RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

domingo, 18 de marzo de 2018

CAERTE LA NEGRA

La mayoría de las veces, la experiencia acumulada no sirve para otra cosa como no sea para la constatación fidedigna de nuestros propios errores a lo largo de la vida pero, en contadas ocasiones, también es factible para precisar ciertos acontecimientos acaecidos con anterioridad para los que en su día determinábamos con una popular frase ya hecha y que ponía de manifiesto la mala suerte que se había cernido sobre una determinada familia  y como consecuencia había teñido de luto su entorno más inmediato. Aquella frase no era otra que “les ha caído la negra”. 

La mala suerte habría hecho que en una misma persona o familia hubiera recaído una tragedia múltiple con resultado incluso de muerte y que, por ende, el color negro hubiera sido por tradición siempre asociado al enorme drama vivido por aquellos que ni siquiera esperaban que ocurriera. De modo que la frase en cuestión, en ningún caso, sería alusiva a un sentimiento xenófobo como pueda parecer en un principio aunque, tal y como están las cosas, el hecho de pertenecer al género femenino pudiera acarrear una mala interpretación de la misma.

Sea como fuere, podría afirmarse que a la familia Cruz les “ha caído la negra” por cuanto en la misma coinciden dos hechos de mala suerte muy lamentables: el acoso al que fue sometida Patricia por un perturbado y la muerte violenta de su hijo a manos de Ana Julia Quezada.

Sin embargo y recurriendo a la experiencia a la que antes he hecho alusión, me hubiera gustado saber, aunque sólo hubiera sido por casualidad, la asociación que el pequeño y simpático Gabriel habría hecho en vida entre el color de piel de sus padres y entorno más inmediato, con aquel otro más oscuro de allende los mares de su asesina madrastra Ana Julia. 

¿Hubiera representado para Gabriel el color negro como color del mal? Eso nunca lo sabremos con certeza.

viernes, 16 de marzo de 2018

PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE

Según los expertos, uno de los distintos factores que inciden negativamente sobre la garantía en el futuro de las pensiones de los jubilados es, sin duda, las mayores expectativas de vida que se abren entre la población pensionista, sobre todo a partir del primer decenio del siglo XXI y en conjunción con el también bajo índice en la tasa de natalidad en este mismo periodo y que resulta prácticamente inferior a la de defunciones, además también de la ostensible precariedad en el mercado laboral y las bajas cotizaciones a la Seguridad Social que se desprenden de los bajos sueldos. Todo ello pone de manifiesto la gran preocupación de los propios interesados por su futuro más inmediato además de la inquietud que se genera en los distintos partidos políticos con representación parlamentaria. 

¿Cuál sería la incidencia que tendría en el Código Penal las mayores expectativas de vida que también, a día de hoy, han de producirse en la población reclusa para que algunos de sus artículos puedan ser objeto de revisión en el futuro habida cuenta también de la propuesta por parte de la oposición de la derogación de la tan discutida Prisión Permanente Revisable?

A principios del siglo XX, admitiendo que la esperanza de vida resultaba bastante más corta, por agravio comparativo se podría admitir que la pena impuesta entonces al reo por el mismo delito cometido hoy comportaba un claro perjuicio para su condena ya que desde su cumplimiento hasta su fallecimiento, los años transcurridos tras su puesta en libertad eran menos que los disfrutados tras su excarcelación por los convictos del siglo XXI, cuyas expectativas de vida parecen aún mayores.

Pero, ¿Y si fuésemos inmortales tal y como podríamos llegar a ser algún día? ¿De que servirían entonces los años de reclusión a los delincuentes si saben que tras su puesta en libertad les queda todavía toda la inmortalidad por delante? En tal caso, la pena de cadena perpetua no nos parecería del todo justa habida cuenta de que el reo tendría que permanecer en prisión hasta la eternidad.

Esta supuesta inmortalidad estaría sólo ceñida a los casos por causas naturales, mientras que las producidas por la mano del hombre (asesinato), todo tipo de accidentes, tragedias de tipo militar, desastres provocados por la Naturaleza, etc., etc., estarían exentas de aquel tipo de privilegio.

Sin embargo, -y sólo por especular-, estaríamos de acuerdo en admitir que si bien la privación de libertad no garantizaría en ningún caso la ausencia del delito por cuanto hemos argumentado antes, también parece ser cierto que la única manera de erradicar eficazmente la criminalidad del futuro sería posible con las únicas medidas drásticas puestas a nuestro alcance para cuando la inmortalidad por causas naturales sea una condición de normalidad entre los humanos. Y éstas medidas a las que nos referimos sospechamos que, por desgracia, se pondrían en práctica llevando a cabo la amputación parcial o total de los distintos miembros de los criminales convictos y confesos en virtud de la gravedad probada del delito que se les haya imputado.

miércoles, 14 de marzo de 2018

ODIA EL DELITO Y COMPADECE AL DELINCUENTE

En el pasado, el único objetivo de la privación de libertad consistía exclusivamente en la expiación del mal causado sin tener en cuenta otros distintos aspectos de la personalidad del reo. Con ello se trataba de prevenir del delito mediante el efecto de la pena sobre la colectividad y tratar de ese modo de restaurar la tranquilidad social perturbada por el delito cometido y reafirmar la moral social de entonces.

En España, mientras viajaba de cárcel en cárcel interesándose por la situación de las mujeres encarceladas, Concepción Arenal acuñaría la célebre frase que le honra: “ODIA EL DELITO Y COMPADECE AL DELINCUENTE”.



Ella siempre creyó en la reeducación, en la rehabilitación e inserción social del reo, en una España del siglo XIX donde un altísimo porcentaje de la población era prácticamente analfabeta. La asistencia a la escuela, a los colegios y a las Universidades, en definitiva, a la educación, era un privilegio de los que muy pocos podían disfrutar y, por lo tanto, los conceptos básicos de ética y moral para todos aquellos miles de desheredados llegaban a las clases más bajas difundidos con ventaja por la Iglesia y propagados con un afilado sentimiento de culpa sobre sus feligreses, quienes por su condición marginal, podrían muy bien no distinguir entre el bien y el mal y sus funestas consecuencias, y eso entrañaba gran preocupación a las autoridades penitenciarias.

Llegados hasta aquí me pregunto si ilustres personajes de todos conocidos por, sobre todo, su condición de educados políticos que alcanzaron en las distintas Universidades españolas, durante su juventud, un éxito sin precedentes en sus estudios superiores, estarían hoy eximidos, como se espera, de su reeducación o reinserción social, sin que por ello las autoridades penitenciarias tengan que perder tiempo y dinero en su costosa rehabilitación, habida cuenta del inmenso bagaje ético-social y moral que, al día de hoy, aglutinan todos ellos desde su preparación universitaria.

A personajes de la catadura de Bárcenas, Ángel Aceves, Rodrigo Rato, Alberto López Viejo, Jesús Sepúlveda, Ricardo Costa, Francisco Camps, Undargarín y muchos otros con supuestos estudios superiores, solamente les quedaría la posibilidad, como único objetivo, la privación de libertad como expiación del mal causado, sin más. Es difícil concebir para gente tan culta aunque sin escrúpulos, reducciones de pena por buen comportamiento, por trabajos en prisión, etc., etc. Lo que exige la sociedad es que cumplan la pena íntegra que en su día les fue o les será impuesta en un futuro que se espera próximo.

martes, 13 de marzo de 2018

GABRIEL CRUZ, descanse en paz


A tan corta edad, Gabriel fue desgraciadamente atrapado por la dura realidad circundante de la que no pudo escapar con vida. Atrapado por la hostilidad de un paisaje inhóspito, horadado de pozos, minas, aljibes, donde apenas crecen árboles a los que poder trepar, sólo matorral y monte bajo. Atrapado en la realidad de unos padres separados con los que tenía que compartir su tiempo y espacio una vez por semana. Atrapado por su propia suspicacia respecto de las malvadas intenciones de su supuesta asesina, la nueva pareja de su padre y de la que Gabriel no quería saber nada porque su infantil aunque certera intuición le estaba señalando el inminente peligro que corría desde que aquella mujer dominicana entrara de lleno en la vida de su propio padre.


¿Qué clase de inconvenientes insalvables encontraría su madrastra en la persona del niño Gabriel para justificarse a sí misma y llegar hasta el extremo de hacerlo desaparecer para siempre de su entorno familiar en favor de sus propios intereses?

La inocencia no siempre conmueve al asesino y así debió ocurrir en este lamentable caso. Una mujer probablemente tan ambiciosa como para proporcionar en su día una más que difusa coartada que le permitiera salir indemne de culpa por la muerte acaecida hace ya unos veinte años de su hija mayor de cuatro años, al precipitarse inexplicablemente desde un séptimo piso al patio interior del edificio donde vivía. Dijéramos que una madre sospechosa aunque con experiencia más que probada en la comisión de este tipo de delitos.

Al igual que le ocurriera al propio Gabriel, también la asesina se ha visto igualmente atrapada por el mismo paisaje, por la misma presión ambiental y mediática pero, sobre todo, por su desmedida ambición de la que por el momento aún sabemos muy poco pero cuyo enorme peso pudo muy bien precipitar los acontecimientos que darían lugar a su detención poco después de tratar de cambiar de sitio el cuerpo ya sin vida del pequeño Gabriel.

La muerte de Gabriel se me antoja totalmente gratuita, sin sentido. Se trata de la muerte de un inocente, incapaz de hacer daño a nadie como no fuera el derecho de un menor a temer por las ambiguas intenciones, que para su conocimiento, intuía en el proceder de su supuesta asesina y de las que, desgraciadamente, no pudo librarse pese a jugar con la ventaja que le suponía su especial infantil suspicacia.

Ha sido tan fácil y tan dramático como matar a un pez en su pecera o a un ruiseñor en su jaula.

domingo, 11 de marzo de 2018

8 DE MARZO ....y el día después

El pasado 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora, Lázaro se sentía incapacitado para intentar planchar. El fuerte dolor de lumbago además de la quemadura sufrida en la muñeca con aceite hirviendo mientras, en la cocina y en ausencia de su mujer, trataba de freír un huevo, se lo impedían por completo. Luego de desayunar y de aplicarse pomada en el antebrazo en previsión a una posible infección además de tomarse un ibuprofeno para calmar el intenso dolor que sufría en los riñones, corrió a buscar refugio en el confortable sofá donde permanecería tumbado frente al televisor hasta la llegada de su mujer, disfrutando del partido de fútbol entre el LAZIO y el DINAMO de Kief correspondiente a la final de Europa League que se jugaba ese día y que terminaría en empate.

Bien entrada la noche llegó su mujer de la manifestación y en cuanto le vio en aquel estado tan lamentable se precipitó hasta la cocina a prepararle un caldito caliente y reparador. Mientras le administraba el consomé a cucharadas, Lázaro le confesó casi llorando que el LAZIO había perdido la final. No pienses en eso ahora, cariño, -le aconsejó su mujer-, y descansa tranquilamente hasta mañana; ya verás cómo te pondrás bien.

Al día siguiente, bien temprano, su mujer fue la primera en ordenarle de manera tajante: ¡LÁZARO, levántate y anda!

viernes, 9 de marzo de 2018

SIEMPRE EL CORUJO


Para Paquito, cualquier excusa parecía válida para, al declinar la tarde, desprenderse de sus amigos de juegos y sin que éstos siquiera lo advirtieran, correr a refugiarse bajo el alpende de la tienda de D. Nicolás, -a esa hora ya cerrada al público-, desde donde podía sin ninguna dificultad divisar perfectamente, al filo del atardecer, el monturrio tras el cual se extendía el estercolero. Según sus referencias, cuando el sol se escondía más allá del barranco y la fría luz de la luna tomaba el relevo acariciando las estribaciones del barrio dónde ya no llegaba la luz eléctrica, entre el monturrio y el estercolero, según había oído decir, solía hacer su aparición el CORUJO. Ningún niño del barrio hasta entonces lo había visto pero él siempre quiso ser el primero en descubrirlo.

Se comentaba incluso que la supuesta joroba que le adjudicaban a su figura los vecinos del barrio no era tal sino un saco a la espalda conteniendo el niño raptado esa noche y trasladado furtivamente hasta su guarida que, según algunos,  se encontraba mucho más allá del estercolero al que solía acudir con frecuencia para saciar el hambre a falta de niños que poder llevarse a la boca.

Paquito, como el resto de sus amiguitos del barrio, sabía que incluso en verano, cuando los días se alargaban, era menester, -so pena de ser víctima del temido e insaciable CORUJO-, no alejarse nunca hasta más allá del monturrio y retirarse a casa bien temprano, cenar e irse seguidamente a la cama, sobre cuya cabecera la siempre imagen del Ángel de la Guarda velaría su apacible sueño hasta la mañana siguiente. Así se lo habían exigido sus padres y él les correspondía siempre con ciega obediencia.

A pesar de que Paquito a lo largo de todas las tardes de todos los años que durante su tierna infancia dedicó a ello, nunca tuvo la más mínima oportunidad de descubrir al despiadado CORUJO ni de liberar a ningún niño de su cautiverio, pero no por ello dejaría jamás de creer en su perversa existencia. Sin embargo, ahora que ya se había hecho mayor, no dejará nunca de pensar ni preocuparse por aquellos otros niños que, en los últimos tiempos, también habían corrido la misma suerte con el CORUJO, -al que con tanto celo persiguiera sin éxito-, como,  entre otros muchos, han sido los casos recientes de Jeremí Vargas en Las Palmas y de Gabriel Cruz en Almería.

miércoles, 7 de marzo de 2018

8 DE MARZO: LYSÍSTRATA

¿Quién iba a decirle a Lysístrata que con la promulgación de una huelga sexual acabaría con la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta?
Se conoce como la primera huelga sexual de la historia, merced a la imaginación del dramaturgo Aristófanes de su comedia Lysístrata.

Lysístrata, además de a las de su ejército, también convenció a las mujeres del ejército enemigo a no mantener relaciones sexuales con sus respectivos maridos mientras éstos no desistieran de su empeño en seguir luchando  ¡Y vaya si lo consiguió!


La revolución industrial impulsada en el Siglo XIX por el gran capital, condujo a la mujer a aceptar distintos empleos en el sector empresarial de entonces en condiciones poco recomendables pero todos sabemos la extraordinaria aportación que hicieron a la economía de los distintos países, sobre todo, europeos.

Hoy en día, la mujer no necesitaría, como otrora hiciera Lysístrata, recurrir a una huelga de carácter sexual para convencer al Estado de sus formales pretensiones en materia de igualdad frente a los hombres. Bastaría, -aprovechándose de los múltiples sistemas de interrupción del embarazo, con no traer al mundo durante un tiempo indeterminado a ningún bebé mientras no se les garantizara aquellos derechos que implica ser madre trabajadora además de esos otros que a sus hijos les corresponderían en materia de salud, educación, trabajo así como un sueldo digno llegada la edad laboral-, para que se paralizase por completo la tracción que sería necesaria para consolidar, de una vez por todas, nuestra debilitada Seguridad Social y ajustar las paupérrimas pensiones a las exigencias del mercado de trabajo. De modo que la inoperancia del útero femenino podría ser el arma más útil frente a la improductividad de un Estado que no tiene en cuenta los más elementales criterios de visión de futuro. 

TOMAR EL RÁBANO POR LAS HOJAS

Independientemente de que la llamada “huelga a la japonesa” sea considerada una leyenda urbana, su objetivo no era otro que el aumento de la producción para forzar una bajada de precios de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda. En definitiva, se trataba, sobre todo, de causar un claro perjuicio a las empresas, quienes además de sufrir una caída de precios de sus productos, se verían obligadas a hacer frente a los sueldos de los trabajadores al no dejar éstos de asistir a sus respectivos puestos de trabajo.

Por lo tanto, si tomamos al pie de la letra las intenciones de llevar a cabo una “huelga a la japonesa” por parte de la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina y la de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, cabe preguntarnos ¿A quién beneficia o perjudica el espíritu de tal propuesta? ¿Beneficia al Gobierno en perjuicio de la mujer trabajadora?  ¿Beneficia a la mujer trabajadora en perjuicio del Gobierno?

Cuando se altera con tanta precisión el espíritu de la letra de ciertos postulados se corre el riesgo de hacer el más espantoso ridículo. Es como tomar el rábano por las hojas, que es lo mismo que interpretar, por conformismo, mal una cosa; hacerlo sólo en virtud de su apariencia y sin profundizar en ella, por lo que es muy aconsejable “atajar el problema de raíz” para que no te quedes con las hojas en la mano y el rábano continúe enterrado.

viernes, 2 de marzo de 2018

CRÓNICA AMARILLA

Muchos son los interesados en saber siempre lo que está pasando. No ya sólo en su entorno más inmediato sino también en cualquier punto del planeta por muy alejado que éste se encuentre de nosotros. Y prueba de ello es la conexión permanente a Internet que establecen los curiosos para, a través de la televisión o la radio, estar en todo momento debidamente informados de la noticia, de los últimos acontecimientos acaecidos y relacionados con cualquier tipo de materia que les venga de provecho, bien sea ésta deportiva, actualidad, política, sociedad, etc., etc.

Es decir, la mayoría sólo está interesada en lo qué y cómo ocurren los hechos, mientras que al resto, entre los que me cuento, tal vez lo que realmente nos preocupe es el por qué. Y la diferencia es notable porque en el segundo caso será siempre imprescindible un profundo análisis de la situación para entender, aceptar, rechazar, el fenómeno que provoca la propia noticia.

Estoy, por tanto, de acuerdo con mi colega Andrés Chaves en el sentido de que el futuro de la prensa ya no radica solamente en la noticia escueta sino en el análisis exhaustivo de la misma, llevado a cabo por expertos en cada una de las variantes que dicha noticia se vuelca en la prensa diaria y con los que habría que contar.

Aparte de ser un género literario, también la crónica es considerada un género periodístico llevado a cabo, la mayoría de las veces, por testigos presenciales de hechos acaecidos de rigor histórico en algunos casos o, como en el mío, de simple carácter cotidiano y local y de naturaleza mucha más subjetiva si cabe aunque, desde luego, sin ninguna posibilidad de rigor historiográfico científico. 

En cualquier caso y ante las dudas que suelen presentárseme, suelo recurrir a menudo ya no sólo a testimonios más o menos fidedignos de mis coetáneos locales sino, además, a una extensa documentación gráfica de la época que me sitúa con facilidad en el espacio y el tiempo que me interesan.

De modo que mis crónicas periodísticas también pertenecen a una concreta tipología denominada: crónica amarilla

CRITERIO INFANTIL

Cuando era bien niño y de eso hace ya muchísimo, me sentía seguro de poseer a aquella edad todavía tan temprana,  no sólo sentido crítico (de las cosas, según mis padres) sobre los distintos acontecimientos que atañían a mi modesta comunidad sino que, además, ya era capaz de formarme una sólida opinión de los mismos si exceptuamos, naturalmente, todo lo concerniente al sexo y todas sus implicaciones. Sin embargo, jamás hacía públicas mis amargas conclusiones porque los niños bien educados, como era mi caso, no debían ir por ahí haciendo alarde de tan temprana madurez ante los incrédulos vecinos de tu estrafalario barrio. De lo que no me importaba jactarme públicamente, si se daba el caso, era de ser un hijo honesto, obediente y disciplinado además de, según mis padres, pobre pero honrado.

Y, sin embargo, el “pero” que se le podía atribuir a un rico de entonces era, precisamente, no ser honrado. Llegué pues a la conclusión de que la paciencia no era en sí misma un atributo que valiera por sí sólo para distinguir a la poca gente rica de la época porque pese a  estar yo convencido de que si se lo proponía, cualquier buen hombre, con el tiempo, podría muy bien, trabajando honradamente, amasar también una considerable fortuna, no imaginaba en absoluto que siendo el tiempo oro, como en tantas ocasiones había escuchado durante mi corta existencia, para abreviarlo al máximo y enriquecerse también al máximo y al mismo tiempo, hubiera sido del todo necesario ser descaradamente deshonesto.

Y siendo tan intuitivo con aquella edad, llegué a preguntarme sin reparos lo siguiente, en relación directa con lo expuesto anteriormente: ¿Por qué la Virgen se aparecía siempre en medios frecuentemente rurales y ante adultos o niños tan necesitados? Lourdes, Fátima, Candelaria, etcétera.  Pues para advertirnos de que la gente pobre, si se mantiene honrada a lo largo de su vida, podrá sin ningún obstáculo alcanzar la Gloria mientras que para un rico, la dificultad sería tanta como aquella que le depara a un camello para tratar de pasar por el ojo de una aguja.

He de confesar, no obstante, que para la aparición en la arena de la Virgen de Candelaria a los guanches no he encontrado todavía explicación válida. ¿Por qué a los guanches y no a los capitanes, prelados, capellanes, adelantados y a muchos otros conquistadores de catolicidad probada? ¿Quizás porque los aborígenes eran especialmente honrados pese a poseer bien poco