RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

lunes, 20 de febrero de 2017

ODIA EL DELITO Y.... ¿COMPADECE AL DELINCUENTE?

La población carcelaria española está desconfiada. Creen que el abrumador número de condenados por corrupción, cohecho, fraude, malversación de fondos, desfalco, etc., etc., que muy pronto han de entrar en prisión por orden judicial, signifique un enorme y serio peligro para sus intereses particulares como internos. Algunos de ellos temen por sus propias pertenencias, otros por sus escasos ahorros conseguidos durante tantos años pero, en cualquier caso, tampoco estarían del todo dispuestos a servir como presos de confianza en la misma celda que deba ocupar cada uno de los recién llegados. Se niegan rotundamente a servir como Ángeles de la Guardia para impedir que los nuevos inquilinos intenten   lesionarse o suicidarse.

Desde hace mucho tiempo hemos venido aceptando que, en un estado de derecho como parece ser el nuestro, las penas de prisión no deberían ser el resultado de la venganza por el delito cometido y por el que haya sido condenado un miembro de nuestra heterogénea comunidad sino un lugar común y digno dónde educar debidamente al delincuente durante su tiempo de estancia para su posterior reinserción en el seno de la sociedad que ha mancillado con su conducta delictiva.

En tal sentido, me viene  ahora a la memoria la célebre frase de Concepción Arenal que dice así: “ODIA EL DELITO Y COMPADECE AL DELINCUENTE”, o aquella otra: “ABRID LAS ESCUELAS Y SE CERRARÁN  LAS CÁRCELES”

Estoy de acuerdo con ambas, sin embargo, la reflexión hecha por un interno, arrepentido del delito cometido en su día, me hizo ver la situación de los nuevos condenados de muy distinta manera, desde otra nueva perspectiva.

INTERNO: “Cuando entré aquí, siendo aún muy joven, yo era un perfecto analfabeto y el hijo mayor de una familia humilde, numerosa y desarraigada. Carecía por entonces de trabajo estable y a pesar de no tener padre, conseguía llevar a casa lo necesario para sobrevivir. En la cárcel no sólo he aprendido a leer y escribir sino también un buen oficio del que me siento muy satisfecho. Aquí he sido educado en valores  de los que, hasta entonces, desconocía por completo su existencia, valores tales como las leyes, la ética o la moral, el amor al prójimo, la convivencia, etc., etc. Por lo tanto, las máximas tan acertadas de Concepción Arenal casi se han cumplido del todo; no tanto la segunda porque, ahí fuera, estudiar cuesta dinero pero, así y todo, me siento útil y preparado para la reinserción.

Una vez escuchada su franca confesión, me he preguntado a mí mismo ¿por qué razón, para delincuentes tan formados como Rato, Blesa, Sánchez Barcoj, Fco. Correa, Luis Bárcenas, López Viejo y un largo etcétera, la pena de prisión no se ha de tener en cuenta como una venganza propiamente dicha y no como cualquier otra cosa?,   habida cuenta, además, que todos y cada uno de ellos han estado debidamente formados e informados, han sido universitarios, han llegado a ser banqueros, economistas, empresarios, políticos, asesores fiscales, presidentes de consejos de administración, etc., etc.

La cárcel, al contrario que al joven delincuente confeso, no tiene nada que enseñarles a este tipo de criminales. En todo momento, ellos han sabido perfectamente a lo que se arriesgaban mientras delinquían, en qué consistían sus propios delitos y que penas podían serles impuestas si los fiscales descubrían sus crímenes; por lo tanto, no me opongo en absoluto a que todos ellos cumplan la totalidad de las penas impuestas como venganza personal, -en lo que a mí respecta-, por el grave daño que, durante años,  han infligido al resto de honestos ciudadanos de este país entre los que me cuento. 



domingo, 19 de febrero de 2017

LA POBREZA COMO RESIGNACIÓN

Durante el tiempo que medió desde la época de mi nacimiento, allá por el año 1946, hasta bien entrados los años sesenta, los parámetros de pobreza establecidos, -extraoficialmente y por desgracia-, nos atañían de manera muy directa entonces. Entre la población afectada, -que era la inmensa mayoría-, se aceptaban tres niveles distintos de pobreza: los pobres propiamente dichos, los necesitados y los muy necesitados, cuyas fronteras, en cualquier caso, no resultaban lo del todo precisas, por cuanto,  nosotros mismos nos preguntábamos en función de qué y comparados con quienes se  designaban, de manera  tan  arbitraria,  las distintas categorías mentadas. 

En mi opinión,  -y como resultado de la experiencia vivida de niño-, me atrevo a afirmar que todos los nacidos después de la sangrienta guerra civil, fuimos educados en admitir la pobreza, incluso la extrema pobreza, como una gran dicha gracias a la cual terminaríamos encontrando el camino hacia  la completa felicidad que veníamos siempre persiguiendo  y, en consecuencia, alcanzar por fin la vida eterna que, por cierto, a casi nadie le interesaba. 

Nuestra educación judeo-cristiana-, auspiciada por  aquel  poder eclesiástico existente que imperaba sobre todo en las escuelas de los barrios marginales,-  condicionó de manera ostensible nuestras todavía endebles voluntades al aceptar sin remedio, -a través de las llamadas nueve BUENAVENTURANZAS-,  la pobreza como un regalo divino pese a todo.

Sólo haré referencia a la primera: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”.
Ya en el evangelio de San Mateo (Mt 19,24) nos encontramos con la siguiente conjetura: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos”.

Resultaba muy claro. La interpretación inmediata que nosotros los niños hacíamos de ambas lecturas, a pesar de los ímprobos esfuerzos del cura en transformarlas, era que si en un futuro lejano conseguíamos ser ricos, incluso sin pretenderlo, jamás disfrutaríamos de la Gloria; en pocas palabras: nos precipitaríamos irremisiblemente al mismísimo Infierno.

No sólo el eclesiástico sino además  el lenguaje popular y cotidiano, también jugaba ventajosamente en favor de nosotros los pobres y en contra de los ricos. La educación familiar, que no escolar, resultaba fundamental para los niños, sobre todo, al  aceptar, a pies juntillas, el hecho indiscutible de la pobreza como un auténtico privilegio y cuyo paradigma más cercano resulta ejemplar en la siguiente sentencia paterna: “Sí, pobres pero honrados”. Obsérvese que no dice, -“sí, pobres y honrados”.

Esa conjunción adversativa (pero) en la primera sentencia, determina, por su carácter tan enfático, que sólo los pobres poseen la supuesta potestad de ser honrados mientras que los ricos, en virtud del mismo énfasis de la misma conjunción, quedan completamente descartados de tal honor. 

En definitiva: la honradez presentada como virtud  exclusivamente característica de los pobres y de nuevo hoy, por desgracia, aceptando la pobreza no como redención sino como una resignación, o  lo que es lo mismo pero dicho de otro modo: SÓLO COMO RENUNCIA DE UN BENEFICIO ECLESIÁSTICO.







miércoles, 15 de febrero de 2017

MEMORIA SELECTIVA

La distancia y el tiempo se me antojan tan largos que la única esperanza que se me ocurre por el momento de aproximarme a mí ya lejana infancia es a través de los muy variados utensilios y productos de higiene corporal y del hogar más cotidianos que me acompañaron cuando niño, allá por la década de los cincuenta del pasado siglo XX, mientras vivíamos en LA CUESTA.  Algunos tan populares como el jabón LAGARTO, por ejemplo, o el frasquito de brillantina que mi madre siempre tenía  dispuesto sobre  una repisita de madera, delante de un espejito diminuto colgado de una mampara de tabla de lo que entonces llamábamos cocina. Los llamados jaboncillos lo constituían aquellos otros destinados exclusivamente a la higiene corporal como la marca HENO DE PRÁVIA, de color verde y en pastilla o aquella otra, el rosado, ovalado y exquisito jabón LUX. Pero también mi infancia se caracterizaba, particularmente, por todo  aquello de lo que  entonces carecíamos: radio, televisión, teléfono, nevera, gas, agua corriente, cuarto de baño, etc., etc. 

Por suerte, sí que  disponíamos de luz eléctrica, es decir, de dos bombillas y un enchufe. Una bombilla colgada del techo de madera de la cocina y la otra en la única habitación disponible; el enchufe, siempre inactivo (no teníamos nada que enchufar), detrás de la mesita de noche que separaba la cama de matrimonio de mis padres y la cama turca de dos cuerpos donde dormíamos mi hermano y yo. Hasta donde no llegaba la red eléctrica, en la periferia de los pueblos, las familias, para alumbrarse, hacían uso de las modestas lámparas de carburo.

La suerte quiso que un buen día,  mi padre resultase agraciado con una quiniela de fútbol por la que cobró unas ocho mil pesetas de las de entonces. Con parte de aquel dinero caído del cielo, se pagó la radio MOBBA que durante muchísimos años presidíría el diminuto dormitorio, precisamente, sobre la oscura mesita de noche tras la cual ya existía el rudimentario enchufe que hasta aquel mismo día había permanecido virgen. 


A partir de entonces, empecé yo  a sentirme diariamente informado de todo cuanto la radio podía informar en la década de los cincuenta del siglo pasado. Y entre información y publicidad me causó estupor la que hacía alusión, de forma muy escueta, a una determinada marca de cigarrillos y que con el paso del tiempo adquiriría un significado específico en el lenguaje cotidiano y popular de los tinerfeños: ¡NO, GRACIAS, FUMO KRÜGER! La frase, de manera muy coloquial,  nos servía a todos  para rechazar, dado el caso, cualquier proposición que nos hiciera alguien y que en absoluto nos interesara para nada o no estuviéramos de acuerdo con ella. De ese modo  siempre supe que, aparte del KRÜGER virginio blanco o amarillo, indistintamente, existían otras muchas marcas de tabaco que se me antojaban hasta divertidas como era el caso de la marca 46, por ejemplo, que siempre me recordaba la fecha de mi nacimiento pero también existían otras muchas y vistosas como RECORD, VENCEDOR, OVAL LUCHA, CORONAS, etc.

Hoy día, bajo la denominación de menaje del hogar, pueden adquirirse los múltiples utensilios que son precisos, necesarios, casi indispensables para hacernos mucho más cómoda, si cabe, la vida cotidiana  dentro de casa pero en los años cincuenta, en el seno de humildes familias como la mía, resultaba impensable tener acceso a ellos, de modo que para planchar, por ejemplo, mi madre se valía de dos planchas distintas de hierro que iba alternando sobre el soporte de la cocinilla, de modo que cuando una ya se enfriaba, era sustituida por la otra bien caliente. Pero entonces, era preciso utilizar, para evitar quemarte la mano con el mango ardiente de la plancha, un utensilio de lana y acolchado, de pequeñas dimensiones, que se denominaba cogedor

Las cocinillas, que regularmente se alimentaban con petróleo o gasolina, las había de dos tipos: de ruido y de silencio. Las de ruido debían su nombre al sonido ronco que producían como consecuencia de la combustión originada en el quemador, sin embargo, el silencio que caracterizaba al otro modelo era debido a la presencia de un sombrerete que, colocado a tal efecto sobre el quemador, atenuaba casi por completo el ruido. Tanto un modelo como el otro disponían de un mismo tipo de boquilla, con un diminuto orificio hasta donde llegaba el combustible desde el depósito pero que en ocasiones se obturaba. Un sencillo artilugio con manguito plano de hojalata y un trozo de finísimo alambre en el extremo más delgado y perpendicular a él era utilizado entonces para destupir la dorada boquilla; se trataba del destupidor. Llevaban además un curioso dispositivo de fuelle manual que activado un par de veces servía para introducir aire en el depósito y avivar así la llama en el quemador.

(El destupidor se podía adquirir por sólo unos céntimos en la venta más próxima a tu casa)

No siempre, las medidas extremas adoptadas por mi madre en relación a la higiene doméstica o del hogar ofrecían el resultado por todos esperado. Y eso que, por entonces, solía aplicar profusamente productos tan efectivos como lo eran  el zotal, la lejía, el amoniaco, el salfumán, o la sosa cáustica en todas las superficies susceptibles de albergar cualquier tipo de  insectos o parásitos domésticos que se hubieran instalado, sobre todo, a ras del suelo, en el techo, las paredes o los colchones.


Cuando esto ocurría, mi hermano y yo tomábamos cartas en el asunto y, por nuestra propia cuenta, declarábamos una guerra abierta y sin cuartel, en particular contra las chinches, resistentes casi siempre a los distintos insecticidas de la época. Éstas solían refugiarse normalmente entre las irregularidades que presentaban  las paredes contra las que se apoyaban nuestras camas pero, por suerte para nosotros, su extraño y brillante color marrón no les permitía mimetizarse del todo con el color blanco de las superficies, por lo que resultaban fácilmente localizables para nuestros propios intereses. Armados entonces con sendos alfileres o imperdibles y una vez localizado por fin el enemigo, les dábamos muerte sin compasión y de inmediato de un certero pinchazo que, sobre la nívea superficie de la pared, ocasionaba siempre una visible e inevitable manchita roja de sangre. Por cada una que mataba, mi hermano balbucía siempre por lo bajo: “¡sangre de mi sangre!”.eso que contábamos con la protección de un Ángel de la Guardia, que nos amparaba noche y día, cuya lámina, convenientemente enmarcada, colgaba precisamente de aquella misma pared por encima de la cabecera de la cama. (Ángel de la Guardia/ dulce compañía/ no me desampares/ ni de noche ni de día)

Después de la masacre, mi madre intervenía rápidamente para limpiar el rastro de sangre antes de que ésta se secara por completo y retirar de inmediato los restos de la media docena de parásitos heridos de muerte que habíamos abandonado entre los resquicios de las paredes. Ésta entretenida operación de limpieza la llevábamos a cabo cada equis tiempo durante los dieciseis años que permanecimos en aquella mísera vivienda del populoso pueblo de LA CUESTA.


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El mayor enemigo de las moscas domésticas consistía en las pulverizaciones de insecticida lanzadas desde un aparatito de fuelle y también de hojalata que denominábamos FLY. Las familias que, por desgracia, carecían de él solían colgar del techo unas cintas con atrayente, pegajosas y adhesivas, a modo de carrete fotográfico desenrollado dónde acudían las muchas moscas que, por golosas, morían presas de patas en ella.
(Solían colgar también en algunas ventas del barrio, al costado de las jareas y los tollos)

Por las tardes, mi madre tostaba café crudo de Venezuela (comprado al cambullón) en una sartén a tal efecto. Una vez tostado, siempre era yo el encargado de molerlo de inmediato y en caliente,  haciendo girar la manivela de un pequeño molinillo de madera en cuya cajita, destinada a ello. se iba depositando mansamente el finísimo y negro resultado de la molienda. Haciendo luego uso de la cafetera de dos piezas, para colar el café ya molido y aún tibio y una vez colocado en el colador de la parte superior, mi madre, -en un riguroso y silencioso ritual-, iba añadiendo agua hirviendo poco a poco hasta caer goteando, lentamente teñida y bien caliente, en la parte inferior de la cafetera. El resultado era un café negro y espeso cuya extraordinaria textura parecía delicíosamente similar al mismísimo alquitrán.


Mientras tomábamos café en la cocina, el resto de vecinas del entorno, sentadas bajo el tibio sol del atardecer en el patio común del Callejón Piñeiro, escarmenador en mano, se afanaban en desparasitar lentamente y en silencio las hermosas y largas cabelleras negras de sus jóvenes hijas, todavía solteras.

Utensilios por orden de aparición: jabón Lagarto, brillantina, HENO DE PRÁVIA, LUX, lámparas de carburo, radio MOBBA, tabaco (KRUGER, RECORD, VENCEDOR, OVAL LUCHA, CORONAS), plancha, cogedor,cocinilla, destupidor, Ángel de la Guardia, aparato de FLY, atrapa-moscas, molinillo de café, cafetera, escarmenador.






martes, 14 de febrero de 2017

MONEDERO FALSO

Reconozco que siento debilidad por los perdedores honestos; quizá porque, en cierto modo, me identifico bastante con ellos. El caso de Errejón, cuyo programa de partido fue rotundamente rechazado por una gran mayoría en la asamblea de Vista Alegre II, me conmueve en particular porque, aparte de honesto, Íñigo me parece un joven brillante, culto y educado pero cuya inocencia –bendita sea- le ha llevado a confiar en exceso en aquellos colegas de viaje que han acabado por derribar al fin, sin ninguna conmiseración, sus tesis políticas respecto a cómo él creía que debía funcionar la dinámica del partido. Sin embargo, dejando aparte al propio Pablo Iglesias, quiero centrarme hoy en la inquietante figura del controvertido Juan Carlos Monedero quién, con su verbo fácil ante los medios de comunicación, durante todo el año anterior, ha venido presumiendo de su aparente imparcialidad respecto de los dos candidatos a la secretaría general arguyendo, además, que dentro de PODEMOS no desempeñaba ya ningún cargo de relevancia pero que , según mi opinión, ello no le impedía  mostrarse públicamente como cronista mediático de las interioridades del partido cuando era entrevistado por la prensa o la televisión y tomando descaradamente partido por uno de ellos en concreto: por Pablo Iglesias. 


Por el valle de lágrimas dejado estos días por Íñigo Errejón, navega ufano el místico Carlos Monedero en busca de ese río revuelto donde la ganancia de pescadores sabe que está del todo asegurada. Aferrado siempre a su monedero de vieja, de broche de presión metálico, guarda, y en ocasiones acaricia, las relucientes treinta monedas de plata que desde la fundación de PODEMOS lleva siempre consigo. Tanto si se suicida como si no, haría bien en devolverlas a su lugar de origen. Judas no lo hizo.

Al astuto Monedero siempre, a lo largo de la Historia, se le ha visto manipulando, cuando no intrigando en el seno de las más poderosas familias europeas del Renacimiento: los Medicci, los Sforza, los Borgia, etc. La penúltima vez que fue visto tuvo lugar en la Corte de los Zares, encarnado en la inquietante figura del monje Rasputín entre la familia Romanov. Hoy regresa de nuevo, en pleno siglo XXI, envuelto esta vez en su aureola de reputado politólogo y seguramente dispuesto a ocupar un sitio relevante en el seno de la cúpula del nuevo PODEMOS desde donde poder mediar en su propio y único beneficio.


MEMORIAS DE SANTA CRUZ

De mi época infantil en la que de la mano de mi padre bajábamos desde La Cuesta a Santa Cruz en la exclusiva, mi memoria destaca a cuatro personajes de entonces y otros tantos bares de la capital donde, en ocasiones, al parecer coincidían todos ellos.

Corrían los años cincuenta del pasado siglo y ya teníamos radio en casa, de marca MOBBA, con onda corta incluida, de modo que por las noches, al conectar con Radio Club Tenerife, el nombre de SOMAR, a la sazón director de la emisora decana, me sonaba hasta entonces desconocido  hasta que muchos años más tarde, ya con trece años cumplidos, acudiría de nuevo a mi memoria hasta tratarle personalmente durante una actuación en directo, un sábado por la noche, en un popular programa creado por él mismo y conocido bajo el nombre de Festival de las Estrellas. De ello trataremos al final  porque aquellos bares míticos a los que he aludido anteriormente representaban para mí un misterio difícil de resolver. Sus nombres, entre los muchos que existían, los recuerdo todavía: el Águila, en la calle de Valentín Sanz, cerca de la Plaza del Príncipe, el Café La Peña y el Cuatro Naciones, en la Plaza de la Candelaria y, por último, el Atlántico, frente al mar, dónde me quedaba boquiabierto contemplando absorto el gran cuadro del Teide que presidía el enorme comedor.
Mi padre no se atrevía a entrar conmigo en ninguno de ellos pero desde la calle me señalaba discretamente a algunos de sus ilustres clientes a los que él, en alguna ocasión, había servido en la barra del Atlántico donde trabajaba como barman.

En cierta ocasión, al pasar frente a El Águila y sabedor mi padre de lo mucho que me gustaba entonces ya el dibujo, me señaló a MESA, caricaturista por excelencia de aquella época y que no sé por qué razón le encontré un enorme parecido con el pianista y compositor Agustín Lara. Me pareció un hombre taciturno y concentrado pero sus caricaturas gozaban de un ingenio y una gracia tal que me provocaban auténtica risa. No recuerdo con exactitud en cuál de ellos, aunque estoy seguro que en uno de esos cuatro bares señalados y, según mi padre, siempre ante un vaso de whisky, también pude conocer de vista a CROSITA. Recuerdo haber visto su nombre, -¿o era el de NIJOTA?- al pie de ciertas coplas canarias, editadas en forma de cromos que yo coleccionaba y cuyas rimas, siempre según mi padre, eran de su autoría. Si no me equivoco, aquellos cromos venían como regalo en el interior de alguna marca de tabaco que fumaba mi padre y que por citar una al azar, podría ser OVAL LUCHA, cuya cajetilla de color azul me llamaba mucho la atención no sólo por los dos luchadores representados en ella sino, además,  porque los cigarrillos en cuestión no eran lo del  todo cilíndricos que cabría esperar.

Por último, no quiero olvidarme de las pocas veces que asistí al Estadio Heliodoro Rodríguez López para presenciar un partido de fútbol de los de entonces. Cuando digo de los de entonces no quiero referirme a que el fútbol haya cambiado tanto con los años sino que la diferencia  estriba hoy en el comportamiento de un graderío que sin PACO ZUPPO, dirigiendo a la afición desde el centro mismo del campo, antes del comienzo del encuentro, no sea capaz de entonar “a capella” el popular RIQUI-RACA del que todavía no he olvidado  su onomatopéyica letra y que contribuyera a tantas tardes de gloria vividas del Club Deportivo Tenerife.

SOMAR nos citó en Radio Club Tenerife, en la calle Álvarez de Lugo de Santa Cruz, unas horas antes de que comenzara el programa para una prueba musical de audición en su presencia que avalara, a pesar de nuestra juventud, la supuesta profesionalidad que se nos atribuía como grupo. Interrumpió la pieza después de algunos compases y disculpándose por su injusta incredulidad nos citó sin falta algo antes de las diez de la noche, hora en la que daba comienzo el programa en riguroso directo y que nos catapultaría hacia la popularidad en todo el ámbito insular.

domingo, 12 de febrero de 2017

VERDADES COMO PUÑOS

A diferencia de las “medias verdades”, las llamadas “verdades como puños”, bautizadas así por el acervo popular, resultan mucho más contundentes que las anteriores, más compactas si cabe pero, en mi modesta opinión, no tan indiscutibles como a primera vista puedan parecer. Solamente son admisibles las irrefutables, aquellas otras que la ciencia ha mantenido siempre a buen recaudo y en disposición de ser demostradas fehacientemente. El ejemplo más sencillo de los que expondré a continuación es aquel que dice: “el orden de los factores no altera el producto”. Otro ejemplo algo más complejo pero no por ello menos verosímil es el que se desprende del famoso Teorema de Pitágoras, también indiscutible. Que la Tierra gira en torno a su eje (rotación) a la vez que alrededor del Sol (traslación) resulta del mismo modo una verdad inamovible desde que Galileo lo descubriera.

Por razones obvias se dice comúnmente de las matemáticas que son “ciencias exactas” sin embargo, el espectro que presenta el lenguaje no parece aceptar tal aseveración. Me explico: he oído a veces expresiones tales como: “no se hable más; dos y dos son cuatro, lo mires por dónde lo mires”. Pues bien, tratemos de analizar con detenimiento la oración.
Si la verdad que se pretende demostrar significa que los sumandos (2+2) dan como resultado cuatro, resulta una afirmación cuanto menos ambigua porque también con los sumandos (3+1) se obtiene el mismo resultado y con los otros sumandos (1+1+1+1) de igual manera se consigue la misma suma.
Si por el contrario, la verdad que se pretende demostrar es que cuatro es el resultado de (2+2), nos encontraríamos en la misma situación que la anterior porque también lo es de (3+1) y de (1+1+1+1). Sin embargo, si hubiéramos elegido como ejemplo  "dos por dos son cuatro, lo mires por dónde lo mires" el análisis hubiera sido muy distinto porque, exceptuando el (4x1), sólo estos dos factores (2x2) y no otros, dan como resultado cuatro; por lo tanto nos encontramos, ahora sí, ante una VERDAD ABSOLUTA.

De manera que el lenguaje propiamente dicho es completamente ajeno a lo que algunos entendemos por verdades o mentiras, ni está sujeto al arbitrio de ninguna autoridad que nos obligue siempre a contar sólo la verdad. En muchos casos, cuando se escribe, no se tiene la más mínima conciencia ni tampoco la absoluta certeza de cuánto hay de verdad o de mentira en el texto. La subjetividad nos lleva siempre ha herir, sin ni siquiera pretenderlo, los posibles intereses o susceptibilidades de todos aquellos que nos leen a diario; tanto si unos consideran verdad u otros mentira el resultado de lo que escribimos.

No me imagino a unos supuestos Agentes de la Verdad deteniendo a alguien por haber escrito que el agua de mar no es salada. Espero que ello no ocurra nunca en bien de la llamada LIBERTAD DE EXPRESIÓN que, precisamente, es uno de los sólidos pilares de nuestra joven DEMOCRACIA


sábado, 11 de febrero de 2017

LA FUERZA DEL DESTINO

Desde que se dio a conocer, siempre he sentido curiosidad por precisar el peso específico que habrá tenido su propio nombre en su subconsciente para que jugando a favor de Pablo Iglesias éste decidiera, bajo su posible influencia, emprender la carrera de Ciencias Políticas en la Complutense de Madrid con el excelente resultado que ya todos conocemos.
He querido recorrer el sendero de su propio destino desde que sus padres le bautizaran con el nombre de Pablo hace ya unos treinta y ocho años hasta nuestros días en los que, precisamente, se dirime su futuro inmediato como secretario general del partido que junto a otros como Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre fundaran hace ya unos tres años con el esperanzador nombre de PODEMOS. Este somero seguimiento desde su nacimiento me ha llevado al convencimiento de que si le hubieran bautizado con un nombre distinto al que ahora tiene, quizá sus derroteros hubieran sido otros muy diferentes; pero eso nunca se sabe con toda certeza aunque,- a tenor de lo dicho anteriormente,- el destino también puede haber estado condicionado desde su origen.

También es cierto que sus compañeros de viaje han llegado conjuntamente al mismo destino sin necesidad de tener que haberse apellidado Iglesias pero en la Asamblea prevista para este fin de semana en Vista Alegre 2 podremos, por fin, comprobar lo mucho que compromete el peso específico de un apellido tan vinculado al socialismo como el de Pablo.

Parece mentira que un detalle tan nimio como pueda serlo un bautizo haya podido jugar, desde mi exclusivo punto de vista, un papel tan importante en el seno de la política actual española. Posiblemente, la idea que acariciara su padre entonces sólo pretendía, -en la figura de su hijo y en memoria de su propio apellido,- un sincero homenaje al que fuera fundador del PSOE y la UGT el humilde tipógrafo llamado también Pablo Iglesias. Tampoco dudo de que el ambiente político en el seno de su propia familia a lo largo de su infancia no haya podido tener una influencia más que notable en su formación pero también es cierto que el destino del que hablo habría colocado a Pablo en un momento político crucial en lo que se refiere a las dificultades habidas en el último año para la gobernabilidad del país; por una parte asociada a la defenestración política de Pedro Sánchez en su carrera hacia la presidencia y por otra, sobre todo, en el preciso momento en que la corrupción en el seno del PP habría alcanzado cotas desproporcionadas de delitos tan flagrantes que han terminado por minar completamente los robustos pilares de los que habría presumido durante tantos años la compacta derecha de este país.

Este ha sido el caldo de cultivo que, al parecer, ha venido alimentando la sensación que hoy tengo de que el destino, sospechoso siempre de acudir en ayuda de los más desfavorecidos, se habría adelantado a los acontecimientos previstos por terceros para propiciar la participación activa de un
nuevo partido que, a medida que no sólo concreta su posición sino además su postura, cobra mucho más fuerza cada día en su competencia con el resto en el terreno político.

jueves, 9 de febrero de 2017

VERGÜENZA AJENA

Existen muchos varones que después de pasar casi media hora sentado en el wáter haciendo sus más sucias necesidades en silencio y en privado, suelen salir inmediatamente después a la calle con la sana intención de comerse por completo el mundo con la conciencia bien tranquila. Pero, ¿dónde vas, muchacho?, ¿con la cantidad de porquería que has almacenado durante tantos días en el intestino y aun así insistes en salir con hambre?

En mi caso particular, antes de salir definitivamente, me siento un buen rato en el bidet. Esos minutos de aseo íntimo me sirven casi siempre de antesala para la reflexión a la espera de las sorpresas que más tarde pueda depararme el día una vez ya en el exterior; o ahí fuera, -como suelen decir algunos protagonistas de las malas películas americanas-.

Como hombres nuevos nos enfrentamos al cada día en cuerpo y alma: limpios de cuerpo y mente; el alma, -en lo que a mí respecta-, impecable. En cualquier caso, impolutos, sin ninguna sospecha de haber salido hace un momento del wáter donde escondíamos a hurtadillas la porquería y convencidos además de que pasará mucho tiempo antes de que no nos tengamos que sentar de nuevo con el pantalón hasta los tobillos, el culo completamente al aire y la conciencia muy tranquila.

Sólo con verme en situación semejante, me hace sentir mucho más tolerante si cabe con los demás, más comprensivo, más humano también, aunque igual de convencido de mis otras muchas limitaciones como persona.

Por todo ello, casi me atrevería a afirmar que soy muy frugal en las comidas como para no verme en el delicado trance de tener que visitar el wáter mucho más veces de las que son estrictamente imprescindibles, y mantener así  mi intestino a buen recaudo y lo suficientemente alejado de su capacidad máxima de almacenamiento aunque sí con la tolerancia mínima suficiente como para que no me preocupe hasta el extremo de que no me permita presumir, entre mis semejantes más allegados, de mis buenas y apacibles intenciones para con los demás.

martes, 7 de febrero de 2017

DESPEINAMIENTO DE TRUMP

El reciente electo presidente de EE.UU., Donald Trump, ha sufrido en el día de ayer el primer y muy desagradable contratiempo político desde que comenzara su fulgurante carrera hasta la Casa Blanca. Al parecer y según confirman distintos medios de comunicación estadounidenses, TRUMP, en un mitin celebrado en el estado de Florida ante a unos cientos de simpatizantes republicanos fue víctima de un profundo y serio despeinado ocasionado, -según fuentes del Suthern Florida Radar-, por una leve brisa provinente del Caribe que en aquel preciso momento soplaba en dirección al continente. Afortunadamente, sus asesores de imagen intervinieron a tiempo  para retirar al Presidente del escenario y trasladarlo con toda celeridad al interior del pabellón habilitado para inesperadas contingencias. 

En una rueda de prensa celebrada algo más tarde para el Wasington Post, su estilista personal aseguraría ser el único responsable del despeinado pero que la probable causa del incidente se hubiera debido al mal estado de la laca que el presidente prefiere y que utiliza por costumbre en la fijación de su rubio y sano cabello del que presume sin ningún rubor.


Una vez resuelto el problema, Donald Trump, en una entrevista concedida a la CNN, aseguraba que este eventual deterioro de su imagen, no alteraría de ninguna manera la filosofía que envuelve a su ya célebre eslogan de AMERICAN FIRST y que el  incidente vivido no afectaría en absoluto a las excelente relaciones que mantiene hoy por hoy con el Sr. Putin y mucho menos a su política exterior en relación con los países musulmanes. Respecto de la construcción del muro en la frontera con México declaró que, ni siquiera despeinado, en absoluto daría marcha atrás a su tan discutida decisión.

lunes, 6 de febrero de 2017

SIN RENCORES

Personalmente, creo no haberle guardado rencor a nadie a lo largo de mi vida pero eso nunca se sabe del todo hasta no hacer un riguroso examen de conciencia que nos permita eximir esa improbable sospecha, imagino, tan inquietante. En cualquier caso, uno ya es tan mayor, ha vivido uno tanto, que si se hubiera dado alguna vez el caso, estoy plenamente convencido de que los supuestos destinatarios de tales resentimientos ya habrían fallecido lo que, por fortuna, también supone que el hipotético rencor guardado hubiera prescrito definitivamente. En tal caso y después de una exhaustiva reflexión sobre tal asunto he llegado incluso a preguntarme si, en realidad, ha valido la pena no haberle guardado rencor a nadie que quizá se lo hubiera realmente  merecido. Sin embargo uno continúa aún vivo y sin ningún resentimiento contra nadie.

Los que ya gozan de la vida eterna sólo ocupan un lugar en nuestra maltrecha memoria; un lugar diminuto y remoto en proporción con el concepto de tiempo y espacio que se supone impera en el más allá. ¿La equivalencia, pongamos por caso, de una semana de vida terrenal a qué  dimensión corresponde en la otra vida? Me lo pregunto para tratar de saber si a partir de una determinada edad como la mía y al albur de que algún otro pueda guardarme un rencor que considere no merecer, ¿valdría quizás la pena pasar a mejor vida como muchos otros lo hicieran antes y disfrutar de la eternidad con mucha más paciencia y de la mejor manera posible?

Cuando alguien se propone ser mejor que el resto a toda costa, por lo general suele despertar en los demás sentimientos contradictorios que se traducen normalmente en un severo rencor en ocasiones enfermizo. Para evitarlo, ser mejor que los demás no debe de constituir nunca una meta en sí misma sino una consecuencia del trabajo bien hecho a lo largo de tu vida activa.

Creo francamente que gente como Mozart, Mondrian, Rodín, Madame Curie, Einstein, por poner algunos ejemplos, fueron en un sentido los mejores sin ni siquiera proponerselo sino que tal categoría se la otorgó más tarde el público como consecuencia de su gran dedicación a lo que realmente les gustó hacer siempre.


Yo intento hacer lo mismo; jamás compito. No importa que luego nadie reconozca mi trabajo, quizá porque no me lo merezca, pero me inclino siempre por no intentar ser el mejor a propósito ni  a cualquier precio sino procurar hacer mi trabajo lo mejor posible mientras lo lleve a cabo. Aunque también cabe la posibilidad de que la extrema dedicación por todo aquello que me gustó hacer y con lo que disfruté en vida alcance el valor que, después de muerto, le concedan otros pero sí que para entonces estaré completamente seguro de que nadie me guardó nunca el menor rencor y echó en falta mi ausencia.

domingo, 5 de febrero de 2017

PEDRO CARBALLO EN LA LUNA

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La sorpresa ha sido realmente muy agradable. Conocí a Carballo durante el servicio militar en el año 1968. Aquel año coincidimos en Hoya Fría, CIR 15, en la 9ª Compañía que por otro lado tenía fama de ser la más indisciplinada del campamento. En aquel entrañable ambiente de indisciplina organizada se inició una profunda amistad entre un numeroso grupo de jóvenes entre los que también se encontraba Paco Sicilia, Luis Santacreu, Antonio Luque, Piñero Mena, Alejandro Matilla, Guanche y muchos otros cuyos nombres no me vienen hoy a la memoria.
Conservo de aquel entonces varias fotos de la "mili" pero destacaré dos distintas de Pedro Carballo: una en compañía de su gran amigo Paco Sicilia y otra conmigo.

Hoy tenemos la misma edad, naturalmente, y por eso me asombra el enorme pundonor que se necesita para lograr el mérito ganado por Pedro Carballo en ese triatlón tan duro en Lanzarote y donde fue elegido como un auténtico IRON MAN entre todos los participantes.



viernes, 3 de febrero de 2017

ENCAJAR MENTIRAS

Analizando el otro día el valor que puede tener una mentira bien urdida, descubrí, para mi asombro, que cuando es así lo único que pretende el mentiroso en ese caso es sacar alguna ventaja de ella. Un provecho en ocasiones material u oportunista y, -siempre y valga la redundancia-, en exclusivo provecho propio o de sus intereses personales. Pero también, la verdad es utilizada, la mayoría de las veces, para tratar de alcanzar los mismos propósitos, sólo que en esta ocasión tenemos, -si procediera-, un derecho legal a ello y digamos que amparada, asimismo, por la estricta imparcialidad en el marco de la llamada Justicia: ¿JURA DECIR VD. LA VERDAD Y NADA MÁS QUE LA VERDAD?

Si bien muchísimas veces hemos escuchado aquello de que LA VERDAD ES SÓLO UNA, con respecto de la mentira no sucede lo mismo y a eso es a lo que voy. La mentira cuenta con muchas modalidades distintas y una de las más populares es aquella que ya conocemos todos bajo el cristiano nombre de MENTIRA PIADOSA. 

La MENTIRA PIADOSA no tiene ningún valor jurídico que yo sepa aunque si se le atribuye un alto valor moral porque el objetivo que persigue el que miente no es otro que el evitar el sufrimiento de un tercero que se haya visto afectado por el infortunio y, engañarle con ella, sólo pretende la finalidad única de proporcionar algo de consuelo al que padece y eso resulta muy de agradecer, como así viene ocurriendo, durante siglos, en algunas sociedades civilizadas como la nuestra.

También se dan las denominadas MEDIAS VERDADES. Éstas son mucho más difíciles de precisar por los interesados pues sus contornos se difuminan casi siempre sobre un fondo negro de auténticas MENTIRAS. El espectro de estas MEDIAS VERDADES frecuentemente está tolerado por la inmensa mayoría de sus receptores aunque nunca son consideradas por éstos como VERDADES plenamente disuasorias.

He comprobado también que la gente bien educada, cuando quiere negar la grave acusación de un tercero sobre su persona, no dice jamás: ESO ES MENTIRA. Suelen decir siempre: ESO NO ES CIERTO o ESO NO ES VERDAD. 

Una cosa bien distinta es lo que se llama sentirse engañado y en muchas ocasiones yo mismo así lo he creído pero lo que en realidad ha ocurrido es que la verdad manifiesta no ha estado en aquel momento al alcance de nuestras esperadas expectativas y, ante tales circunstancias, nos sentimos enormemente defraudados. 

Puedo afirmar que el ENGAÑO es el hijo único de la MENTIRA.

Yo me he dejado engañar a propósito muchísimas veces y nunca me he sentido víctima del mentiroso habida cuenta de que su principal objetivo no fue el aprovecharse de mi supuesta inocencia al respecto sino que su pretensión no era otra que la de sentirse escuchado, admirado y, sobre todo, reconocido por mí. El derroche de imaginación de estos individuos es magnífico y en estos casos sí que la mentira no está del todo bien urdida porque,
en mi modesta opinión, con esa humilde falta de rigor en su testimonio, el mentiroso suele crear el suficiente margen de incredibilidad como para que parezca atractiva no sólo la supuesta verdad que preconiza sino, al mismo tiempo, también la supuesta mentira que se esconde tras la cita. 

Uno de estos simpáticos mentirosos compulsivos me confesó en cierta ocasión lo siguiente: “YO NO MIENTO, ZOILO; ME INVENTO VERDADES” 

Y a continuación me pregunto: ¿Un relato de ficción, una novela, un cuento, etc. etc., no es acaso una verdad inventada? Partiendo pues de esta primicia, puedo asegurar que este tipo de mentirosos con los que me he tropezado tantas veces, que ni se lucran ni perjudican a nadie con sus supuestas mentiras, no nos queda más remedio que considerarlos como a grandes fabuladores o narradores orales y agradecerles que LA MENTIRA, al contrario que la PURA VERDAD, puede resultar incluso atractiva, capaz casi siempre, de proporcionar un enorme placer, máxime, cuando mienten en tu favor, sobre todo a lo largo de la infancia, durante la cual el ratoncito Pérez nos visitaba mientras dormíamos para, a cambio de un diente nuestro desprendido y que solíamos depositar bajo la almohada, dejarte alguna monedita para la hucha en forma de cerdito que la mayoría teníamos en casa. ¿Y como olvidar la esperanzadora mentira de nuestros padres respecto de la llegada de los Reyes Magos de Oriente la noche de cada cinco de Enero? 

Desde siempre hemos aprendido a encajar hermosas mentiras.

sábado, 28 de enero de 2017

POST-VERDAD (Crónica falsa)

Un claro ejemplo del concepto que implica la palabra post-verdad, elegida palabra del año según el Diccionario de Oxford, se pone de manifiesto en el reciente texto de la declaración amorosa que Melania dedica a su marido Donald Trump como homenaje a su reciente elección como Presidente de los Estados Unidos de America del Norte y que reza del modo siguiente:
"Querido Donald:
Aunque seas el hombre más rico del mundo, ni por mucho dinero que ganes con tus múltiples negocios y a pesar de que hayas sido elegido Presidente de USA, jamás te abandonaré.
Te quiero. Tu Melania."

La respuesta no se hizo esperar.

"Querida Melania:
Es maravilloso saber que, por lo menos, una persona en este planeta no desee abandonarme.
Yo también te quiero. Tu Donald."

viernes, 27 de enero de 2017

LOS ATAQUES SIEMPRE VINIERON DE FUERA

Aparte de colaborar en él, suelo leer también los interesantes artículos de opinión de mis otros distintos colegas que edita asiduamente el PERIÓDICO de TENERIFE y que pone de manifiesto el interés que despiertan sus comentarios entre sus asiduos lectores. Hace unos días me llamó mucho la atención uno de ellos (un artículo, me refiero) que bajo el título de LOS ATAQUES NO VIENEN SÓLO DE FUERA firmaba el Sr. Ricardo Peytavi. Como que soy canario y residente en Catalunya algo más de treinta años no dejé de sentirme directamente aludido por cuanto la preservación de la lengua de un pueblo, -que por otro lado los canarios (díganse güanches) fueron despojados brutalmente de ella durante la conquista-, es considerado el patrimonio más rico que pueda desear, -además de sus tradiciones-, cualquier etnia por muy primitiva que sea. Para cuidar de ella, en ocasiones no basta sólo con hablarla y escribirla sino que también han de verse obligados a ampararla, tomando medidas y decisiones del todo incomprensibles para muchos otros, como, por ejemplo, para el que fuera inepto ministro de educación del gobierno del PP llamado WERT que mediante una desacertada decisión ministerial quiso “españolizar a los niños catalanes” valiéndose de la enseñanza en las escuelas primarias catalanas.
Las islas en general, en todos los mares u océanos del mundo, simbolizan el estado perfecto de libertad, de tranquilidad, de sosiego, de paz, etc., etc. En particular, las Canarias así también lo parecían en aquel ya lejano pasado pero el océano que las circunda las convirtió entonces en una paradisiaca prisión de donde los aborígenes no pudieron jamás escapar para, huyendo del invasor, refugiarse en cualquier otro lugar del mundo y conservar de, espaldas a la guerra, su lengua materna y sus tradiciones. Me vienen a la memoria unos versos de mi querido amigo Luis Santacreu que me recuerdan aquello de “Yo naci en una prisión………………donde la celda es azul y los barrotes de espuma”.
Estudiando Hª del Arte en la Universidad de Barcelona, me matriculé en dos asignaturas de las llamadas de libre elección: latín y catalán. Pues bien, el lingüista y catedrático de catalán, hoy ya fallecido, no era otro que el Sr. Juan Solà, con el que no sólo aprendí lengua catalana sino que también me enseñó el dramático significado que suponía para un pueblo no poseer lengua propia por haberle sido arrebatada por terceros. Ni que decir tiene que el Sr. Solà conocía las islas y su historia perfectamente por haberse dedicado gran parte de su vida, aparte de a la docencia en sí, también al senderismo y montañismo no sólo en Catalunya sino en las zonas más rurales de la Isla de Tenerife.
Es curioso constatar como aquí en Cataluña no te preguntan, -cuando te lo preguntan,- si hablas español. Lo normal es que te pregunten si hablas castellano. La palabra español es un topónimo que a los catalanes se les antoja relativamente moderno por cuanto la Península Ibérica, en su día, la constituían una serie de reconocidos reinos como el de León, Castilla, Aragón y, por abreviar, después de la unificación posterior y, sobre todo, con la expulsión de árabes y judíos se oficializó y se impuso el castellano, -que no el español-,-como lengua oficial.
Quiero terminar diciendo o, tal vez, afirmando que a pesar de haber nacido en Tenerife el topónimo de “canario” me crea un sentimiento lejano de culpa rayando el síndrome porque lo único que de verdad he merecido, -por no hablar en plural-, es el apelativo de “criollo” con todo lo que ello significa en relación con el azaroso pasado colonizador de aquella España de entonces.

martes, 24 de enero de 2017

TORTILLA TRUMP

Esa persistente inquina que el Sr. Trump siente por los latinos en general es imposible que se la pueda quitar de encima hasta que no desaparezca por completo esa tortilla española tan poco hecha que desde hace años lleva sobre su cabeza y de la que se siente tan orgulloso. Sólo por eso, debería ser mucho más condescendiente con los hispanos residentes en USA.
En cualquier caso, me atrevo a decir que "la culpa no la tiene el cerdo, sino quién le da de comer". Me refiero, naturalmente, a que si el Sr. Trump ha llegado hasta la presidencia de EE.UU., con todo lo que ello significa de inquietante, se debe principalmente a que una gran mayoría de norteamericanos le ha votado en las urnas para ese menester con lo que el latente peligro reside precisamente en eso: en el sentir de una gran parte de la población en favor de los postulados del nuevo presidente electo. Algo similar ocurre hoy en nuestro país pues quién le ha dado de comer durante tantos años al PP no ha sido precisamente un simple porquero anónimo sino un amplio espectro de la sociedad española a la  que, en aras del respeto que se ha de tener por la democracia, estamos obligados a aceptar mal que nos pese.

CUALQUIERA, EN EE.UU. PUEDE LLEGAR A SER PRESIDENTE, CUALQUIERA, EN EL RESTO DEL MUNDO, PUEDE MATAR UNA RATA SIN QUE NADA NI NADIE SE LO IMPIDA, NI SIQUIERA LO LAMENTE.

lunes, 23 de enero de 2017

LA FAVORITA DEL REY 2ª PARTE

Los enlaces matrimoniales habidos entre las distintas dinastías de las viejas monarquías europeas, sólo en muy contadas ocasiones han obedecido al único interés de los contrayentes en función  del supuesto amor que ambos se profesaban y que, a mi juicio, -si así hubiera sido siempre-, las consecuencias se podrían haber evitado y el resultado final se hubiera también alcanzado con mucho menos dramatismo y ausencia de dolor para el futuro de los jóvenes contrayentes. Tales enlaces obran, la mayoría de las veces,  en función de una justificada causa suprema como, por ejemplo, pueda ser la causa de estado, con la única exclusiva intención de establecer o afianzar beneficiosas alianzas concretas en materia de seguridad nacional, estrategia militar, geo-política o económica de las que se aprovecharían indistintamente los dos países implicados.
Si el matrimonio entre D. Juan Carlos y Dña. Sofía pudo ser de esta naturaleza, ¿que ventajas a supuesto, -desde el punto de vista político-, para Grecia y España la manifiesta  infelicidad durante tantos años de la regia pareja?

Otra cosa muy distinta es la que, en este sentido, ocurre entre las clases menos afortunadas de nuestra sociedad moderna porque su único y auténtico patrimonio no consiste en absoluto en los escasos o nulos bienes materiales que puedan o no poseer los implicados sino que está basado en la profunda fidelidad que se profesan ambos a partir de un férreo compromiso de amor que está muy por encima, aunque estrechamente vinculado, a las las espectativas de futuro que esperan les depare el destino. En tal sentido y desde un punto de vista del todo irónico, el verdadero amor parece ser sólo patrimonio de los pobres. No obstante, las infidelidades están también a la orden del día pero no perjudican en absoluto a la seguridad nacional, por ejemplo.

No voy a entrar a juzgar las relaciones extra-matrimoniales acontecidas, -si es que las hubo-, en el seno de la casa real española. En una sociedad moderna como la nuestra, se supone que sus miembros se consideran lo suficientemente responsables de sus actos, también en materia amorosa, como para gestionarlos exclusivamente en familia. Lo que no me parece tan bien es como y de qué manera se ha indemnizado con tanta generosidad a la favorita del Rey y si ello ha sido a expensas del erario público porque en ese caso si que ha podido constituir parte de su delito, -que no su infidelidad,- y en segundo lugar, si el resto del delito ha consistido en una amenaza real para la seguridad nacional a raiz de que la prensa hiciera pública la posesión por parte de la Favorita de abundante material fotográfico y sonoro recogido durante las visitas del monarca al domicilio de su amante tendría que rendir cuentas ante la Justicia española.

Se me antoja que nos encontramos ante un lamentable y grave caso como el llamado CASO PRÓFUMO que en mil novecientos sesenta y tres desató un escándalo político de gran dimensión en el Reino Unido después de que se supiera que el ministro entonces de la guerra Jhon Prófumo mantenía relaciones con la guapa, también corista, Christine Keeler quién, a su vez, pasaba información al espía soviético, con el que también se veía, Yevgeny Ivanov.
Ni que decir tiene que debido a ello, no sólo Prófumo renunciaría inmediatamente a su cargo como ministro de la guerra sino que meses más tarde también lo haría el primer ministro Harold Macmillan alegando "problemas de salud". Un ejemplo.

LA FAVORITA

En un falso alarde de cronista ficticio al que soy tan aficionado últimamente, me he propuesto de inmediato consultar con inusitado interés las hemerotecas de los últimos decenios de nuestra era para tratar de aproximarme lo más objetivamente posible a una supuesta realidad que  ha vuelto de nuevo a ponerse de manifiesto estas últimas semanas en el seno de la sociedad española y que atañe, sobre todo, a la reputación de la Casa Real de la dinastía borbónica en nuestro país. Y, claro, he encontrado numerosos testimonios que demuestran las habidas relaciones amorosas de las que tanto se habla estos días en las distintas  tertulias televisivas entre la conocida corista Bárbara y el que fuera otrora monarca del estado español Don Juan Carlos I.
Tratando de esclarecer el trasfondo de esta apasionada y turbulenta relación, en ningún caso desmentida oficialmente todavía, ha llegado hasta mí, casi sin pretenderlo, una significativa noticia de hace unos lustros, publicada en uno de los diarios de mayor tirada de este país, mediante  la cual se constata la sorpresiva visita realizada en su día por el entonces monarca, -en calidad de discreto asistente-, a una representación nocturna del espectáculo circense del prestigiosos domador Ángel Cristo y en el que también actuaba, como principal estrella femenina del gran elenco, la bellísima Bárbara. 

Según cuenta la vieja crónica consultada, ante la tan inesperada visita del Rey, el domador Ángel Cristo, en su honor,  creyó prudente sorprenderlo con un nuevo y arriesgado número de doma no representado hasta entonces en pista y que tendría como protagonistas a la bella ex-vedette Bárbara y al más fiero de sus veteranos leones.
Al parecer y según anunciara el propio domador aquella noche desde la pista central, Bárbara se sentaría entre el público asistente, en la zona más alta del graderío y el fiero león, excarcelado durante unos minutos de su aburrido confinamiento, ascendería lentamente hasta ella para,  valiéndose sólo de sus enormes fauces, arrebatarle limpiamente el diminuto terrón de azúcar que la bella mantendría, hasta su llegada, entre sus sugerentes labios. Después de su inocente azaña,  el tan temido felino regresaría de nuevo al interior de su espaciosa jaula metálica.
Mientras el león ascendía el graderío, el numeroso público asistente, atemorizado pero en silencio, iba retirándose con  mucha precaución hacia los costados, dejando un ancho pasillo por el que la fiera se acercaba, cada vez más, hasta la bella que, impaciente, esperaba el encuentro, sentada cómodamente y con el blanco terrón de azúcar todavía entre sus carnosos labios rojos. Una vez el león hubo consumado la enorme proeza de apoderarse limpiamente del terrón, con la misma tranquilidad con la que Bárbara había permanecido hasta entonces, también la fiera, soportando ahora los atronadores aplausos que les dedicaba el numerosos público bajo la carpa congregado, regresaría con éxito y sin novedad a su involuntario exilio de siempre.




De súbito, la graciosa figura del Rey emergió de entre el público,
 -ya cómodamente sentado,- para, -puesto totalmente en pié y dirigiéndose al domador con voz profunda y atronadora-, gritar:
¡Fraude! ¡Fraude!

¿Fraude, Majestad? -inquirió con amargura el domador desolado-.

Sí, fraude. -contestó el monarca fingiendo total convencimiento para luego, en tono aún más jocoso si cabe, añadir: eso lo hago yo mucho mejor que el león.

Tras la ocurrente respuesta, a Ángel Cristo le cambiaría por fortuna el semblante mientras los cientos de asistentes a la fabulosa representación nocturna aplaudían a rabiar el magnífico sentido del humor demostrado por el Rey.

Al parecer, este sería el feliz comienzo de una futura y entrañable amistad entre la valiente y bella Bárbara y el Rey de España que habría de durar lo que en realidad duró: muy poco.

miércoles, 18 de enero de 2017

De grifientos y pederastas

Aquellos canarios que hoy día se aproximen a la edad que en realidad tengo, recordarán con toda precisión la cantidad de salas de cine que en la década de los años sesenta del siglo XX se concentraban en torno a la plaza de la Paz de Santa Cruz de Tenerife. Citemos al Teatro Baudet, al Cinema Victoria, al cine Víctor y al cine la Paz. Sin embargo, por aquel entonces, recuerdo muchos más, repartidos por los distintos barrios de la capital tinerfeña como el cine Crespo, el cine Tenerife, el cine Numancia, el cine Rex, el Parque Recreativo, el Royal Victoria, el Teatro San Martín, etc. Pero además de los muchos otros que, como digo, proliferaban por entonces en Santa Cruz, en torno a ellos solían pulular también personajes un tanto inquietantes cuando no misteriosos para nosotros los niños que los domingos acudíamos regularmente a las sesiones de matiné que con total puntualidad tenían lugar a las cuatro de la tarde. Después de esta primera sesión que, al contrario de lo que sí ocurría en los cines de la península, no era contínua, vendrían las siguientes: la de las seis, la de las ocho y, en último lugar, la de las diez, generalmente para los mayores de edad.







En nuestro caso concreto, ya bajábamos advertidos desde La Cuesta, donde vivíamos, acerca de la peligrosidad de estos siniestros personajes a los que con anterioridad me he referido y que sin lugar a dudas acudían no sin cierto sigilo a las entradas de los cines con las aviesas intenciones para sus fines personales que ya presuponíamos y que nosotros, pese a nuestra juventud, habíamos aprendido a detectar de manera casi inmediata.

Me refiero a los grifientos y a los pederastas. En Santa Cruz los habían muy populares. Los primeros se caracterizaban porque su supuesta tarjeta de presentación consistía, sobre todo, no sólo en el bamboleo que tienen los vagos al caminar sino por el hecho de llevar, además, levantado el cuello de la camisa cubriéndose el cogote a pesar del sofocante calor del verano a las cuatro de la tarde. Subían y bajaban la larga calle del Castillo, siempre por la sombra, creyéndose una raza superior y marcando, con el consumo de grifa continuado, su diferencia del resto de los mortales. Más peligrosos nos parecían los segundos, los pederastasy entre ellos, recuerdo a uno muy popular entonces y que respondía al sobrenombre de "El Matanzas". Tendría a la sazón unos cincuenta años. Su altura y corpulencia, desde luego, daban miedo pero lo que inquietaba de verdad era su sempiterna sonrisa dibujada sobre una cara abotargada en la que los ojos no parpadeaban nunca, máxime cuando fijaba su falsa, dulce y tierna mirada sobre cualquiera de nosotros. Entonces huíamos a toda prisa para refugiarnos en una heladería de la Rambla de Pulido cuyo nombre ya he olvidado pero situada muy próxima al magnífico cine Víctor y donde solíamos apagar la sed con unos deliciosos, baratos y helados granizados de limón.

Nunca supinos si aquel sobrenombre de El Matanzas respondía con exactitud a su probable singularidad como vecino del municipio de La Matanza o, por el contrario, al duro aspecto físico que por su complexión y estatura, le hubiera hecho merecedor de ser capaz de matar a cualquiera que se cruzase en su largo camino supuestamente delictivo.


lunes, 16 de enero de 2017

HABLAR BIEN CONSERVA LA DENTADURA

En relación con esas desagradables imágenes  emitidas en Tv. de dos padres en Gran Canaria enfrentados entre sí a puñetazos mientras presenciaban un partido de fútbol infantil en el que jugaban sus propios hijos, debo expresar mi más enérgica repulsa y condena a sucesos de estas características, que considero más propios de sólidos energúmenos que de auténticos aficionados a cualquier deporte, incluido el fútbol.




Sin embargo, haciendo un análisis pormenorizado de dicho reprobable enfrentamiento y desde un punto de vista estrictamente técnico y a espaldas de cualquier consideración de índole moral así como al margen de toda reflexión ética, ésta pelea nunca debió haber tenido lugar. Y no debió de haber ocurrido a causa de las especiales condiciones en que la llevaron a cabo. Me explicaré.

Primero: Tras el supuesto insulto, el menos alto de los dos, el que queda frente a la cámara, retrocede tímidamente hasta subirse en el pretil que sujeta la valla y conseguir de ese modo una altura favorable que le permita propinar cómodamente  a su oponente un cabezazo (en el argot: morrada, morrazo o morretazo) certero que desgraciadamente no conseguiría y haber zanjado así la pelea por sorpresa.

Segundo: Si no estás completamente seguro de cumplir tu objetivo, jamás debes de intentar infligir un cabezazo a tu adversario. Esta primera  intención provoca en el contrario, sobre todo si es canario, una reacción sin límites al considerar que has pretendido golpearle por sorpresa (a traición)  y que de haber logrado tu objetivo se hubiera visto fuera de combate en cuestión de segundos. Este drama en el que el adversario se cree víctima, resulta más que suficiente como para generar una violencia tan fuera de control como el caos que provoca un terremoto de magnitud 6,9 en la escala de RICHTER, que en realidad es lo que ha ocurrido.

Tercero: Cuando afirmo que la pelea no debió haber ocurrido nunca es porque doy por hecho que la diferencia de peso entre ambos contendientes resultaba más que notable. Pero eso no es todo; el más pesado, en mi opinión, aparte de los kilos que de por sí obraban en su favor, contaba además con una ligera ventaja añadida por cuanto parecía evidente que él mismo fuera conocedor de cierta técnica en la práctica del boxeo. A partir de que su adversario errara el cabezazo inicial,  se desataría  de improviso en él la furia suficiente con la que se dedicara de inmediato a lanzar una oleada tan rápida de crochets de izquierda y derecha, con tanto ahínco, que a la postre culminaría con esa especie de K.O. técnico, al parecer pactado entre ambos  y con el que se saldara la vergonzosa pelea  que, una vez finalizada, conduciría a su adversario a la clínica más próxima para tratar de recuperarse de las múltiples secuelas sufridas durante el sangriento enfrentamiento. Suerte que en Las Palmas no hay río, si no, la sangre, con toda seguridad, hubiera llegado hasta allí.

En cualquier caso, lo visto ayer en el partido de fútbol que enfrentaba al Sevilla con el Real Madrid, no ayuda mucho a intentar erradicar de una vez para siempre la violencia que se genera en los terrenos de juego. No creo que ningún jugador de cualquier deporte, se merezca el trato denigrante que recibió ayer Ramos por parte de sus paisanos

Los tiempos han cambiado mucho. Recuerdo que cuando éramos jóvenes y carecíamos todavía de la suficiente educación necesaria como para evitar los retos lanzados por nuestros adversarios de barrio, nos veíamos en el trance de no poder resistirnos a pelear y lo hacíamos simplemente por una cuestión de falso honor. Sin embargo, a nuestra manera y de común acuerdo, respetábamos unas reglas ya preestablecidas por las que estos enfrentamientos múltiples o individuales no desembocaban jamás en tragedia.

Con el tiempo aprendí de los cubanos una frase hecha que por simpática no deja de sonar a seria advertencia: "HABLAR BIEN CONSERVA LA DENTADURA"

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