RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

martes, 17 de marzo de 2009

EL COMADREJA (basado en un hecho real)

10,30 de la mañana.
El sexagenario matrimonio se disponía ya a tomar el metro para acudir, -como era su costumbre una vez cada mes-, a la Clínica San Juan donde a la 11.00 en punto tendrían visita con el Dr. Cullell cuando el marido, poco antes de acceder al vagón, advertía a su despreocupada mujer sobre la necesidad de agarrar con fuerza el bolso no fuera que se lo arrebatasen de un tirón durante el trayecto.
11,00 de la mañana.
En la estación de metro de Sagrera, "El Comadreja", un cuarentón alto y fuerte, cubiertos los ojos con oscuras gafas de sol, subía decidido al vagón del metro que abandonaría después de apenas cinco minutos de trayecto dos estaciones más lejos, en la de S. Andrés. También tenía consulta en la misma clínica y con el mismo doctor, media hora más tarde, a las 11.30.
La consulta del Dr. Cullell se componía de su propio gabinete y una minúscula salita de espera con un aforo aproximado de ocho personas frente a su misma puerta. Un pequeño rellano, apenas de un metro cuadrado, separaba su consulta de la de su colega, formada por las mismas dos piezas pero cuya sala de espera se encontraba a esa hora completamente vacía por no pasar consulta allí aquel día.
Cuando "El Comadreja" llegó a la consulta se encontró con que la salita del Dr. Cullell estaba al completo de su aforo; cuatro parejas mixtas; sexagenarias todas. Renunciando a permanecer de pie por más tiempo cruzó el diminuto rellano que las separaba y se dirigió a la salita de espera contigua donde por estar completamente vacía halló facilmente asiento. El bolso de piel negra que yacía abandonado sobre el banco corrido de skay de la salita desierta no tenía nada de particular como no fuera el broche metálico abierto y unas asas por donde podía pasar muy bien el brazo del mismísimo Popeye; tal era su diámetro. Pretextando un calor que no existía, "El Comadreja" salió resuelto al rellano y a la vista de todos los pacientes del Dr. Cullell se desembarazó lentamente de su propia chaqueta, simulando con una mueca la larga espera que ya se le antojaba eterna. Regresó al poco a su salita y depositando cuidadosamente la chaqueta sobre el asiento de modo que ocultara el solitario bolso negro, decidió esperar sin tener aún resuelto del todo lo que debiera hacer a continuación.
Determinó entonces aguardar tranquilamente a que saliera de la consulta la pareja que se estaba visitando por si el bolso allí abandonado lo hubieran olvidado casualmente antes de que él hubiese llegado. No fue así. Alegres y sonrientes debido al diagnóstico supuestamente favorable facilitado por el doctor, atravesaron el rellanito felices y contentos enfilando el estrecho pasillo en dirección a la calle soleada.
Mientras en la salita de al lado, los pacientes continuaban porfiando en quién de ellos se encontraba peor de salud, "El Comadreja" aprovechaba la algarabía para salir al exterior con el bolso convenientemente cubierto por la chaqueta que colgaba del antebrazo. Una vez en el jardín se hizo rápidamente con los ochenta euros que contenía el monedero encontrado en su interior para, -volviendo a entrar como si nada por la puerta principal-, acercarse con suma cautela hasta la recepción con el bolso de señora bién a la vista y dirijirse con aparente preocupación a la telefonista para luego decirle:
-He encontrado este bolso fuera, sobre una jardinera, -al tiempo que lo depositaba sobre el alto mostrador-.
-Muchas gracias, caballero, -contestó la joven con una sonrisa apartando con la mano el micrófono del teléfono.
11,25 de la mañana
Ahora en la salita del Dr. Cullell sobraba sitio donde sentarse. "El Comadreja" lo hizo en silencio, esperando su turno cuando, de repente, un teléfono móvil, en el interior del gabinete del Dr., empezó a sonar con insistencia.
Desde el interior, una desagradable voz masculina preguntó:
-Siiiiii, ¿diga?
Inmediatamente después de oir el recado, la misma voz, dirijiéndose a su mujer, recriminó:
-Te has olvidado el bolso en el jardín-. Y abriendo con rapidez la puerta indico: -enseguida vuelvo-.
Tampoco el listo del marido recordaba que, como ocurriera con "El Comadreja", hasta que ellos encontraron sitio en la salita de espera del Dr. Cullell, previamente habían estado descansando en la contigua.
Ya de regreso, el marido volvió a entrar con el bolso negro abrochado para, después de unos minutos, salir de nuevo en compañía de su esposa, como solían hacerlo todos; atravesando primero el minúsculo rellanito entre las salas y enfilando luego el angosto pasillo del sótano hasta alcanzar definitivamente la calle.
11,30 de la mañana.
¿Fulanito de tal?, -inquirió amablemente el Dr. Cullell desde el interior a través de la puerta entreabierta-.
"El Comadreja" se puso inmediatamente en pié y en solo un par de zancadas estuvo dentro del gabinete cerrando con determinación la puerta tras de sí.

EPÍLOGO
Jamás su propietaria dispuso del suficiente valor para contarle a su marido que del monedero que llevaba en el interior del bolso el día del extravío, le habían robado ochenta euros.
Aquella cantidad de dinero, suponía el montante de lo que a lo largo de todo un mes conseguía sisarle al tacaño de su pareja en beneficio propio porque a su edad, esa modesta suma, resultaba para ella mucho más que imprescindible como para poder presumir ante cualquiera de la cierta estabilidad e independencia económica que su desagradable esposo le negaba desde que contrajeran matrimonio hacía ahora más de cuarenta años. Eso era precisamente lo que la traía verdaderamente enferma.
Así es la vida



sábado, 14 de marzo de 2009

EL MENSAJE DE LA BOTELLA ARROJADA AL MAR (cuento dedicado al CUÉLEBE)

Borrador provisional.

PRÓLOGO

Si de vez en cuando nos detuviéramos un instante en mirar hacia lo alto comprobaríamos, no sin asombro, como los viejos olmos suelen dar a menudo hermosas y delicadas peras doradas.


CAPÍTULO I

Mientras la botella, - arrojada al Mediterráneo por el náufrago-, se desplazaba lenta y suavemente empujada por las corrientes hacia su destinatario con un cálido mensaje de esperanza en su interior, la muerte, a lomos de su caballo cubierto de espuma blanca, galopaba desbocada y sin descanso, con sus alforjas repletas de sucias jeringuillas, bajo los puentes de los suburbios, en auxilio de los más necesitados.

Si la velocidad se le suponía constante, aquella botella arrojada al Mediterráneo por el paciente náufrago habría recorrido en la mitad de tiempo la mitad, también, del trayecto hasta su destino.

Justo en ese momento y a esa distancia la encontró el viejo pescador. En un punto equidistante entre el remitente y su destinatario; sin embargo, él desconocía esa circunstancia hasta que destapada, leyera el mensaje que contenía en su interior. También él esperaba desde hacía ya años un mensaje semejante pero este, precisamente, no se trataba del suyo. Con mucho respeto y sumo cuidado volvió a taparla de nuevo y la devolvió al mar para que continuara su curso. De lo que estaba completamente seguro es que a su destinatario solo le restaba esperar la mitad del tiempo porque, en consecuencia, la botella había ya alcanzado el ecuador de su recorrido mientras que la que él continuaba inútilmente esperando, posiblemente, ni siquiera, hubiera sido arrojada todavía al mar ni lo sería nunca.

CAPÍTULO II

Como cada mañana, la mujer se acercó descalza y en silencio hasta la orilla del mar en calma. Con los pies dentro del agua tibia se llevó la mano sobre sus cejas y haciendo con ella visera sobre sus enormes ojos grises dispúsose a otear de nuevo la línea oscura del horizonte. Después de lamer sus pies descalzos, el tenue oleaje, cada vez al retirarse, agitaba del tal modo los guijarros que al chocar estos entre sí emitían un único y acompasado ruido que el eco se encargaba de expandir a lo largo de la gran playa desierta. Aquel día tampoco había divisado nada.

Mientras mantenía la vista fija en el horizonte, algo había chocado contra sus pies arrastrado por las olas. Se trataba de una botella de cristal oscuro que retiró del agua de inmediato. La llevó consigo tierra adentro y luego de sentarse sobre la arena húmeda de la playa, extrajo a través del gollete el cilindro de papel que se ocultaba en su interior. Desenrrollándolo lo leyó. Lamentablemente no iba dirigido a ella, no se trataba del que llevaba tan largo tiempo esperando. Su destinatario no era otro que un joven pescador quién, al parecer, aún continuaría esperando a la remitente en aguas bravas del Atlántico a bordo de una ligera barca blanca de vela que, casualmente, llevaba por nombre LA ESPERANZA.

EPÍLOGO

No siempre las PRETENSIONES alcanzan el destino deseado porque, a menudo, los caminos se cruzan entre sí confundiendo al propio DESTINO.



P.D.
Apreciado T.G.:
Como puedes comprobar nadie ha resultado muerto. El cuento solo hace alusión a la ironía del DESTINO.
Espero que como has prometido decidas ilustrarlo de manera que con tu arte, que se muy bien que te sobra, enmiendes la calidad de la que yo adolezco para la literatura.


viernes, 13 de marzo de 2009

La Sorbona. ACUERDOS DE BOLONIA

En el mismo viaje de fín de carrera para unos pocos y de fín de curso para la mayoría, tuvimos unos y otros la excepcional ocasión de visitar el AULA MAGNA de la SORBONA en París. Como de costumbre, me tocó hacer de fotógrafo e inmortalizar aquel acto solemne del que guardamos todos un gratísimo recuerdo.

Afortunadamente me he licenciado bastante antes de que entren en vigor los nuevos planes de estudios como consecuencia de los acuerdos que, prácticamente, en materia docente, ya se han tomado en BOLONIA.

Desde el seno de las distintas facultades, los estudiantes ya habíamos venido manifestándonos en relación a la poca información ofrecida sobre el particular por el Ministerio de Educación. Personalmente, no necesité licenciarme en Historia del Arte con la única finalidad de conseguir un trabajo remunerado pero sí es cierto que la mayoría de los jóvenes que a partir del 2010 no hayan acabado aún sus estudios, estos, al parecer, costarán más caros y las oportunidades para estudiar y trabajar a un tiempo, muy exiguas. Por lo tanto, no sería de extrañar que las movilizaciones llevadas a cabo por esos miles de jóvenes logren alcanzar, próximamente, el acuerdo de convocatoria sobre el deseado referendum que le exigen a las autoridades competentes.

A todos ellos, sin excepción, les deseo muchísima suerte.

miércoles, 11 de marzo de 2009

NOUVELLE CUISINE: ROPA VIEJA

NOUVELLE CUISINE
No le estaba resultando nada fácil deshacerse, por más que lo intentaba, del cuerpo del delito.
A pesar de que aún disponía de un par de horas antes de que llegara su desagradable esposa, Livingstone no creía que en ese periodo de tiempo pudiera borrar todas las huellas inocentemente esparcidas sobre el mobiliario de la cocina. Por el momento, solo había conseguido erradicar el nauseabundo olor que se había extendido por todo el ámbito de la casa como consecuencia de su escasa pericia en esos menesteres pero, así y todo, aún quedaba lo más dificil.
Contaba con que Melanie, su esposa, al regreso del veterinario donde hoy había llevado a Patxi en visita rutinaria, no se acercaría por los fogones so pena de que él no se encontrara en casa en ese momento. Sin embargo, el fino olfato del perro podría muy bién convertirse en su peor aliado aunque, a decir verdad, si se encontrase bajo los efectos de la anestesia, como era de suponer, Livingstone dispondría en su favor de un valiosísimo tiempo extra hasta que Patxi consiguiera distinguir lo que en casa se había estado cociendo aquel día.
Justo debajo del fregadero, por fín, halló lo que afanasomente buscaba desde hacia largo rato. Un estropajo de los que en Canarias denominan de "verguilla"; un estropajo metálico. Pero antes de darle uso, recordó súbitamente que tendría que personarse en el supermercado de la esquina y proveerse de un tarro de garbanzos cocidos con los que sustituir a los que como prueba del delito podrían presentar en su contra ante un juez y delatarle en caso de juicio.
No se fijó en la marca pero el precio no llegó a un euro.
De nuevo en casa, entró olfateando en la cocina comprobando que en cuanto a olores no tendría por que preocuparse; habian desaparecido. Extrajo el medio kilo de garbanzos del tarro que luego ocultó y arrojó su contenido al fondo de una nueva cacerola plana de aluminio, colocando encima de ellos los trozos de carne que habían quedado a medio cocer.
Ahora sí que se dispuso afanosamente a rascar el fondo de la vieja cacerola donde previamente había hervido la carne horas antes, junto con medio kilo de garbanzos remojados. Cuando estuvo seguro de haberla dejado como una patena y de que ya no quedaban en el fondo vestigios de legumbres calcinadas, solo cabía arrojar a la basura el anterior contingente quemado de garbanzos sobre el que habían reposado los abundantes trozos de carne y por cuya razón se encontraban a salvo de la quema.
A buen recaudo la vieja cacerola y una vez que carne y garbanzos estuvieron dentro de la nueva, agregó luego el sofrito recién hecho con el resto de ingredientes, tapandola de nuevo sobre el fuego lento, como si nada extraño hubiera ocurrido nunca.
Sonó por fin el timbre y mientras Livingstone abría la puerta sigilosamente, oyó como su desagradable esposa, dirigiéndose, como siempre, presa de júbilo a Patxi, le decía:
-¡¡Que bién, Patxi!!. Papá ya ha preparado la cena para nosotros.

INGREDIENTES:

Carne, garbanzos, aceite de oliva, cebolla, ajos, medio kilo de tomates, pimiento, azafrán de la tierra, tomillo, laurel, pimientas negras, perejil, azúcar, pimentón, vino del bueno.








martes, 10 de marzo de 2009

En atención a T.G., lectora incondicional

Alguien cuyas iniciales responden a las letras T.G. me escribe para animarme a no decaer ante lo que yo considero falta de interés de los lectores por mis crónicas, mis cuentos, mis fotografías, mis fantasias, etc. Es de agradecer que un anónimo lector me inste a no cejar en mi empeño de seguir publicando y continuar así dando rienda suelta a mi imaginación. Y así lo haré; aunque solo sea por el vivo placer de ver cumplido el deseo de que T.G. logre disfrutar con todo aquello que se me ocurra en materia literaria y que bienintencionadamente él o ella desee consumir.

Gracias de nuevo, T.G. Es un placer contar con el apoyo de alguien que anonimamente nos tiene en cuenta pero que, sin embargo, no tendría ningún inconveniente en mostrarle mi gratitud personalmente.
Como prueba de mi amistad, le dedico de buen grado la fotografía que ilustra la presente crónica.



FRAU HUMBOLDT

FRAU HUMBOLDT
Al parecer y según la fidedigna documentación aportada por mi gran amigo Stanley, Herr Humboldt tampoco se quedaba a la zaga del resto de descubridores británicos en cuanto a conquistas femeninas se refiere. Es muy probable que con esta hermosísima joven teutona (¡ojo!, TE-U-TO-NA) compartiera los últimos años de su vida, vividos, según parece, en la más estricta clandestinidad, en algún remoto lugar de la zona Norte de la isla de Tenerife; posiblemente, en San Juan de la Rambla, muy cerca del mar.
Muy pocos datos se conocen sobre la identidad de esta preciosísima joven, aunque, a decir verdad, tampoco es del todo necesario saber algo más sobre su delicada personalidad pues, como bien se puede comprobar, resulta sobradamente obvio que la adolescente no tiene reparo alguno en mostrarse públicamente tal y como ella resulta ser en realidad.
...................................................continuará

lunes, 9 de marzo de 2009

EL DILEMA DE WARNOCK

Hasta que fui debidamente advertido por mi querido sobrino Iván sobre el particular, no tenía ni la mas remota idea de que existiera un dilema conocido bajo el nombre de Warnock (por Bryan Warnock). Este, por mi ignorado, dilema, al parecer, hace clara alusión a la supuesta indiferencia hacia lo publicado mostrada por muchos de los lectores que suelen asistir virtualmente a foros, entrar en Blogs, etc., y ya previamente decididos a no participar en ellos con ninguna intervención, entrada, opinión o, simplemente, plantear alguna determinada propuesta.

Ello me consuela en gran manera porque siempre puedo atribuir al dilema de Warnock el escaso interés que puedan despertar en los asiduos lectores mis habituales crónicas en este Blog. ¡Gracias a Dios!. ¡Salvados!

PS: Gracias a Iván López por la advertencia, a quién le deseo, además, mucha suerte en sus próximos compromisos fílmicos y al que prometo la hospitalidad que precise en Barcelona durante el rodaje de su pròxima aventura cinematográfica.

El encuentro frustrado de Humboldt por parte de Livingstone

Lady O'Murphy, joven amante de Sir Livingstone
viene de capítulo anterior
Lo que David Livingstone desconocía entonces era que Friedrich Henrich Alexander Humboldt, que así se llamaba su más directo antagonista, se encontraba muy lejos de ser aquel joven viajero, incansable explorador, envidiado por toda una generación de su tiempo pero que, a la sazón, contaba ya con una edad muy próxima a su definitivo retiro como aventurero en activo.

Corría el año 1827 cuando, en Berlín, el Rey de la entonces Prusia le nombra chambelán y pasa inmediatamente a formar parte de su séquito como consejero y diplomático.

Por lo tanto, Livingstone solo encontraría en la isla Tenerife el voluminoso legado filosófico que heredaran los incondicionales seguidores del célebre naturalista pero jamás se tropezaría con la legendaria figura del prusiano Humboldt.

En este sentido, las informaciones de las que disponía Livingstone no eran del todo fiables por cuanto su principal adversario no se encontraba ya presente en el teatro de operaciones en el que había fundamentado su posible encuentro. Esta vez, su entrañable amigo Stanley se había equivocado.
Continuará.....

domingo, 8 de marzo de 2009

8 de MARZO

No resulta demasiado dificil elegir, entre tantas, una foto que ilustre de manera tan contundente los muchos aspectos que concurren en el entorno laboral de la mujer trabajadora. Yo me he remitido a una época, en la que muchas mujeres, concretamente en Canarias, desempeñaban jornadas tan largas en oficios tan duros como los llevados a cabo por el más fuerte de los hombres y, en otros casos, como el más inteligente de los mortales. Lo que desgraciadamente no era igual, era el salario.

Este es mi humilde homenaje.

TRADICIÓN ANTI-TAURINA

ENCIERROS EN PAMPLONA (escultura)

Como licenciado que soy en Historia del Arte, me ha sorprendido enormemente la noticia por la que se involucra directamente al Ministerio de Cultura en la concesión de discutidos galardones que supuestamente premian a determinados "matadores" de toros por su notoria contribución a la difusión de lo que parece ser el noble Arte de torear.

Todos sabemos y en especial el estamento castrense que numerosos soldados, a lo largo de nuestra historia moderna, han obtenido medallas al mérito militar por muy distintas razones, todas ellas discutibles, pero jamás por hacer de la guerra un ARTE. En este sentido cabe pensar que también el Ministerio de Defensa pudiera instaurar a partir de ahora un nuevo y distinguido protocolo de concesión de medallas para todos aquellos generales que por su heroica contribución en las múltiples batallas en las que han tomado parte hayan escrito páginas gloriosas sobre el también llamado "noble" Arte de la Guerra. Podríamos citar a muchos: desde Anibal, por ejemplo, hasta Rommel (naturalmente sin tener en cuenta la opinión de los vencidos). Ya me entienden.

Sobradamente estamos de acuerdo en que la "FIESTA" es considerada por muchos como una arraigada tradición del acervo cultural hispano. Y también sabemos y conocemos las muy distintas versiones artísticas que, a lo largo de su historia, sobre ella, han plasmado en sus lienzos las figuras más representativas de las artes plásticas españolas. Desde Goya hasta Picasso. Sin embargo, en mi modesta opinión, ello no da derecho a perpetuarla y exigir además de las autoridades correspondientes la concesión de premios, no por dar muerte a las reses, sino, precisamente, por la forma tan artística de llevarlo a cabo.

La considerada "obra de Arte" es aquella que ha sido finalmente ejecutada por el propio artísta plástico independientemente del asunto o motivo representado en el lienzo o en la escultura, etc.

Curiosamente, en el caso de Goya y en lo que a la guerra se refiere, el artista eligió para sus famosos GRABADOS sobre este tema nada menos que el título de LOS DESASTRES DE LA GUERRA, en clara alusión al sufrimiento padecido por todos aquellos involucrados, directa o indirectamente, en el fuego cruzado de los ejercitos contendientes.

¿Cuantas veces habremos rechazado a lo largo de la Historia determinadas tradiciones por no ajustarse al estado de derecho que una sociedad civilizada, basada en la defensa de su soberania, exigía?.

En fín, también he llegado a reflexionar sobre algunas circunstancias técnicas que concurren a lo largo de la lidia de un toro:

¿Que sucedería si las reses bravas en lugar de ser herbívoras fuesen también carnívoras?. ¿Si además de causar la muerte de una certera cornada en defensa propia pudieran devorar con saña a sus victimas no tan inocentes?.

Estas y otras muchas preguntas quedarán probablemente sin respuestas por parte de los "puristas" pero a mi me basta y me consuela con llegar a creer que si con tales circunstancias se lograra abolir, por fín, la tan discutida TRADICIÓN TAURINA, mucho habremos ganado en favor del respeto por los animales.