RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

viernes, 9 de diciembre de 2016

VALIJA DIPLOMÁTICA



RELATO DE FICCIÓN INSPIRADO EN EL ÚLTIMO ACCIDENTE AÉREO OCURRIDO EN COLOMBIA.


                                                    I

Para quiénes se hallasen próximos, el ruido hubiera resultado ensordecedor. En el fondo del valle, una joven pareja de campesinos había creído oír los motores de un avión volando bajo hasta que el brutal e inesperado  impacto del aparato en la cima de la cordillera llegó hasta ellos con suma nitidez aunque  amortiguado por la distancia que les salvaba y reverberado casi tres veces por el eco.

El marido calculó la distancia del supuesto accidente  por la cantidad de veces que el eco se había pronunciado; según sus cálculos, el siniestro se habría producido a unas seis horas de marcha a pie desde su humilde cabaña situada en las profundidades de aquel angosto valle.

Mientras su joven esposa preparaba unas mantas, algo de comida y agua para socorrer a los posibles heridos, su marido colocaba los arreos en el mulo que habría de transportar la intendencia hasta el lugar del siniestro con la sana intención de prestar ayuda a los supervivientes, si los hubiere. Aún no eran las nueve de la mañana cuando partieron montaña arriba a través de un peligroso sendero que apenas ellos mismos sí conocían pero que les  resultaría ser el más idóneo hasta llegar a la cima de la cordillera.

Al cabo de, aproximadamente, tres horas de lenta y penosa ascensión, cuando supuestamente habrían recorrido ya la mitad del camino que les separaría del avión siniestrado, advirtieron a lo lejos una oscura silueta que descendía lentamente, a trompicones, por la ladera de la montaña en dirección al valle desde donde ellos habían salido de mañana. Para entonces era ya mediodía.



La pareja aprovechó tal circunstancia para descansar un poco mientras el desconocido, a duras penas, se aproximaba hasta ellos visiblemente esperanzado. Sus ropas hechas girones y su penoso estado, hacían suponer, a pesar de conservar consigo el negro maletín desde que abandonara el lugar del suceso, que se trataba de un sobreviviente del lamentable accidente ocurrido. Según confesaría al llegar, el único sobreviviente del conjunto de pasajeros y tripulación de la aeronave ahora siniestrada.

El sol se encontraba ya en su cenit. Tras cubrirle la cabeza con un sombrero de paja, le proporcionaron algo de bebida y comida y arropándolo con una de las pesadas mantas que habían traído consigo le hicieron sentar un rato. Tras el breve descanso, le subieron a lomos del mulo y comenzaron el descenso hacia la vivienda en el fondo del valle donde recibiría cobijo y primeros auxilios hasta la llegada en su momento de los equipos de rescate. Le destinaron un viejo catre junto a la cocina, cerca del fuego, y el pasajero, bajo los efectos aún del schock sufrido, maltrecho y cansado, se quedó profundamente dormido al calor del hogar sin ni siquiera haberse desprendido del negro maletín que le había acompañado hasta allí.

Una vez se hubo dormido, la pareja se dirigió al cobertizo dónde, después de librarlo de sus arreos, abandonaron al mulo a su suerte ante una paca de heno fresco.

-Ese maletín debe contener algo muy valioso para que lo tenga asido todo el tiempo, pensaba  en voz alta el marido aunque dirigiéndose a su mujer.

-¿Tú crees? –respondió ella.

-Sí, -asintió el marido gravemente-.  Habrá que hacer algo si finalmente queremos salir de aquí para siempre.

-Y….. ¿Qué piensas hacer? –preguntó ella temiéndose la respuesta.

-No lo sé aún, pero lo que haya que hacer, –sentenció el marido-, ha de ser cuanto antes, antes de que los equipos de rescate localicen el lugar del siniestro y se presenten en la cima.

Silencio.

-Tú aguarda aquí, -inquirió de pronto el marido-, y sin pensarlo dos veces, salió del cobertizo, cruzó el patio de tierra y entró sigiloso en la cocina. El pasajero dormía profundamente pero los nudillos de su mano derecha blanqueaban por la presión ejercida sobre el asa del negro maletín que sostenía. Un maletín con el doble de profundidad que un maletín convencional. Atravesó la cocina hasta el dormitorio y regresó de nuevo con una gruesa almohada de matrimonio. Sin hacer el menor ruido, acercándose hasta la cabecera del catre, se dejó caer de improviso sobre el cuerpo dormido del hombre  con la almohada por delante, entre su pecho y el apacible rostro de su víctima que  bajo el peso del joven campesino apenas si pudo ni tuvo tiempo de reaccionar. El pasajero se agitaba con cierta dificultad sin poder librarse de la fuerte presión que ejercian sobre él. Tras unos cinco minutos de endeble forcejeo había fallecido. Su mano se abrió con lentitud y el maletín se deslizó  con suavidad sobre la manta hasta caer pesadamente contra el suelo de madera de la cocina.

Desde el cobertizo su mujer  oyó el golpe  y, de improviso, se presentó allí.

Haciendo caso omiso del muerto que aún continuaba tendido sobre el catre en decúbito supino con la almohada prensada sobre el rostro, la mujer consiguió por fin abrir el dichoso maletín. En su profundo interior aparecieron, como por encanto, cientos de fajos de billetes de quinientos euros que suponía una grandísima fortuna para alguien que como ellos nunca tuvieron nada.

-Hay que darse prisa, -dijo él-.  Apaña una funda grande de almohada, introduce en ella todos los fajos de billetes, átala por un extremo y escóndela bajo las tablas del piso de la cocina. Yo cargaré el cadáver junto al maletín sobre el mulo y partiré al amanecer hasta la cima donde los depositaré entre los restos del avión siniestrado. Espero que mientras tanto no aparezcan los servicios de rescate.

¿A qué horas volverás? –preguntó tímidamente la mujer.

-Entre ir y volver me llevará unas doce horas, -calculó el marido. Si salgo antes del amanecer, como tengo previsto, estaré de regreso sobre las seis de la tarde.

Con las primeras luces de un nuevo día, el campesino ya había cargado el mulo con el negro maletín y el cadáver envuelto en una manta. Desayunó antes de partir y se dispuso luego a iniciar el largo camino que les llevaría hasta la cima. Su mujer le saludó desde el porche mientras él se ponía en marcha tirando como siempre del mulo con  el   muerto y su maletín vacio a cuestas.

Llegaron cansados pero sin novedad alguna. En la cima el panorama resultaba visiblemente desolador. Por fortuna los cadáveres no habían entrado aún en descomposición y se respiraba el sano aire de la cordillera en medio de un silencio local dentro de otro silencio mucho más denso y algo más cósmico: el que proporciona la salvaje naturaleza a esa altitud. Decenas de cuerpos mutilados se hallaban esparcidos en doscientos metros a la redonda, maletas destripadas con las vísceras de algodón, lana, tela, cartón, etc.,  muchísimos zapatos de un solo pié,  trozos de plásticos de todos colores, botellas rotas, asientos desperdigados por doquier con algunos cadáveres sentados cómodamente todavía en ellos, reactores fracturados, el tren de aterrizaje reventado y cientos de piezas del aparato repartidas por la vasta superficie de la cima además de la mayor parte del fuselaje. Sólo una pequeña parte de él se conservaba en buen estado, con sus tres o cuatro ventanillas intactas y algunos asientos  en perfecto orden fijados en su interior.

Se dio prisa y depositó el cadáver junto a otro en cuyo costado se encontraba un mediano cojín de color azul. Junto al cojín dejó caer el maletín abierto y se alejó del lugar  a lomos de su mansa cabalgadura en dirección al profundo valle donde le aguardaría impaciente su mujer para cenar hoy en la modesta mesa de la cocina bajo cuyo suelo de tablas escondían la solución perfecta a un ansiado porvenir.



                                                   II



Sólo después de recobrado el conocimiento, al conseguir zafarse al fin del cinturón de seguridad que lo mantenía fijado al asiento en el único trozo de fuselaje que había quedado en perfecto estado tras el brutal impacto inicial, fue  cuando tomó verdadera conciencia de la gravedad de lo ocurrido. No pudo creer que fuera el único pasajero en haber          resultado ileso de tan aparatoso accidente.  Por fortuna, el combustible debió haberse agotado durante el vuelo, lo que habría evitado, para su suerte, el posterior incendio del aparato. Antes de salir al exterior, se tomó un tiempo prudencial para reflexionar y cerciorarse de que no habría sufrido ninguna fractura ni lesión de importancia que pudiera acarrearle consecuencias trágicas. No se molestó siquiera en buscar su equipaje de mano porque en esa situación lo encontraba del todo innecesario. Sus vestidos estaban hechos jirones pero comparado con la enorme fortuna que había tenido, aquello carecía de la menor importancia.

Una vez fuera, el panorama resultaba visiblemente desolador. Por fortuna, los cadáveres no habían entrado aún en descomposición y se respiraba el sano aire de la cordillera en medio de un silencio local dentro de otro silencio mayor  y cósmico: el que proporciona la salvaje naturaleza a esa altitud. Decenas de cuerpos mutilados se hallaban esparcidos en doscientos metros a la redonda, maletas destripadas con las vísceras de algodón, lana, tela, cartón, etc.,  muchísimos zapatos de un solo pié,  trozos de plásticos de todos colores, botellas rotas, asientos desperdigados por doquier con algunos cadáveres sentados cómodamente todavía en ellos, reactores fracturados, el tren de aterrizaje reventado y cientos de piezas del aparato repartidas por la vasta superficie de la cima además de la mayor parte del fuselaje. Sólo una pequeña parte de él se conservaba en buen estado, con sus tres o cuatro ventanillas intactas y algunos asientos en perfecto orden, entre ellos el suyo, que le preservaría de una muerte casi segura.

Reparó en alguien que agonizaba junto a unas rocas asido a un maletín negro de mayor profundidad que un maletín convencional al que, curiosamente, se aferraba con mayor tenacidad que a la propia vida. Se acercó en silencio y comprobó que aquel hombre, de unos cincuenta años, con múltiples fracturas abiertas en su cuerpo y traumatismo craneal severo, cuya mirada incolora parecía ver a través del cuerpo del visitante, balbucía algo que el pasajero ileso no lograba entender. El recién llegado creyó reconocer en su persona a un alto funcionario del gobierno de la nación: un embajador o un nuevo ministro quizás. Luego de arrebatarle  el maletín negro y lograr abrirlo sin dificultad,  en su profundo interior aparecieron como por encanto, aparte del título de VALIJA DIPLOMÁTICA que arrojaría entre los escombros,  cientos de fajos de billetes de quinientos euros, lo que suponía una grandísima fortuna para alguien que como él nunca tuvo nada. De pronto reparó en el cojín azul que se encontraba a su lado y tomándolo con decisión, convencido en conciencia de  ahorrarle el sufrimiento innecesario de la agonía, se lo aplicó  en la cara, presionando fuertemente de tal manera  con ambas manos  que al cabo de cinco minutos escasos había fallecido.

Antes de abandonar definitivamente el lugar, echó un vistazo alrededor para comprobar que nadie más, excepto él, continuaba aún con vida. Inició el descenso  no sin dificultad, exhausto, con el negro maletín siempre a cuestas y ante el temor de que los helicópteros de los equipos de rescate localizaran el paradero del aparato siniestrado. Al cabo de unas interminables tres horas de marcha atisbó, por fin, en la distancia a una joven pareja y su manso mulo que ascendían penosamente la cordillera con toda seguridad en su auxilio. Fue entonces cuando aliviado, mirando al cielo, pronunció estas sentidas palabras: ¡GRACIAS SEÑOR!. 









domingo, 4 de diciembre de 2016

ADRIÁN, el niño que quiere ser torero




Leo en el diario EL PAIS del domingo 4 de Diciembre de 2016 que la guardia civil ha detenido a dos personas por injuriar a Adrián,  el niño con cáncer que quiere ser torero.
 Las redes sociales representan un arma de doble filo, sobre todo, para todos aquellos que pueden ser susceptibles de la opinión de terceros  sobre su propia popularidad; máxime cuando ello implica que una gran mayoría pretende serlo a través de sus propias opiniones, comentarios, fotografías, videos, etc.etc.

Ello, sin embargo, no debe dar lugar a desear la muerte de ninguno aun cuando éste sea víctima de la inquietante  contradicción en la que caen unos padres como los suyos.

Desde luego, tal y como ha admitido  la denuncia, el Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia considera que los comentarios en las redes supone un delito “contra la integridad moral” por el “trato humillante y vejatorio, lesivo a su dignidad personal”.

A pesar de todo y esto es lo que anima a considerar la noticia: si bien el cáncer que padece el niño puede llevarle a una muerte segura no es menos cierto que su inquebrantable afición a ser torero lleva también consigo un elevado riesgo de muerte violenta.

En este sentido nos gustaría saber si los padres han advertido a Adrián del inmenso riesgo de muerte que corre en el futuro enfrentándose a un toro bravo.

Casi siempre, el cáncer llega a ser algo  inevitable en la vida de una persona pero la muerte frente a un toro sí que es del todo y absolutamente evitable, renunciando a la gloria en favor de la vida.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

LEONARD COHEN versus RITA BARBERÁ




La muerte no concede prórrogas ni privilegios; es implacable. 

Independientemente de la veneración que sintamos por los elegidos, ELLA, más tarde o más temprano, siempre conseguirá su propósito.

Entre la visita hecha a Leonard Cohen y la posterior a Rita Barberá sólo mediaron dieciseis dias. Ambos murieron el siete y veintitres de Noviembre, respectivamente, del año 2016. Sin embargo, el legado que ámbos dejaron tras de su muerte se ha repartido de muy distinta manera entre sus fervientes admiradores. 

A Cohen, muchos le recordaremos siempre, entre otras cosas, por canciones como SUZANNE o I`M YOUR MAN y a Rita, entre otras muchas, por ¡EL CALORET! ¡EL CALORET FALLER!

En el HOTEL CHELSEA de Nueva Jork, Cohen viviría una noche de amor en compañía de la incomparable JANIS JOPLIN que daría lugar a la canción del mismo título(CHELSEA HOTEL) burlando aquella vez la visita de la PARCA.

Unos días después de haber estado mendigando frente al congreso un poco de amistad y quizá también algo de amor entre los suyos sin lograrlo, Rita fue encontrada muerta en su habitación del HOTEL VILLA REAL de Madrid ante su frugal cena: una tortilla de patatas y un whisky. A ella, la PARCA no le concedió tregua.

lunes, 28 de noviembre de 2016

INFLUENCIA ESTÉTICA REVOLUCIONARIA




La revolución cubana no sólo exportó (con intención o sin ella) su contundente doctrina marxista fuera de la isla donde finalmente había triunfado sino que su influencia traspasó fronteras también en su concepción estética. Cabellos  largos y pobladas barbas resultaron ser no sólo un distintivo entre los jóvenes de izquierda de todo el mundo sino además un merecido homenaje y reconocimiento al éxito cosechado por un puñado de hombres cuyas figuras trascendían más allá de la política propiamente dicha como de la lucha de guerrillas y que en el caso del "CHE GUEVARA" se sintetizó de manera notable a partir de la famosa foto tomada en 1960 por Alberto Díaz (Korda) y que, convertida entonces en un auténtico icono gráfico, había cubierto las paredes de cientos de  habitaciones de sus miles de incondicionales y románticos simpatizantes.




sábado, 26 de noviembre de 2016

FIDEL, CUBA Y COCA COLA



La primera Coca-Cola que degusté en mi vida la había traído desde  la Habana, Dulce “La Cubana”,  madrina de mi amiguito Antoñito  Duque. Por entonces vivíamos en La Cuesta y contábamos entre nueve y doce años, aproximadamente.


Al parecer, Dulce “La Cubana” habría regresado a Canarias presintiendo la huida del entonces dictador cubano y el triunfo definitivo de la revolución  que se produciría años más tarde con la entrada en la Habana de Fidel en Enero de 1959.


Aquella Coca Cola representaba para la misteriosa Dulce el símbolo de la prosperidad y el paradigma del bienestar del que, según ella, se disfrutaba en lo que otros consideraban el patio de recreo en el que se había convertido la capital cubana durante la dictadura de Fulgencio Batista.


Desde 1939 nosotros ya sufríamos una férrea dictadura bajo la que, tanto Antoñito Duque como yo mismo, habíamos nacido y por lo tanto sin posibilidad alguna de poderla  comparar con tiempos pretéritos; aunque ni siquiera se nos ocurría tal posibilidad.


La dichosa Coca-Cola no había despertado en nosotros especial curiosidad. Dudábamos de su envase, de su temperatura y sobre todo de su color que no se correspondía con aquellos otros, amarillos y naranjas del ORANGE CRUSH de entonces. Obligados por Dulce a degustar, según ella, aquel delicioso elixir, con la misma cautela con que le dimos el primer sorbo, así también lo escupimos respetuosamente y en silencio, a los pies de la recién llegada cubana.


Si aquel sabor, aquel color y aquella temperatura representaba el paradigma de una sociedad moderna, capitalista y libre (Dulce dixit), hubiera sido, quizás, mejor esperar a que aquella esperanzadora revolución liderada por Fidel hubiera creado, para nosotros los niños, un brebaje mucho más fresco y más luminoso que la dichosa oscura Coca Cola.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

RITA BARBERÁ


La muerte siempre es ajena a nuestros compromisos en vida; por lo tanto ésta no debiera ser una consecuencia.

Nosotros sí que juzgamos los hechos y dichos de nuestros semejantes pero la muerte los ignora por completo.

En cualquier caso, la muerte siempre es injusta a pesar de correr pareja a nosotros desde nuestro nacimiento.

Junto a RITA BARBERÁ corrió 68 años 

lunes, 21 de noviembre de 2016

HOMENAJE A LUIS ESPINOSA PEÑA: Descanse en paz

Ha llegado hasta nosotros la muy triste noticia del fallecimiento de nuestro gran amigo Luis. Nos fue comunicada por su propiio hijo, Quim, con el que coincidímos, después de muchos años, en nuestra propia casa el dia en que su padre quiso sorprendernos con una entrañable visita a Cataluña hace ya algunos años.
Carmen y yo guardamos un muy agradable recuerdo de toda su familia, desde su madre Juani, también fallecida, como de todos sus hermanos y hermanas amén de sus simpáticos cuñados y cuñadas.
Nuestra amistad venía de lejos; prácticamente desde que mi familia llegó al  Puerto de la Cruz cuando mi hermano y yo aún no habíamos cumplido los dieciocho años. Pasado algún tiempo, mi hermano terminó trabajando en el comercio propiedad de la familia de Luis. Sin embargo, casualidades de la vida, Luis y yo nos encontraríamos ya de adultos en Barcelona: él estudiando podología y trabajando como practicante y yo como camarero en un pequeño restaurante de la calle Pedro Lastortras.
Entre ámbos alquilamos un modestísimo piso en la calle Mediana de San Pedro (tan modesto que no tenía ducha aunque sí retrete) muy próximo a nuestros respectivos empleos y mucho después, durante una temporada, se uniría a nosotros Leocadio.
Rememorar nuestro encuentro en Barcelona sólo ha valido como socorrido pretexto para mostrar unas fotos de aquella época como homenaje a un gran amigo repentinamente fallecido.

Este es su hijo Quim el día en que junto a su padre nos visitara en Girona.

Juani, madre de Luis, durante una visita a Barcelona para ver a su hijo























Esperanza, hermana de Luis, fallecida hace años en el Puerto de la Cruz





















Distintas fotos de Luis durante su estancia en Barcelona como estudiante































Cada día acudíamos a la Plaza Urquinaona, muy cerca de casa, para tomar una reconfortante ducha caliente. En esta foto, aparte de Leocadio, también aparece Pedrito que pasaría unos dias con nosotros camino de Londres
 Nuestro amigo Leocadio delante de la catedral de Barcelona.


Luis con mi padre en una visita que éste nos hizo en Barcelona. Al fondo la calle Pelayo.

domingo, 13 de noviembre de 2016

FIESTA TAURINA VERSUS JAMÓN DE BELLOTA

En el interior de un profundo y oscuro ministerio de nueva creación cuyo nombre aún se desconoce, el reciente gobierno del PP está tratando de elaborar una controvertido proyecto de Ley con el propósito, al parecer, de mitigar la enorme presión que para sus cientos de militantes supone el soportar la gran desdicha que les ocasionaria  la abolición definitiva de las corridas de toros, tan reclamadas últimamente por los numerosos grupos antitaurinos de toda España.

Según fuentes fidedignas obtenidas por algunos medios de comunicación, éstos afirman que el gobierno del PP,  con una astuta maniobra de confrontación, estaría dispuesto a aceptar la abolición taurina tan reclamada por los distintos colectivos españoles y extranjeros a cambio de exigir la prohibición en todo el territorio nacional de la tradicional  matanza del cerdo, con el único objeto de evitar así obtener el tan preciado, popular y exquisito jamón de bellota tan reclamado entre los gourmets tanto nacionales como extranjeros y que tanto caracteriza a la gastronomía española.

A criterio del portavoz del Ministerio de Agricultura, esta decisión "tan salomónica" sólo pretende repartir la desdicha de los afectados a partes iguales entre unos y otros distintos colectivos en favor de una opción determinada.


sábado, 12 de noviembre de 2016

CÍRCULO-CIRCUNFERENCIA

Continuando con mis modestas investigaciones puedo afirmar lo siguiente:
Para que la superficie de un círculo muestre una cifra en metros cuadrados igual a la cifra en metros lineales de su propia circunferencia, el diámetro de éste tiene que ser siempre cuatro, expresados en cualquier medida (centímetros, metros, kilómetros, etc.)


 Ningún diámetro de distinta medida cumple este riguroso requisito.


En un cuadrado cuyo lado es de igual medida que el diámetro de la circunferencia en cuestión también reune el requisito de que su perímetro en metros lineales arroja la misma cifra que su superficie en metros lineales.

 

MONEDA FRACCIONARIA

El conjunto de monedas fraccionarias de 1 Euro (50, 20, 10, 5, 2, 1) suman 88 céntimos.
He calculado 1163 combinaciones diferentes cada una de las cuales dan como resultado 88 céntimos. Ejemplo: (dos de 20+ tres de 10+ dos de 5+ dos de 2+ cuatro de 1).


A continuación presento la primera página de las 56 de que se compone el dosier y que presentan, como ya he dicho, 1163 combinaciones distintas de sumar 88 céntimos en moneda fraccionaria de 1 Euro.

En esta otra página elegida  al azar y que se corresponde con la página 14  ya no figuran las monedas de 50 cts. por haber agotado todas las combinaciones posibles con el resto por lo que la primera columna de la izquierda presenta valores 0