadamente, siempre que durante la travesía, -por tal de conservar en todo momento el rumbo preciso-, se fuera corrigiendo la derrota que provocaban las fuertes corrientes marinas del océano Atlántico en aquellas latitudes y deseando que las temidas tormentas en la zona respetasen la vital importancia que entrañaba el tan comprometido encargo por el que ámbos hombres se habían hecho de nuevo a la mar.

domingo, 29 de marzo de 2009

POLÍTICA POPULISTA EN CANARIAS

Los responsables políticos canarios no deberían pretender ser más populistas que Chávez (por Venezuela) ni más papistas que el Papa (por el Vaticano). Cada uno en su estilo es el mejor, son los campeones.

Pero si sería de agradecer que tales políticos reconocieran que esta crisis que padecemos todos, pudiera muy bien haberse paliado, en parte, si cada uno de estos responsables implicados no hubieran prevaricado tanto en su favor, no hubieran ejercido tanto tráfico de influencias en su favor, hubieran evitado tanta evasión de capitales en su favor, tanta especulación del suelo en su favor y tanto etc., etc. también en su "jodido" favor.

Si hubieran empezado por evitar todo lo anterior, quizás hubieran podido conseguir ser algo más creibles pero, desafortunadamente, nunca llegarán a serlo tanto como todos aquellos que encontraron la muerte naufragando en medio del océano en pos de una vida mejor, ni como los muchos canarios que no disponen todavía hoy de agua por pertenecer a unos pocos privilegiados, ni como los cientos de "increibles" emigrantes que fueron todos aquellos que tuvieron que huir de la isla por tan distintos motivos; desde políticos hasta acuciados por el hambre.

CUALQUIER MUERTO DE LOS CITADOS ANTERIORMENTE ES MUCHO MÁS CREIBLE QUE TODA LA SARTA DE POLITICASTROS VIVOS DE CADA UNO DE NUESTROS DISTINTOS PARLAMENTOS.
29 de marzo de 2009 18:36

sábado, 28 de marzo de 2009

LADY GINEBRA a bordo del QUEEN ELISABETH

Esta otra foto tomada en el camarote privado de Lady Ginebra a bordo del Queen Elisabeth nos reproduce con total fidelidad la extraordinaria belleza de nuestra querida heroína.

Una Lady Ginebra en todo su esplendor juvenil y en el cenit de su larga carrera diplomática y científica.

Foto cedida por el MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES BRITÁNICO (Foreing Office)

Sir STANLEY and Sir LIVINGSTONE

Con el fín de que nuestros numerosos lectores puedan aproximarse lo más posible a este relato de ficción, tenemos el placer de mostrarles esta antigua fotografía en la que aparecen Sir Satanley y Sir Livingstone, respectivamente, durante unas maniobras efectuadas en el Atlántico Sur a bordo del Queen Elisabeth mientras recibían entrenamiento especializado por el eficiente Servicio Secreto Británico (SSB) unos años antes de partir definitivamente rumbo al archipiélago canario.