RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

jueves, 2 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS. (continuación del relato del pasado Lunes 30)

Miembros de la tripulación del Queen Mary (fragata de tres palos). Se trata del piloto y del contramaestre, ámbos de origen vasco.

¡¡Tierra a la vista!!, -gritó repetidas veces el vigía de turno desde la cofa del palo mayor del Queen Mary.

Una tenue mancha vertical y plana se hacía cada vez más visible en lontananza. Para el ocaso faltaban aún un par de horas pero ya el azul del cielo comenzaba a teñirse de aquel otro caliente color naranja que, por estas latitudes, precede siempre a la fascinante hora del crepúsculo. La temperatura, muy benigna; ni demasiado frio ni tampoco demasiado calor. A la repentina voz del vigía, la marinería, vocinglera como siempre, había cruzado a toda prisa la cubierta para acodarse comodamente a lo largo de la amura de estribor tratanto cada uno de descifrar el valor absoluto de aquella mágica silueta suspendida sobre la delicada línea del horizonte. Alguien que en otras ocasiones habría ya navegado sobre aquellas tranquilas aguas del Atlántico, se dirigió con autoridad al resto de la tripulación para advertirles: ¡TENERIFE!.

Durante tan larga travesía sobró tiempo para crear y tener a punto el día del desembarco dos muñecos (machangos en el argot) a tamaño natural confeccionados con trozos de viejas velas y restos de enmohecidas maromas de diverso diámetro. Los encargados de vestir a la desmadejada y blanda pareja pusieron toda la imaginación de la que eran capaces como para terminar coronándoles con dos viejos pero soberbios sombreros de fieltro encontrados en el interior de un baul abandonado en un rincon del sollado, provocando las carcajadas de la concurrencia. A pesar del empeño con que se tomaron su entretenido y, en apariencia, divertido trabajo, ignoraban por completo el destino que les esperaba ya no solo a ellos mismos sino además a aquellos otros dos inanimados monigotes (machangos en el argot) recién terminados hoy con tanto esmero. Lo único que sí sabían por ahora sus creadores es que, una vez convenientemente pintados y por orden expresa del capitán, fueran cuidadosamente depositados en el fondo de una de las chalupas salvavidas de babor dispuesta a tal efecto sobre cubierta del barco; y así lo hicieron.

Aquella misma tarde, el capitán, cuyo verdadero nombre, por razones obvias de seguridad, ocultaba bajo el atractivo "alias" de EL NEGRO, mando reunir con urgencia a la totalidad de la tripulación sobre cubierta, ante el castillo de proa. Cuando hubieron cesado los murmullos provocados por la sorpresa entre la agitada tripulación, dirigiose entonces, categoricamente a ellos, en una breve pero contundente alocución en los siguientes términos:

-¡Marineros!: -gritó amenazante EL NEGRO con un profundo vozarrón castigado por más años de rancio aguardiente que por menos de excelente ron antillano- no os hagais ilusiones respecto a la posibilidad de poder desembarcar mañana-.

Después de una larga pausa que aprovechó para medir mejor el alcance exacto de sus certeras palabras, prosiguió:

-Una determinada y secreta misión nos lo impide, incluso a mí mismo. Por lo tanto espero de todos Vds. la máxima colaboración y total discreción por el éxito de la delicada misión que la Royal Navy nos ha honrado en confiarnos. Así es que, esta noche, nos mantendremos al pairo y antes del amanecer fondearemos en una rada próxima, a unas millas escasas de donde nos encontramos ahora-.


Y dando por termina su concisa pero eficaz arenga, ordenó con autoridad:

-¡Ahora, todos a sus puestos!


....continuará

miércoles, 1 de abril de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS.[anterior al Lunes 30 (2)]. EL BENEFICIO DE LA DUDA

Miembro del Servicio Secreto de Inteligencia Británico destinado en Tenerife.

Al llegar, Stanley no pareció sorprenderse de la preocupada expresión de su amigo Livingstone. Tampoco imaginaba que el hombrecillo con el que se cruzara hacía sólo unos minutos al final de la calle pudiera haber sido el causante de tanta amargura.

-¿Que hay de nuevo, Stanley? -preguntó Livingstone aparentando despreocupación.

-Nada nuevo, Livingstone, excepto la presencia, al final de esta misma calle, de un individuo muy peculiar con el que me he cruzado viniendo hacia aquí y que no sé por qué extraña razón ha despertado tanto mi curiosidad.

-¿De baja estatura, con sombrero y abrigo negros, tal vez?, -inquirió de nuevo Livingstone.

-Efectivamente. Pareció reconocerme pero no estoy del todo seguro. Noté que al cruzarnos me miraba pero esta maldita niebla desdibuja tanto los perfiles................ -y dejó la frase en suspenso como invitando a su amigo a que la completase-.

-Se hace llamar Malcolm y antes de tu regreso ha estado hablando unos minutos conmigo. Me ha revelado algo a lo que, personalmente, no concedo ningún crédito pero que debe tener un punto de coincidencia con mis peregrinas sospechas; aunque no sé exactamente con qué o con quién.

-¿Y que le ha confesado?, -preguntó Stanley ahora visiblemente preocupado-. Livingstone dudó unos instantes antes de revelarle a su amigo el contenido de la cruda confesión. Sin embargo, resolvió ponerle inmediatamente al corriente de tan grave situación. No se encontraba ya en disposición de ocultarle por más tiempo lo que él, desde un principio, había rechazado categoricamente; aún así, se lo hizo saber:

-Que Lady Ginebra, en realidad, se trata de una doble agente, -dijo casi murmurando y guardando grandes pausas entre las palabras-.

-Esta situación presenta, por el momento, dos distintos interrogantes, -continuó Livingstone mientras se aproximaban a la entrada del Hotel-. En primer lugar, el hecho de que a dia de hoy no estemos completamente seguros de si Lady Ginebra y T.G. sean en realidad la misma persona; en segundo lugar, si cabe la remota posibilidad, como parece ser probable, de la presencia en escena de una supuesta tercera mujer.

-¿Otra mujer? -interrumpió bruscamente Stanley-. A decir verdad, -prosiguió Stanley-, Sir Lancelot me confirmaba ayer haber visto a Lady Ginebra del brazo de un hombre en Londres. Naturalmente, no doy crédito a tal información pero me preocupa profundamente el hecho de que este falso testimonio esté tomando tanto cuerpo en detrimento de la absoluta lealtad y confianza que me inspira nuestra queridísima amiga.

-No es posible, -exclamó Livingstone-. ¿Conoce Vd. a un tal agente TELVI, destinado en Tenerife? -preguntó con ansiedad a su amigo.

-He oido hablar de él en alguna ocasión, ¿Por qué me lo pregunta, Livingstone? -inquirió con benevolencia Stanley-.

-Pues bién, el tal TELVI, hombre de toda mi confianza -relató ufano Livingstone-, asegura conocer a una mujer de nombre WELCOME PEREZ y de origen español que, posiblemente, por despecho hacia nuestra querida amiga haya maquinado esta grave calumnia para tratar con ella de involucrar a Lady Ginebra en una falta de alta traición a la Corona y conseguir de ese modo desprestigiar del todo su más que reconocida trayectoria como Agente Secreto del Servicio de Inteligencia Británico para África y Canary Islands; aunque desconocemos todavía con qué otro desagradable propósito-.

Llegados a este punto de la conversación, Stanley y Livingstone entraron en el discreto Hotel y, antes de retirarse a sus respectivas habitaciones, aún tuvieron tiempo de tomar asiento en los cómodos butacones dispuestos en el Hall para tratar con más tranquilidad de poner fín a tantas especulaciones sobre la auténtica identidad y gran dedicación de la que parecía ser la eficiente y siempre bellísima colega Lady Ginebra.

-Puntualicemos, -insistió Stanley ante dos tazas humeantes de té chino-. Al parecer, por lo que ya sabemos, Lady Ginebra podría tener una supuesta hermana conocida como T.G., propietaria y comandante, respectivamente, de la célebre nave CUÉLEBE en la que nosotros mismos hemos viajado "en el tiempo" tan a menudo. Lady Ginebra y T.G. podrían muy bien ser la misma persona pero que a nosotros, por el momento, no nos lo parece. Y por último, a decir del agente TELVI, contamos con la presencia de WELKOME PEREZ quién podría muy bien ser la misteriosa mujer a la que se refiere Sir LANCELOT y que hubiera sido vista en Londres de brazo de un hombre haciéndose pasar por Lady Ginebra. Este individuo podría tratarse probablemente del Ministro de Asuntos Exteriores del Parlamento Británico a quién WILKOMEN PEREZ le hubiera hecho creer que ella no era otra que la mismísima Lady Ginebra, mientras ésta, según las informaciones que nos constan, permanece ocupada en Tenerife en preparar toda la infraestructura necesaria que precisará nuestra furtiva presencia en la isla dentro de las próximas semanas.

Ambos hombres apuraron sus respectivas tazas de té pensativos y en silencio. Stanley, levantándose, exclamó:

-Retirémosnos, Livingstone. A partir de mañana nos queda una larga y dura travesía hasta Canarias.




EXPEDICIÓN A CANARIAS [anterior al lunes 30 (1)]. EL BENEFICIO DE LA DUDA

Foto del supuesto MALCOLM cedida por el prestigioso Servicio Secreto de Inteligencia Británico y tomada, con toda seguridad, durante la reconocida Romería de la Orotava en Tenerife (Canary Islands).
Este corto episodio de dos pequeños capítulos (ver el siguiente, su continuación), se produjo unos dias antes de partir de Plymouth a bordo del Queen Mary. Lo reproducimos por la vital importancia que tendrá en el transcurso de la narración .
Como todos Vds. han tenido ocasión de comprobar, Stanley y Livingston se encuentran a punto de arribar a la costa de Canarias.

Mientras esperaba pacientemente a su buen amigo Stanley, Livingstone, -parado ante una afilada esquina de una oscura calle de Plymouth próxima al puerto-, se vió repentinamente abordado por un hombrecillo de minúscula estatura surgido de la espesa y pertinaz niebla británica, tocado con un diminuto sombrero negro y parapetado tras los sucios cristales de unos anteojos de montura metálica que dejaban entrever unos ojillos maliciosos en medio de un rostro cubierto hasta la nariz por el cuello alto de un espeso y largo abrigo de color también negro- y que cuando, por fín, estuvo frente a él, afirmó en tono de sensible duda.

-Livingstone, supongo.
-El mismo -aseveró Livingstone sin apartar en ningún momento la vista del hombrecillo.
-¿Puedo hablar en serio con Vd.? -preguntó con cierta timidez el desconocido.
-Lo siento mucho, pero me temo que eso es completamente imposible. Jamás suelo hablar en serio con nadie y menos aun con desconocidos -argumentó Livingstone esbozando una media sonrisa postiza que no logró convencer del todo a su interlocutor-.
-¿Podría Vd., al menos, prestarme un minuto de atención? -volvio a preguntar el personaje-.
-¡Naturalmente! Eso sí que es posible, caballero, porque oir, lo que se dice oir, si que oigo perfectamente en serio. A ver, dígame, ¿de que se trata?.

Sacando despacio la mano derecha abierta del abrigo y llevándosela hasta la comisura opuesta de la boca con la palma vuelta al exterior y abriendo mucho los ojos, el hombrecillo susurró:

-Me temo que Lady Ginebra os engaña, señor. Dispongo de suficiente información para creer que se trata de una doble agente -y acto seguido enmudeció repentinamente-.

Livingstone no salia de su asombro. Alguien a quién seguramente no conocía le había localizado expresamente aquella noche y en aquella afilada esquina, -antes de partir-, para hacerle partícipe de lo que parecía ser una traición en toda regla por parte de su entrañable y bella amiga Lady Ginebra.

Pretendiendo no dar crédito al recién llegado, Livingstone preguntó:
-¿Como puedo fiarme de Vd?, señor...............
-Malcolm, llámeme Malcolm. Así es como me conocen aquellos quienes recurren a mí servicio de información -dijo extendiéndole mientras se alejaba-, una diminuta tarjeta blanca en la que sólo figuraba un escueto nombre y un número garabateado de teléfono.

Minutos más tarde, aparecería Stanley. Livingstone tomó la precaución de no alarmar, por el momento, a su distinguido amigo haciéndole saber la conversación mantenida aquella noche con el enigmático intruso. No le parecía necesario adelantar determinados acontecimientos de tal relevancia sin conocer antes la verdadera identidad del tal Malcolm.

continuará ............

lunes, 30 de marzo de 2009

POR LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO

Solo un sector de LA SANTA MADRE IGLESIA vista por Zoilo López
En cierta ocasión y coincidiendo con uno de mis numerosos viajes universitarios a Roma como Licenciado en Historia del Arte, conseguí sorprender sin querer, -en los lavabos públicos del Museo Vaticano-, al mismísimo Santo Padre masturbándose sin piedad, compulsivamente, como un poseso, frente al gran espejo que cubría toda una pared del enorme cuarto de baño del recinto.
-¿Pero que hace, Santo Padre?, ¿no comprende la cantidad de vida que esta Vd. despreciando en este preciso momento?, -le amonesté.

-¡Per favore!, ¡prego!, no me moleste Vd. ahora, Sr. Licenciado. Ya hablaremos cuando acabe lo que, muy en breve, estaré a punto de descubrir -respondiome jadeando el Vicario de Cristo en la Tierra.

Armado de una Santa Paciencia que ni p'a qué, hube de aguardar aún alrededor de, aproximadamente, quince minutos más hasta que su sagrada eyaculación pusiera fín a aquel bochornoso espectáculo tan dantesco como soberbio y tan morboso a la vez.

Con una descarada expresión de placer, corrigiéndo con ámbas manos la posición ladeada del blanco bonete sobre su oblonga cabeza, acudía ahora a mi encuentro con una hipócrita sonrisa mal dibujada en su rostro e interrogándome desde la media distancia acerca de cual era la naturaleza real de mi pregunta y a que se debía el honor de tan inoportuna visita.

-¿No cree Vd. Santo Padre que la masturbación, sobre todo la masculina, es tanto como contribuir a un acto de negación a la vida y por ende susceptible de ser tan criticada y en la misma medida en la que pueda serlo también, siempre según la prescripción de la Iglesia, la interrupción voluntaria del embarazo entre las mujeres?.

-De ninguna manera, -repondió categoricamente Su Santidad. El onanismo, -prosiguió- no constituye necesariamente en sí mismo un desprecio por la vida por cuanto el vientre femenino no participa directamente de él y en consecuencia etc., etc., etc...................

Con ámbas manos enlazadas y cruzadas por las palmas a la altura del pecho, hablaba y hablaba sin parar, como si del más eminente de los ginecólogos del mundo conocido se tratara, en lugar de hacerlo pausada y cristianamente tal y como como debiera corresponder al más alto dignatario que en realidad era de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Cuando por fín hubo guardado silencio, volví a la carga más bién con una acusación formal que con una benevolente nueva pregunta:

-¿No siente Vd. vergüenza alguna de su propio comportamiento al ser sorprendido in fraganti públicamente, beneficiándose de un placer que solo debiera corresponderles o estarles exclusivamente destinado a la mayoría de los hombres que, por culpa de Su Santidad y temiendo dejar embarazadas a sus propias mujeres, deben de recurrir a aquello de lo que Vd. también se aprovecha en beneficio propio?. Admita Su Santidad, -continué persuasivo,- que las mujeres puedan ser libres de una vez por todas y para siempre de poder elegir la propia interrupción de su embarazo de la misma manera que ellas admitirían que fuera Vd. libre de ir masturbándose sin cesar y sin recato, cuantas veces al día lo estime oportuno, clandestinamente o en público, de día o de noche si fuera preciso, por las cuatro esquinas de sus lujosos palacios, por cualquiera de los muchos rincones de las memorables capillas, incluida la SIXTINA o por todas esas románicas nauseabundas cloacas y pestilentes barrocos retretes cuyos tronos la Santa Madre Iglesia preside y que con tanto mimo pone a nuestra entera disposición para destinarlos adecuadamente a nuestras más perentorias necesidades entre las vastísimas y lujosas dependencias de las que se compone su hermética y piramidal Ciudad Santa sobre la que se asienta el firme estado del Vaticano.

EXPEDICIÓN A CANARIAS. continuación

Una semana más tarde de que lo hubiera hecho su entrañable y bella amiga, cierta diáfana mañana de un soleado día de primavera, Stanley y Livingstone también zarparían desde el mismo puerto de Plymouth una vez que aprehendida de sus fieles confidentes inglesas toda la información válida habida y directamente relacionada con el delicado asunto que les ocupaba últimamente levaran, por fín, anclas rumbo a Canarias. Por equipaje solo llevaban lo estrictamente imprescisdible por tal de afrontar la primera quincena en las islas. A partir de la segunda, sería cometido de Lady Ginebra aprovisionarles de todo cuanto fuere necesario a fín de llevar a cabo, con las máximas garantías posibles, una campaña que, en principio, se presentaba laga y dura (como la "picha" de un novio, según Stanley) pero de la que estaban seguros de salir del todo airosos.

Ya en alta mar y habiendose perdido definitivamente tras el horizonte el desdibujado perfil del litoral de la accidentada costa británica, el Queen Mary navegaba rumbo sur empujado plácidamente por los suaves vientos alisios que soplaban de empopada y continuamente en dirección a la línea del ecuador. Si los cálculos eran correctos y los vientos les fueran además favorables, a una velocidad media de unos veinte nudos, la distancia hasta las costas de Canary Island podría muy bien ser cubierta, sin dificultad alguna, en menos de tres meses, aproximadamente, siempre que durante la travesía, -por tal de conservar en todo momento el rumbo preciso-, se fuera corrigiendo la derrota que provocaban las fuertes corrientes marinas del océano Atlántico en aquellas latitudes y deseando que las temidas tormentas en la zona respetasen la vital importancia que entrañaba el tan comprometido encargo por el que ámbos hombres se habían hecho de nuevo a la mar.

domingo, 29 de marzo de 2009

POLÍTICA POPULISTA EN CANARIAS

Los responsables políticos canarios no deberían pretender ser más populistas que Chávez (por Venezuela) ni más papistas que el Papa (por el Vaticano). Cada uno en su estilo es el mejor, son los campeones.

Pero si sería de agradecer que tales políticos reconocieran que esta crisis que padecemos todos, pudiera muy bien haberse paliado, en parte, si cada uno de estos responsables implicados no hubieran prevaricado tanto en su favor, no hubieran ejercido tanto tráfico de influencias en su favor, hubieran evitado tanta evasión de capitales en su favor, tanta especulación del suelo en su favor y tanto etc., etc. también en su "jodido" favor.

Si hubieran empezado por evitar todo lo anterior, quizás hubieran podido conseguir ser algo más creibles pero, desafortunadamente, nunca llegarán a serlo tanto como todos aquellos que encontraron la muerte naufragando en medio del océano en pos de una vida mejor, ni como los muchos canarios que no disponen todavía hoy de agua por pertenecer a unos pocos privilegiados, ni como los cientos de "increibles" emigrantes que fueron todos aquellos que tuvieron que huir de la isla por tan distintos motivos; desde políticos hasta acuciados por el hambre.

CUALQUIER MUERTO DE LOS CITADOS ANTERIORMENTE ES MUCHO MÁS CREIBLE QUE TODA LA SARTA DE POLITICASTROS VIVOS DE CADA UNO DE NUESTROS DISTINTOS PARLAMENTOS.
29 de marzo de 2009 18:36

sábado, 28 de marzo de 2009

LADY GINEBRA a bordo del QUEEN ELISABETH

Esta otra foto tomada en el camarote privado de Lady Ginebra a bordo del Queen Elisabeth nos reproduce con total fidelidad la extraordinaria belleza de nuestra querida heroína.

Una Lady Ginebra en todo su esplendor juvenil y en el cenit de su larga carrera diplomática y científica.

Foto cedida por el MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES BRITÁNICO (Foreing Office)

Sir STANLEY and Sir LIVINGSTONE

Con el fín de que nuestros numerosos lectores puedan aproximarse lo más posible a este relato de ficción, tenemos el placer de mostrarles esta antigua fotografía en la que aparecen Sir Satanley y Sir Livingstone, respectivamente, durante unas maniobras efectuadas en el Atlántico Sur a bordo del Queen Elisabeth mientras recibían entrenamiento especializado por el eficiente Servicio Secreto Británico (SSB) unos años antes de partir definitivamente rumbo al archipiélago canario.

viernes, 27 de marzo de 2009

EXPEDICIÓN A CANARIAS. continuación. BELLAS CONFIDENTES en Plymouth



Como nuestros lectores, sin duda, recordaran, respondiendo a una determinada estrategía concebida de antemano y que tan excelentes resultados les deparara en el pasado, Lady Ginebra, de común acuerdo con Stanley y Livingstone, tomaría la concensuada decisión de embarcarse, una semana antes que el resto, a bordo de un discreto buque que zarparía aquella misma noche y en silencio del puerto de Plymouth rumbo a Canarias a fín de crear, cuanto antes, en Santa Cruz, la indispensable infraestructura que garantizara a los dos intrépidos aventureros pasar lo más desapercibidos posible una vez llegados también a su destino siete dias más tarde.

Tratando de aprovechar el tiempo en su ausencia, tanto Livingstone como Stanley decidieron de improviso trasladarse hasta los bajos fondos, confundidos entre el lumpen de la ciudad de Plymouth, con el solo propósito de recabar la suficiente información que de entre sus muchas y bellas confidentes locales que aún permanecían fieles a sus intereses, pudiera parecerles ventajosa en relación a la delicada operación que ámbos hombres tratarían valientemente de llevar a cabo próximamente en suelo del archipiélago canario.

Jack "El Destripador" había sembrado de tal manera el pánico en la ciudad, que todas aquellas jovencitas a las que la alta burguesía tildaba eufemisticamente como de VIDA ALEGRE, se negaban, por temor al asesino, a continuar ejerciendo su antigua y mal remunerada profesión, libremente y al descubierto, por las cuatro esquinas de las siempre mal iluminadas calles de los sucios puertos, al amparo permanente de aquella espesa y perpetua niebla del sur de Inglaterra que otrora les preservara de los marineros mirones y sin embargo incapaz ahora de ocultarlas del temible destripador. Recabar tan valiosos testimonios requería, pues, acudir, indistintamente y a menudo, a los numerosos lupanares clandestinos diseminados por aquellos suburbios donde las siempre vírgenes y confidentes prostitutas inglesas se encontrarían ahora mezcladas en reclusión voluntaria y a salvo del sanguinario y misterioso JACK.

Tanto Livingstone como Stanley apenas si podían contener su moderada lascivia ante tantos centímetros al descubierto de mórbida anatomía femenina; ante tanta carne oronda y fresca; ante tanta piel sonrosada; ante tanta boquita de carmín pintada. La estricta moral victoriana de ámbos solo podría permanecer incólume si conseguían ajustarse exactamente al resultado de la información obtenida y al móvil por el que exclusivamente habíanse desplazado hasta allí.

Al verles llegar tan desinteresados por el placer, una desconcertada madame, entrada más en carnes que en años, sin apenas quitarles la vista en ningún momento de encima, de improviso, comenzó a tararear en un tono más soez que burlón y con marcado acento irlandés, lo que parecía ser una vieja coplilla de origen español heredada posiblemente de aquellas otras mujeres que luego de naufragar con la poderosa Armada Invencible de Felipe II, lograrían sobrevivir abandonadas a su suerte y ejerciendo la prostitución callejera tratando en vano de subsistir dignamente en los sucios arrabales de la ciudad portuaria de Plymouth.

La copla decía así:

A un lupanar de rica miel
dos mil putas acudieron
que por viciosas murieron
presas de patas en él.

La cancioncilla, al parecer, hacía clara alusión, precisamente, a aquel numeroso contingente de mujeres españolas que acabaron refugiándose en Plymouth después del trágico naufragio que se cobraría otras tantas vidas y del que, según dicen, Felipe II diría posteriormente:

-Yo no envié mi flota a luchar contra las tempestades, -cuando en realidad debió haber dicho:
-Yo no envié a mis mujeres a ejercer la protitución.

Según Stanley, la cancioncilla en cuestión podría muy bien tratarse de una soez recreación irlandesa sobre una conocida fábula atribuible a Samaniego o bién a Tomás de Iriarte (fabulista canario, por cierto). No estaba del todo seguro.

....continuará

CONTRA EL PLAN DE BOLONIA

Ayer, día 26-03-2009, me acerqué hasta la Facultad de Geografía e Historia de Barcelona para seguir de cerca los crudos acontecimientos relacionados con el tan discutido Plan de Bolonia y tomar de paso algunas fotos de la concentración.
No se impartieron clases pues los jóvenes estudiantes continuaban reunidos en asamblea en el vestíbulo de la propia facultad resueltos a proseguir en lucha. Por un estrecho márgen de votos se decidió continuar la jornada en favor de la LUCHA PACÍFICA en detrimento de la VIOLENTA. 180 votos a favor por 170 en contra. Poco márgen, lo que evidencia la crispación de la población estudiantil. No se registraron incidentes.